Cautivos – The Captive (Atom Egoyan)

Cautivos

Presentada en la sección oficial de Cannes en 2014, la obra más reciente del director canadiense de origen armenio Atom Egoyan es un thriller ambientado en un pueblecito nevado de Ontario, que narra la historia de un crimen aún no resuelto después de ocho años, el secuestro de una niña que desapareció sin dejar rastro. En la búsqueda de Cassandra participan su incansable padre y una pequeña sección de la policía local dedicada a la investigación de crímenes relacionados con la pedofilia.

La frialdad narrativa y la perturbación en torno a la idea del abuso sexual son las mayores bazas de este filme, pero lamentablemente Egoyan no logra llevar a buen puerto casi nada de lo que propone. La premisa, potente y prometedora, deja paso a un desarrollo flojo, carente de garra e incluso de credibilidad en la narración, y con una preocupante falta de enfoque que resta intensidad a todo lo que ocurre. No es de sorprender, por tanto, que la película fuera abucheada en Cannes y despreciada casi unánimemente por la crítica, si bien considero la reacción algo excesiva.

Uno de los principales motivos por los que Cautivos no funciona tiene que ver con una estructura fragmentada de manera arbitraria, que no tiene razón de ser y entorpece el seguimiento de la historia. La narración salta constantemente a distintos puntos sin seguir una línea temporal, como si su director se dedicase a jugar con el guión desordenando sus piezas con el objetivo de dificultar la interacción del espectador con ella, sin un motivo de peso detrás que justifique ese hándicap, pues las situaciones no ganan en interés ni intensidad y el escenario narrativo no deja de ser previsible y lineal a pesar de ello.

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En este aspecto hay que considerar también una descripción de personajes pobre y hecha totalmente a desgana, con quienes resulta difícil empatizar. No ayuda desde luego el bajo nivel de las actuaciones, pero por encima de todo el problema es de fondo, de un guión que trata a sus personajes con un enfoque superficial y descuidado, sumamente torpe para una historia que pide a gritos ahondar en su psique y en vez de eso pierde el tiempo en subtramas innecesarias y sugiriendo buenas ideas pero que surgen con una intermitencia tal que pierden todo su potencial. Se salva de la quema el padre de la niña, una buena actuación de Ryan Reynolds que parece ser el único que aporta algo de vida a la cinta. Sin lograr sacarle demasiado jugo a su personaje sí se convierte de lejos en lo más destacable de la historia, si bien por momentos parece totalmente fuera de lugar dentro de la desidia imperante que provoca el resto, incluida una desaprovechadísima Rosario Dawson que se esfuerza por sacar adelante un rol que se pierde intentando llegar a algo concreto. Con todo, la mayor medida de estos problemas de enfoque y caracterización presentes a lo largo de la cinta se encuentra en los minutos finales, que ofrecen una resolución precipitada y carente de sentido al conflicto planteado, en la que de repente todo atisbo de coherencia narrativa en el personaje de Matthew desaparece.

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No hay duda, por tanto, de que Cautivos se encuentra a una distancia muy considerable de las obras maestras del género y bastante lejos incluso de ser una película que pueda considerarse buena. Después de todo lo dicho parece difícil encontrar algún punto positivo en esta cinta, dejando de lado el esfuerzo de Ryan Reynolds. A pesar de ello, tampoco me parece una experiencia del todo desdeñable. No es ni más ni menos que un thriller menor, cuya premisa de frialdad funciona mucho mejor en el plano teórico que aplicado a la historia, donde quita intensidad dramática a escenas que se beneficiarían de ella, pero mantiene un interés residual dado lo polémico y escandaloso de los temas que trata, y permite que aparezcan esporádicamente escenas y planteamientos memorables que justifican el visionado.

Por otro lado, todos los aspectos criticables de su desarrollo narrativo contrastan con una ambientación que mantiene un atractivo y fuerza emocional innegables, en especial la banda sonora de Mychael Danna que acompaña la tensión creciente de las secuencias y en determinadas situaciones logra por sí sola crear una implicación del espectador en lo que está viendo. También hay que destacar en este aspecto, aunque sin alcanzar la capacidad de evocación de películas similares, los escenarios del pueblo nevado y sus calles desiertas, un paisaje desapacible que complementa a la perfección la situación emocional de sus personajes.

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Al final, y gracias sobre todo a la efectividad de su ambientación, la experiencia que supone Cautivos se acerca más a la indiferencia con leves momentos de fascinación que al odio o al aburrimiento, lo cual llega a ser un mérito en una película tan poco cuidada y tan descompensada en algunos puntos. Es una obra olvidable, que a grandes rasgos no aporta nada, y a la que le pesa sobre todo el desaprovechar una premisa que tenía potencial para llegar mucho más lejos con un poco de esfuerzo.

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