Evolution (Lucile Hadzihalilovic)

Muchos son los directores que, tras pasar por la sección de Nuevos Directores alzándose o no con el premio, vuelven a San Sebastián en otra nueva edición con un trabajo más profesional, maduro y fruto del apoyo y errores que la crítica y el público les hacen llegar. Si nos remontamos al 2004 y tiramos de archivo, Lucile Hadzihalilovic se alzó con el premio de los directores noveles por su película Innocence. El salto es enorme y cuantitativo, pues este año su nombre aparece sellado en la Sección Oficial con Evolution. Tengo que reconocer que cuando eché un vistazo a las películas que competían por la Concha de Oro me obcequé con el filme de Hadzihalilovic, pensaba que tenía posibilidades, que me estaba encontrando de frente con algo muy grande, que salía el mar.

Evolution

El mar, lo único que disfruté de la película. Y para más inri las imágenes que me cautivaron del todo, rodadas en Lanzarote, son al principio de la cinta. Un niño en bañador con el pelo a tazón bucea entre las rocas y corales hasta que la imagen de un joven ahogado con una estrella de mar en el vientre le hace huir del agua y buscar a su madre para contarle tal hallazgo. La madre, una mujer con piel más blanca que la espuma marina y unas cejas decoloradas, hace caso omiso a las exclamaciones de su hijo y se limita a darle de comer una especie de pasta con barro, alquitrán y gulas. Me empieza a chirriar todo ya. El joven, aparentemente sano, debe tomar un brebaje similar a la tinta de calamar debido a su “desconocida” enfermedad. Y hasta aquí puedo leer. Todo lo que posteriormente sucederá en Evolution será una retahíla de imágenes sin sentido, sucesos inexplicables y una fotografía alucinante. Poco a poco cada espectador deberá ir montándose su propia película en la que todos los habitantes son mujeres cortadas por el mismo patrón, cada una con un niño asignado de idénticos rasgos y similitudes. De repente, aparecen enfermeras, y no sería tan disparatada la idea de pensar que son aquellas matronas zombis que tanto horror despiertan en la saga de Silent Hill antes de pasarse al mundo de los muertos.

En el ecuador del filme el escenario cambiará radicalmente. Si al principio priorizaba la luz y los espacios marítimos abiertos, nos encontraremos en un ambiente claustrofóbico con una tonalidad verdosa dentro de una especie de sanatorio con un quirófano, en el cual se experimentará con los infantes del lugar. Menudo cacao, ¿verdad? Y con todo ello, la película se centrará en la relación entre el niño que descubre el cadáver y una de las enfermeras. Recovecos de cordura y sentimentalismo entre los dos priorizarán sobre la trama, hasta que, de nuevo, retornamos al más puro sinsentido. Bebés que se nutren de la panza de los niños, espaldas con ventosas, vídeos de partos naturales y de nuevo el mar. Debo reconocer que el final de Evolution me maravilló, sin embargo, lo hizo por la idea que cree al finalizar tras casi hora y media de carencia de significado.

Evolution

¿A qué tipo de cine nos acabamos de enfrentar? Es complicado crear historias novedosas, que sorprendan al espectador, y para ello es lógico que los cineastas de hoy en día tengan que innovar y sacar de su más profundo subconsciente fragmentos que terminen por producir una película. Pero lo de Evolution es otro cantar. En el Festival de San Sebastián, la directora tuvo la valentía de decir, una vez que pudimos ver la primera proyección, que su último trabajo es una película de sensaciones, no cree que tenga mensaje. Los tiene bien puestos. Entonces, ¿por qué se creó un debate tras el primer visionado con aquellos que sí le encontraron un mensaje? ¿Estamos preparados para un cine tan metafórico con un registro tan imaginario, alejado de todo realismo?

Las referencias encontradas nos pueden evocar a un cine, a ratos de terror, a ratos fantástico. La mayor ayuda para poder clasificarla la encontramos en las imágenes, pues, como ya se comentó con anterioridad, la fotografía es magistral, una verdadera joya y remarcable con respecto a otras películas en competición. Y otro punto fuerte son las interpretaciones, pues Hadzihalilovic quiso introducir intérpretes no profesionales para darle un toque más humano e improvisado, resaltando el carisma de los humanos más allá de la propia experiencia.

Con todo ello, Evolution es rara, angustiosa y pretenciosa. Si lo que Lucile Hadzihalilovic pretendía era despistar, lo ha conseguido, sin embargo, ha creado un experimento que ya veremos si es acertado. Hoy en día, el cine que permite al espectador indagar en la película y completar una historia, así como hacerle pensar y crear diversas conclusiones para, más tarde, producir un debate, funciona; no obstante, lo de Evolution es pasarse de presuntuosidad.

Evolution

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