El primer largometraje del director de animación japonés Kōji Masunari, formado en el terreno televisivo, aborda una premisa de ciencia ficción clásica en la que un grupo de niños, durante un campamento de verano, rescatan lo que parece un perro en el bosque. La criatura, llamada Pochi, es en realidad un extraterrestre que, en agradecimiento por su acción, les lleva de viaje a la Luna. Sin embargo, en lo que prometía ser una visita turística maravillosa, los niños y Pochi acaban enmarañados en una trama criminal, cuando, de manera accidental, una de ellos lleva aperitivos de wasabi en la mochila, un ingrediente muy similar al legendario y muy apreciado ‹zhugaan›, que se considera imposible de encontrar en todo el universo conocido.
Pese a lo que se registra en diversas bases de datos, el trabajo de Masaaki Yuasa como director en Welcome to The Space Show se reduce a una escena. Suficiente para apreciar su estilo, pero ni mucho menos se trata de una dirección conjunta como parece entenderse. En ese sentido, además, hay que destacar que, a nivel de estilo, la película es claramente obra de Kōji Masunari, y esto se nota en particular si se la compara con su serie anterior, Kamichu!, su proyecto más personal hasta entonces y que, en particular, traza una línea clara con la cinta que nos ocupa, a través del enfoque en la gestualidad fluida y diversa de los personajes; hasta el punto de que, incluso en una obra como esta, llena de colores y formas imposibles, termina destacándose como la prioridad estilística principal.
Sin embargo, el esfuerzo dedicado a construir el mundo alienígena, sus formas de transporte, su arquitectura, sus estrafalarios personajes y su estructura social, resulta impresionante en una película que es todo un torrente de imaginación y que, además, hace gala de una curiosidad constante por entender las mecánicas del universo a través de su ficción, con el entusiasmo de un niño que ha convertido la astronomía en su fijación del mes. Es una delicia lo que hace este filme con su mundo, el interés que refleja en explicarlo, en que tenga sentido, al tiempo que no deja de hacer fluir su inventiva visual.
A nivel narrativo, por otro lado, Welcome to The Space Show tiene unos mimbres más convencionales. Conocedora a fondo de sus referencias —uno de los personajes menciona insistentemente Encuentros en la tercera fase— y seguidora fiel de la estructura narrativa que corresponde a sus elementos de aventura clásica en un entorno espacial, la película maneja sus elementos con soltura, llegando en mi opinión a sus mejores cotas en la tensión melodramática que se refleja en la relación de las hermanas Natsuki y Amane a raíz de la desaparición de la mascota de esta última, que abre la película. Esto tiene sentido porque, incluso en el fervor aventurero y la exploración de mundos lejanos, la cinta mantiene un pie siempre en ese entorno rural del que vienen los personajes, y en los conflictos pequeños y familiares que no se cerraron cuando dieron inicio a su aventura.
Dos elementos, sin embargo, me chocan en su buen hacer general. El primero es su duración: con un metraje que excede holgadamente las dos horas, la película se extiende mucho más tiempo del habitual, no ya en una animación, sino, y en particular, en una dirigida a todos los públicos pero con un atractivo particular para los niños; el resultado, en consecuencia, es que la obra parece gustarse demasiado, dando un espacio tal vez excesivo a sus elementos de asombro y enmarañando una trama simple con cambios de escenarios y personajes secundarios cuyo rol termina siendo anecdótico y hasta prescindible. El segundo aspecto que no me cuadra está relacionado con el anterior, y es que creo que tiene problemas para gestionar y transicionar entre sus tonos, lo cual lleva a momentos emocionalmente confundidos; un claro ejemplo de ello es una escena cerca del clímax, en la que todo, personajes incluidos, parece detenerse en torno a la fascinación repentina de ver el nacimiento de una estrella, y que termina provocando que el asombro se imponga a la acción y la urgencia del momento.
Welcome to The Space Show tiene tanto que mostrar, y quiere mostrar tanto, que en ocasiones se pasa de la raya. La ambición desmedida de esta película y el ímpetu de Masunari por mostrar y cuadrar los elementos de la misma genera una experiencia que nunca pierde su energía y que se convierte en una exhibición de destrezas admirable, que confía en hilos narrativos clásicos para canalizar la creatividad que desborda en cada fotograma. Y, por ese motivo, no es ajena al exceso ni a sus consecuencias negativas, dejando mucho por lo que admirarla y poco, pero no menor, por lo que confrontarla.
