Un último adiós al mítico actor Philippe Nahon

Philippe Nahon era facilmente reconocible o catalogable como un actor de carácter. Uno de esos intérpretes recordados por papeles duros, oscuros, siniestros. Para nosotros, sin embargo, Nahon fue a pesar de su aspecto colérico un facilitador. Cuando había una duda al respecto de una película de género se resolvía con la siguiente pregunta ¿está Nahon ahí? Si la respuesta era afirmativa no cabía duda que debíamos ver ese film.

No es que automáticamente contempláramos una buena película, pero sabíamos que la figura mítica francesa era un plus, un extra, que subía el nivel. Directores como Alexandre Aja, Fabrice Du Welz y por encima de todos Gaspar Noé, serían incomprensibles sin él y viceversa. Nahon se convirtió así en un retroalimentador cinematográfico. Una vez descubierto no podía salir de una cierta cronificación en sus papeles, pero es que nadie los hacía como él. Más que un actor era casi un tótem.

Nahon se convirtió en un icono malsano, una fuente de incomodidad, el material, si se quiere, del que están hechas las pesadillas. Como si su sola presencia fuera el punto contributivo máximo a la generación de atmósferas donde todo iba a salir mal. Un actor siempre relacionado con la violencia cuya presencia, incluso fuera de plano parecía imponerse.

Lo que siempre nos gustó fue su explícita a renuncia a ser algo que no era, a sentirse cómodo como figura imprescindible de ese otro cine, a formar parte de la familia amante del género y no sucumbir a la tentación de, a pesar de su culto, devenir en secundario mainstream para rellenar cuota de pantalla. Nahon era, o al menos así lo parecía dada su trayectoria, consciente de su impacto, pero también de sus limitaciones. Sabía que su mirada inyectada en odio (o tristeza) cristalino y su voz cavernaria y desencantada le bastaba y le sobraba, y nunca buscó otra cosa que se alejara de la construcción, desde la modestia, de su propio personaje.

Solo contra todos podría ser el resumen de su trayectoria. Un outsider único en su especie (quizás Jo Pestia sería un caso similar con el que ha compartido filmografía) al que seguro vamos a echar de menos en Cine Maldito. Descanse en paz.

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