Sesión doble: Un asesino algo especial (1997) / El grano de mostaza (1962)

Es obvio que para un fin de semana apetece algo ligero, y un subgénero por excelencia con el que pasar el rato es sin duda la comedia negra. Para mentes inquietas siempre en busca de propuestas nuevas, encontramos El grano de mostaza, película de 1962 que dirigió José Luis Sáenz de Heredia y Un asesino algo especial, al estilo noventero de George Armitage. ¡No os la perdáis!

 

Un asesino algo especial (George Armitage)

Un día cualquiera en el trabajo Martin Blank recibe la invitación para la reunión del décimo aniversario de su instituto mientras no para de tener problemas para llevar a cabo con éxito sus últimas misiones como asesino por encargo. Reticente en principio, la providencia le llevará de regreso a su pueblo natal, Grosse Pointe, donde tiene que matar a un testigo federal para redimirse por sus recientes errores y, de paso, acudir a la perturbadora celebración. Grosse Pointe Blank (George Armitage, 1997) utiliza esta recurrente premisa argumental —y típica temática del indie estadounidense— de la crisis existencial y el regreso al hogar para subvertirlo con un concepto a priori ridículo: ¿qué ocurriría si tu vida no ha ido por los caminos convencionales y te has convertido en un asesino profesional? Un tabú imposible de anunciar casualmente en una charla para ponerse al día con el resto de compañeros de clase.

A medio camino entre la candidez manifiesta de otro título estrenado un año antes como Beautiful Girls (Ted Demme, 1996) pero entroncando con una tradición más ácida que apuesta por la sátira y llega hasta nuestros días en la más reciente Young Adult (Jason Reitman, 2011), la película explora aspectos oscuros del individuo enfrentándolos a las expectativas sociales. El personaje de John Cusack aprovecha brillantemente la pose, los gestos y el discurso irónico inherente a su presencia ante la cámara y los diálogos tan característicos del actor. El film diverge en dos niveles narrativos de reconciliación aparentemente imposible. Por un lado su intento de recuperar a su amor del instituto, Debi (Minnie Driver) —a quien plantó en su cita del baile de graduación—. Por otro, la amenaza de ser liquidado por agentes del gobierno que están a la espera de cualquier movimiento para acabar con él, mientras otro asesino quiere matarle también. Lo excesivo del puñado de escenas de acción, los tiroteos y la violencia desmedida en ellos resultan cómicamente grotescas en su elaboración. Sin embargo, un cartón promocional de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) y la máquina arcade de Doom en un supermercado que se erige donde antes estaba su casa familiar advierten de su cuestionamiento de nuestra convivencia cotidiana con esos estímulos que se consumen y rechazan a la vez, que aquí se muestran como parodia, hipertrofiados.

La racionalización de la violencia en diálogos nos llevan también a ese universo intelectual “tarantiniano” desarrollado en otras cintas de la época como Natural Born Killers (Oliver Stone, 1994) o True Romance (Tony Scott, 1993). Sin embargo, el juego de seducción con Debi y la secuencia de la fiesta no deja lugar a dudas de los auténticos intereses de Armitage. La música en ella toma el control del tono y la narración, marcando los ritmos del montaje y dejando que la química entre Cusack y Driver hagan el resto según se suceden los incómodos reencuentros y progresa el romance como ha ido anticipando su metraje. Allí se proyectan los miedos e inseguridades reprimidos, la visión del mundo e identidad a punto de colapsar del protagonista ante su pasado, hacia la ineludible conexión emocional con otra persona y a la idea de formar una familia. La búsqueda de uno mismo resulta al final el mayor de los desafíos para alguien capaz incluso de matar al presidente de Paraguay con un tenedor.

Escrito por Ramón Rey

 

El grano de mostaza (José Luis Sáenz de Heredia)

El grano de mostaza fue una de las películas más personales de José Luis Sáenz de Heredia, realizada en su etapa de mayor esplendor comercial y artístico. Ello se evidencia en el hecho de que el propio José Luis se encargó de presentar su producto recién salido del horno en un simpático arranque que compartió con la estrella del film Manolo Gómez Bur.

Nos encontramos ante una comedia de enredo, con tintes muy negros, ‹made in Spain› que asimismo bebe de la influencia del cine de Billy Wilder. De hecho, si en lugar de los rostros protagonistas pusiéramos los de Jack Lemmon y Walter Matthau esta película maldita del cine español sería considerada sin duda una de las mejores comedias de la historia del cine, pues nada tiene que envidiar en guion, mala leche, surrealismo, puesta en escena e interpretaciones a las grandes obras del cineasta austriaco.

La premisa argumental parte de esas historias narradas casi a tiempo real donde en una sola noche todo se torcerá para desgracia del protagonista, uno de esos hombres tranquilos, serios y recatados que huyen del caos y que, por ello, terminarán absorbidos por la fauna que habita las sombras nocturnas.  Así, uno de los puntos fuertes del film son sin duda sus escenas nocturnas, de matiz documental, que engalanan los mejores momentos de la representación.

En este sentido, seremos testigos de las vivencias de Evelino Galindo (Manolo Gómez Bur), un apacible y aburrido comerciante de porcelanas que durante una partida de dominó disputada en un club social madrileño verá su honor mancillado por la desfachatez y prepotencia de un joyero (Pepe Bódalo) que le citará a las 16 horas del día siguiente a una pelea a puñetazos.

Asustado por la corpulencia de su oponente, Evelino tratará por todos los medios de zafarse de su cita contando para ello con el “apoyo” del novio de la mejor amiga de su mujer llamado Leoncio Toledado (Rafael Alonso), un charlatán de ingeniosas ideas que intentará echar una mano a su nuevo amigo con el fin de ganarse su amistad y futuro apoyo laboral. De este modo a lo largo de toda una noche Evelino visitará lugares de mala muerte y se verá envuelto en mil enredos debido a los malos consejos de Leoncio. Entre otros comprar la cabeza de un muerto con la intención de culpar de su supuesto asesinato al joyero que amarga la existencia de Evelino, ocurrencia que provocará que la pareja arribe a una especie de prostíbulo flamenco para turistas frecuentado por un delincuente celoso de que su novia preste allí sus servicios.

La película es una auténtica maravilla y un perfecto ejemplo de cómo combinar con sapiencia y elegancia los mejores ingredientes de la comedia disparatada, negra y absurda partiendo de los elementos más cotidianos que girarán en esta ocasión en los alrededores más hilarantes de esa clase media española de mediados de los sesenta que disfrutaba de los efectos del desarrollismo.

El grano de mostaza es una perla divertida y extravagante, sabiendo sacar partido a los fundamentos del esperpento y el disparate para crear una especie de metáfora que demuestra que los grandes incendios y desgracias de la humanidad se originan a través de una pequeña chispa sin importancia.

A destacar el espectacular reparto encabezado por Manolo Gómez Bur y Rafael Alonso a los que acompañan los mejores secundarios del género de revista de la época como Gracita Morales, Rafaela Aparicio, Antonio Garisa, Amparo Soler Leal, Pepe Bódalo o Rafael López Somoza por señalar algunos nombres. Todos ellos espléndidos en lo que mejor sabían hacer, hilvanar un enredo inexplicable para tejer un vestido de alta costura satírica y cómica.

Escrito por Rubén Redondo

 

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