Jane por Charlotte (Charlotte Gainsbourg)

Jane por Charlotte es el debut en la dirección de la actriz francesa Charlotte Gainsbourg, quien elige para su primer proyecto de largometraje un formato documental en el que observa a su propia madre, Jane Birkin, y charla con ella acerca de eventos de su vida y de su carrera. Con un montaje variado de fragmentos de su día a día, entrevistas informales y fotografías e imágenes del pasado, el escenario propuesto se siente como una obra casera, de ambición en apariencia discreta, pero que significa una profunda exploración personal y afectiva por parte de la cineasta, en la que se nota que hay mucho afecto e intenciones sinceras.

Y sin embargo, me parece una propuesta en gran parte fallida. En un momento dado de la película, Charlotte y Jane debaten sobre la propia naturaleza del documental, sobre cómo estructurar una obra como esta y sobre la conveniencia o no de seguir un guion o de dejarse llevar. Lo sentí bastante autorreferencial y no en el mejor de los sentidos; realmente creo que la cinta peca de una gran indefinición a nivel de su propia estructura. Dicho en otras palabras, no sabe lo que quiere ser y tiene problemas para elegir su postura narrativa.

Se podría decir, por ejemplo, que tiene una cierta intención de ser una suerte de película-diario, y que pretende ante todo acercarse de una forma íntima y sin barreras al día a día de Jane. Pero es demasiado formal para ello, demasiado preparada y actuada. Esto se nota en parte en el montaje, que tiene una cierta intencionalidad discursiva, pero sobre todo y de manera particularmente insidiosa y molesta, en las entrevistas. Gainsbourg no tiene que convencernos de que tiene una relación totalmente normal y cotidiana con su madre, es lo que esperamos. Por ello, cuando utiliza coletillas en sus entrevistas que parecen un guiño al interés del espectador (como el «¿recuerdas esto?» de Charlotte cada vez que invita a Jane a narrar ante la cámara una anécdota de su vida que le habrá contado mil veces en privado) siento que estoy viendo una reconstrucción ficticia e interpretada por ambas, en una obra que busca supuestamente la naturalidad de unas conversaciones madre-hija.

También se podría argumentar, por otro lado, que la intención de Charlotte es ofrecer una exploración más o menos formal, en la que la directora va más allá de la intimidad de su relación maternofilial para tratar de explicar y exponer quién fue su madre y lo que significó para su época. El problema es que, de ser así, y paradójicamente en comparación al supuesto anterior, requeriría de una estructura más centrada en esos aspectos concretos que se desea exponer, y sin embargo el filme divaga constantemente con puntos que realmente no parece querer llevar a ningún sitio. ¿Es interesante la perspectiva de su hija Jo como para dedicarle un pequeño y elaborado montaje? ¿Tiene algún sentido para el espectador asistir a una charla entre Charlotte y su hija en la que deciden el nombre de su nuevo perrito? Probablemente sí en ambos casos, si la película fuera de eso o si quisiese simplemente captar la cotidianeidad sin juzgarla.

De una forma o de otra, a nivel de estructura e intención Jane por Charlotte se queda a medias, en un terreno de indefinición que impide sacar todo el jugo que podría a una entrevistada/homenajeada que es una pieza clave en el panorama artístico y cultural francés. Y es que no diría que Jane Birkin es una persona particularmente fascinante en las distancias cortas —su intimidad y visión del mundo están influidas por su estatus de celebridad— pero aún con ello es un testimonio muy lúcido e interesante de la cultura mediática de su época, y en los mejores momentos de la cinta, alguien que revela a fondo sus vulnerabilidades emocionales y el peso de muchas de sus decisiones vitales, tales como sus excesos de juventud, la inestabilidad de su vida romántica o los claroscuros de su maternidad. Birkin levanta por sí sola la película, porque habla a la cámara con una naturalidad y un carisma que contrastan con la dirección dubitativa y errática de Gainsbourg. Pero, precisamente por esto último, pocas veces profundiza hasta el punto de dar un significado emocional a lo que narra.

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