Los ojos amarillos de los cocodrilos (Cécile Telerman)

Dos hermanas muy diferentes entre sí atraviesan sendas crisis matrimoniales. Pero mientras Joséphine corta de raíz el problema y echa a su marido de casa pese al cariño que le tienen sus dos hijas, Iris opta por el silencio y la continuidad ante el temor clásico del “¿qué dirán?”. Una actitud así le lleva a tirarse un increíble farol en mitad de una cena de amigos, farol que llevará su vida a una espiral de cambios que irremediablemente también atraparán a su hermana.

Basada en el best-seller homónimo de Katherine Pancol, Los ojos amarillos de los cocodrilos llega al cine de la mano de la belga Cécile Telerman, que afronta su tercer trabajo como directora aunque en esta ocasión no colabora en el guión (tampoco Jérôme Soubeyrand, colaborador en sus dos anteriores películas). Al igual que en ¿Por qué las mujeres siempre queremos más? y Toda la culpa es de mi madre, la película está muy focalizada en el aspecto psicológico de las mujeres, los problemas familiares y la relación entre el pasado y el futuro de ellas, todo bajo un envoltorio dramático pero con evidentes tintes de comedia.

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El tema central de la obra es aquí la dualidad entre la hermana rica, banal y mala contra la hermana pobre, inteligente y de buen corazón, aunque en esta ocasión se agradece que ambos personajes no estén caracterizados como tal hasta el extremo de resultar caricaturescos. No así ocurre con otros secundarios, que desgraciadamente son tan exagerados en sus formas que ni poseen credibilidad ni hacen gracia. En el capítulo actoral, Telerman en esta ocasión no cuenta con Mathilde Seigner como en sus dos anteriores proyectos, sino que en esta ocasión el papel protagonista recae en una Julie Depardieu que se pasa un poco de rosca con sus tímidas miradas y poses inocentonas. El increíble magnetismo que desprende su personaje durante el principio de la película se va diluyendo hasta quedarse en nada, ni siquiera el emotivo final es capaz de recuperar a su personaje de las cenizas. Como se suele decir: lo poco gusta, lo mucho cansa. Algo que en parte se podría aplicar también a Emmanuelle Béart, aunque ella resulta algo más comedida y quitando alguna postura facial demasiado dramatizada, podemos decir que cumple sin más (también es cierto que su papel es más leve que el de Depardieu).

En general, las situaciones al límite de lo creíble abundan en la obra de Cécile Telerman. No porque aparezcan elementos fantásticos o porque el guión tenga fisuras, sino porque toda la trama está hilada con viejos patrones. Seguro que si tras los 20 primeros minutos de película le damos al botón de pausa y preguntamos a los espectadores cómo creen que se va a desarrollar la cinta, bastante más de la mitad del público acertará a poco bagaje cinematográfico que tenga. Ni siquiera los personajes, que al principio parecen ser frescos y originales, se desarrollan como tal, sino que cada uno toma el camino que parecía destinado a seguir. Escasa originalidad, pues, en una película que tampoco parece buscarla, sino que parece conformarse con lo que es.

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Podemos decir resumidamente que Los ojos amarillos de los cocodrilos es una buena película para ver un sábado en la sesión de sobremesa, ya que resulta tan ligera que requiere muy poca atención por parte del espectador. Todo está tan cuadriculadamente hilado en base a los cánones de este tipo de cine, existen tan pocos elementos sorpresa, que podemos degustar el café con pastas sin perder un detalle del nudo argumentativo. Punto positivo para algunos, negativo para otros, la liviandad es la principal característica de una obra disfrutable en el momento pero con muy poco poso en su post-visionado.

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