Sesión doble: La otra (1946) / Tú, el veneno (1958)

Hermanas y peligrosas. Los lazos fraternales femeninos han causado estragos desde los inicios del cine, y hoy les dedicamos una sesión doble con dos obras desconocidas pero imperdibles. Comenzamos con La otra, del mexicano Roberto Gavaldón rodada en 1946. Le sigue la francesa Tú, el veneno creada en 1958 por Robert Hossein. Disfrutemos de sus torcidas mentes a continuación.

 

La otra (Roberto Gavaldón)

Roberto Gavaldón fue una de las grandes figuras del Cine de Oro. Espléndido narrador y poseedor de un dominio escénico fuera de toda duda, su singular mirada se halla impresa en algunas de las más soberbias muestras del melodrama puramente mexicano, legando igualmente un impecable aporte al género negro.

Con La otra Gavaldón ofreció todo un recital de construcción cinematográfica dando rienda suelta a su cuidadosa puesta en escena. Sin duda nos hallamos ante una obra cumbre ideada en un principio como vehículo de lucimiento de la diva Dolores del Río quien cumple a la perfección con su cometido tejiendo uno de esos papeles hechos a su medida. Esta es una joya que nada tiene que envidiar a los thrillers de Hollywood, hilvanada a través de un ritmo ágil que no da un segundo de respiro insuflando un suspense de alta escuela muy al estilo del cine de Alfred Hitchcock.

La cinta narra la historia de dos hermanas gemelas de temperamentos y destinos contrapuestos. Por un lado tenemos a la arrogante y prepotente Magdalena, una pérfida mujer perteneciente a la aristocracia mexicana en virtud de su matrimonio con un millonario. Por otro a María, una muchacha pobre y desafortunada marcada por una existencia amarga repleta de miseria. Gavaldón arrancará su propuesta mostrando el entierro del marido de Magdalena, hecho que la ha convertido en una rica viuda. Asimismo perfilará a su oponente María, quien harta de pasar penalidades decidirá romper con su novio Roberto, haciéndolo creer que se ha suicidado, con el objetivo de asesinar a su hermana gemela para poder suplantarla y así disfrutar de esa vida displicente que anhela.

Y María ejecutará su plan. Un crimen perfecto que no resultará tan fácil como parece. Por un lado ésta deberá disfrazar su carácter para amoldarlo a esa naturaleza fresca y descarada de su hermana entrando en un complicado juego de espejos pleno de esquizofrenia febril radiografiado con un talento soberbio por un Gavaldón en estado de gracia merced a un surtido de luces y sombras expresionistas que logran recargar la atmósfera con un aroma malsano próximo al cine de terror. Por otro tendrá que soportar la presencia de su ex Roberto, un policía sumido en una profunda depresión tras la presunta muerte de su amada.

Y finalmente un golpe del destino explotará en la cara de la confiada María: la aparición del amante secreto de su hermana Magdalena que acudirá a su residencia para reclamar su parte del botín anunciando que la muerte del marido de Magdalena fue realmente un asesinato perfectamente ideado por ambos. Esta paradoja derivará en una pesadilla para María, quien se encontrará entre la espada y la pared debiendo demostrar su inocencia del asesinato perpetrado por su propia víctima.

Como en las mejores obras de Hitchcock a Gavaldón no le importa desvelar la personalidad del asesino desde el primer instante, inyectando las gotas de suspense a través de las rocambolescas situaciones que deberá sortear nuestra protagonista para evitar ser cazada por los inquietantes personajes que la acompañarán.

Con un argumento basado en un cuento de Rian James y una fotografía portentosa que no deja nada a la zaga ornamentando con sus elegantes y aseados encuadres ese viaje hacia lo desconocido emprendido por la del Río, La otra se eleva como una de las películas de suspense más importantes del cine iberoamericano, esbozada con un manejo del mismo fuera de lo común por parte del autor de Macario, quien logró cincelar un film en la línea de las obras maestras de su género. La cinta encierra una inteligente crítica contra el exceso de avaricia reflejado en la descomposición que sufrirá el personaje de María al suplantar a su supuestamente feliz pariente.

Todo esto convierte a La otra es una película imprescindible. Reseñar que en los años sesenta Hollywood produjo un remake con Bette Davis como estrella absoluta, si bien de resultados menores, titulado Su propia Víctima.

Escrito por Rubén Redondo

 

Tú, el veneno (Robert Hossein)

El francés Robert Hossein merece ser rescatado del olvido por el interesante estilo que supo impregnar a su cine. No encasilló sus realizaciones en las famosas corrientes vanguardistas europeas de las décadas de 1950 y 1960, tan sólo tomó algunos elementos de éstas para acoplarlas a un formato narrativo que se ubicó más en un oficio de cinéfilo que de un director especializado en técnicas o movimientos fílmicos. Hossein se convirtió en un mago de las formas y sus métodos expresivos fueron hechos para despertar un interés continuo evitando caer en cualquier visión de extremismo intelectual.

Para adentrarnos en su concepción artística, qué mejor que abordar una de sus mejores películas: Tú, el veneno, un filme de suspenso que, al puro estilo “hitchcockniano”, gusta de jugar con “el falso culpable” como si fuera un partido de ping-pong que sostiene la intriga en toda la trama. Los análisis lógicos ya no son garantía para encontrar respuestas a las interrogantes que plantea el filme. Su estupendo argumento lo convierte en imprevisible.

La cinta posee un argumento atrayente desde su comienzo, cuando un hombre solitario, Pierre Menda, deambula por una playa mientras anochece. Al entrar en la ciudad se encuentra con una deslumbrante rubia que le invita a subir a su coche para llevarlo a un sitio apartado en donde, sin que medie palabra alguna, se desnuda para entregársele a su pasión.

Robert Hossein, quien también es el actor principal en este filme rodado en 1958, demuestra en esta escena inicial su dominio escénico. Ubica estratégicamente a la cámara en medio del momento íntimo para que muestra lo necesario. Además, utiliza una técnica refinada en el contraste de luces para que haga las veces de una máscara natural que oculte el rostro de la mujer. La acción será adornada con un subliminal jazz, titulado “el abrazo de la noche”, que atrapará a la víctima en un espiral incontrolable de ansiedad.

Y la historia de la película continua: Pierre, luego de la aventura sexual, logra memorizar la matrícula del vehículo y descubre donde vive su dueña pero al entrar al lugar se sorprenderá al encontrarse con dos hermanas rubias: Hélène y Eva, esta última en silla de ruedas. En ese instante, se sumergirá en un abismo de confusión del que, extrañamente, no querrá salir.

La configuración de los personajes es magistral, tanto en forma como en fondo. Pierre es una persona solitaria que tiene una ética ambigua porque cuestiona el comportamiento de la ninfómana que lo sedujo una noche pero, a su vez, auto-reprime su conciencia para mantenerse junto a ella porque su pasión ya venció a su moral. De su parte, Hélène representa a una mujer sacrificada, que dejó todo por evitar que su hermana paralítica se quede sola. Es una especie de moneda de doble rostro, en donde su manera de peinarse adquiere significados que construyen y destruyen deducciones sobre el misterio que envuelve al filme. Eva, en cambio, aparece como un ser astuto que cultiva en silencio la envidia, el egoísmo y el cinismo; pero también es frágil, tierna y hermosa. Su aspecto es provocador y exótico.

La cinta está llena de elementos pragmáticos que abordan el misterio de manera directa. El conducto narrativo mantiene un enfoque uniforme, incluso utiliza la yuxtaposición de imágenes para calzar escenas que den la idea de que todo está hilvanado para cumplir un proceso preestablecido por el propio destino.

Al ver la relación que llevan las hermanas Hélène y Eva, es inevitable rememorar la famosa película de Robert Aldrich ¿Qué fue de Baby Jane?, pero en Tú, el veneno el odio no es tan perceptible, a lo mejor ni exista como tal, porque ha sido reemplazado por unos sentimientos extraños que sólo ayudan a acrecentar la intriga.

Robert Hossein aborda, en este filme, las relaciones interpersonales para poder explorar el comportamiento psicológico humano en un escenario de enfrentamientos en donde la destrucción moral es inminente.

Escrito por Víctor Carvajal Celi

 

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