The Lure (Agnieszka Smoczynska)

Siempre resulta grato, al menos de entrada, toparse con una película que te rompe los esquemas y te sitúa en una zona de desconcierto y curiosidad francamente estimulante. Es lo que sucede con The Lure, cinta polaca nacida al margen de modas o inercias de temporada, ensimismada en su propia extrañeza, temerariamente inventiva y tonalmente tan difusa e inquietante como un paseo a través de la niebla. Había muchas formas de abordar la figura mitológica de la sirena, ya sea priorizando los elementos cómicos y románticos (como hicieran en su momento Splash o La Sirenita) o bien los más sórdidos y terroríficos (como sucedía en La criatura, de Sebastian Gutierrez). Smoczynska ha apostado por todo eso a la vez y por algunas cosas más, pergeñando un cóctel extravagante en el que terror, romance, fantasía, comedia, musical y erotismo bailan a un mismo son, no siempre de forma fluida y lograda, pero sí, sin duda, con la suficiente personalidad como para que la osadía de tamaña mezcla no se resuelva en un plato indigesto o pretencioso (riesgo que, en momentos puntuales, queda realmente próximo).

Como ya hiciera la también polaca Demon, de Marcin Wrona, The Lure destaca por encarar de forma decididamente libre y extraña una temática muy asentada en el imaginario popular: si Wrona pulverizó los tópicos sobre el cine de posesiones demoníacas con un tono que basculaba entre la sátira familiar costumbrista y el naturalismo terrorífico alucinado, Smoczynska hace lo propio poniendo en un mismo plano lo naïf y lo transgresor, lo cándido y lo perverso, lo ridículo y lo sublime. De ahí la fascinación que puede llegar a ejercer en el espectador, así como el rechazo frontal de aquellos que consideren el invento una mera broma posmoderna. Cabe señalar, no obstante, que la creatividad apela casi íntegramente a una cuestión de forma, y no tanto de fondo. Si se deja a un margen su exuberante envoltorio (no tan lejano, en el fondo, del de otros aparatosos juguetes kitsch como The Rocky Horror Picture Show o el Moulin Rouge de Luhrmann, anacrónicos y atemporales ejemplos de un cine en el que lo lúdico enmascaraba un sustrato trágico muy poderoso), nos encontraremos con una fábula fantástica y romántica a la antigua usanza, aunque atravesada por decisiones estéticas y narrativas arriesgadas.

La más llamativa de todas, por descontado, es la de articular el relato en base a varias secuencias musicales que atañen, a su vez, a diferentes ramas dentro del género: de la menos lograda (ese baile colectivo en los grandes almacenes que, queriéndose Demy, acaba más cerca de la imaginería de andar por casa de El otro lado de la cama) a la más estimulante (los números musicales de corte más íntimo, verbigracia aquel en el que Michalina Olszanska se pasea desnuda entre cuerpos estáticos). Su autora, en este sentido, saca enorme partido de atmósferas sonámbulas y enrarecidas, propias del cabaret decadente donde sucede gran parte de la acción, exprimiendo la sensualidad que late bajo el peso de unas imágenes enigmáticas y poderosas, que alcanzan esplendor mediante el uso inteligente de diferentes recursos de estilo (la cámara lenta, el empleo con la iluminación, el tiempo congelado, la aplicación poética de la distancia focal, etc.). Asimismo, el desarrollo narrativo suspende a menudo la credibilidad, cuando no la coherencia, sumiendo con ello el relato en un terreno regido por una lógica ajena a la realidad, con elipsis y volantazos narrativos que pueden provocar frustración en el espectador.

En el fondo, puede que sea síntoma de la debilidad mayor de la propuesta de Smoczynska: hacer que la heterodoxia misma de la película, en su búsqueda de la singularidad e incluso de la poesía de aliento fantastique, erótico y bizarre, deje demasiado al descubierto las grietas de una narración en ocasiones fatigosamente delirante, cuando no caprichosa y absurda. De igual modo, el espesor trágico de la historia no llega a golpear al espectador tan duro como debiera, quizás lastrado por cierta previsibilidad que casi resulta paradójica dentro de una obra de características tan singulares. En cualquier caso, servidor la ha visto la mayor parte del tiempo medio hechizado, no únicamente por la belleza taumatúrgica de sus dos protagonistas femeninas, sino por la habilidad de su autora para construir una poética tan sugerente, oscura y delicada a partir de materiales fundamentalmente pop. Solo por ello cabría recomendar esta insólita película, especialmente si se quiere asistir a una de las aproximaciones cinematográficas a la figura de la sirena más sugestivas y originales realizadas hasta la fecha.

Podéis ver la película en Filminhttps://www.filmin.es/pelicula/the-lure

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