On Falling (Laura Carreira)

Ligeramente encorvada, de aspecto retraído, Aurora es otra de tantas inmigrantes que ha tenido que marchar de su país en busca de mejor fortuna. Pero no por su apariencia rehúye la joven un contacto con su entorno que se empezará a estrechar tras conocer a Kris, su nuevo compañero de piso. Laura Carreira define, de hecho, el estado de la protagonista siguiendo con su cámara a la actriz que le da vida, Joana Santos, que a través de la gestualidad parece comprender a la perfección los recovecos de su personaje. Primero resaltando una rutina que se hace patente en sus planos iniciales, y evidencia cómo se genera un vacío difícil de llenar; y en especial en sus interacciones: cuando un compañero la detiene, se antoja fácil palpar una cierta incertidumbre al querer proseguir con su tarea, a la par que entrever ese periplo bordeado por una cierta soledad.

Lejos del almacén cuyos estantes recorre Aurora en busca de códigos que escanear, no hay mucho más: tareas desde las que complementar su día a día y un merecido descanso. La cineasta portuguesa matiza en dicho proceso, que hasta la protagonista describe de forma casi inconsciente al afrontar una entrevista de trabajo, las riendas de un mercantilismo explotado hasta las últimas consecuencias. No es baladí que cuando Aurora es identificada como una de las ‹pickers› más eficaces del almacén reciba un premio a cambio —aunque sea en forma, casi como si de la extensión de una broma cruel se tratara, de chocolatina—, y cuando se dispersa debido al agobio generado por sus problemas económicos, sea reprendida por uno de los encargados del lugar —con, en apariencia, buenas formas, que no ocultan sino un modo de advertir que el rendimiento no está siendo el adecuado—. Todo ello apunta en una línea que Carreira refuerza a través de metáforas visuales sencillas pero, a fin de cuentas, eficientes.

On Falling funciona, de este modo, mucho mejor en las distancias cortas: cuando opta por sintetizar con naturalidad aquello que busca exponer, en lugar de añadir matices forzados —la muerte de ese compañero de trabajo, la dilatada escena de la ducha…—. De hecho, halla esa humanidad por la que parece pugnar Aurora en su recorrido cuando, de repente, encuentra en su entorno voces desde las que huir del hábito, del encierro impuesto. Es en ese punto donde el film respira y habla con voz propia, permitiendo que aquello en apariencia simple sea lo que logre romper con la monotonía, con lo establecido. Pero, presa por su condición, Aurora vuelve a caer en una circunstancia sobre la que Carreira insiste en demasía. La tesis de la cineasta queda clara, y se afianza en múltiples aspectos que revelan una escritura comedida y un trabajo visual en ocasiones notable, pero quizá a raíz de enterrar un aspecto emocional desde el que había logrado sobresalir.

La secuencia de cierre, tan en apariencia baladí como en el fondo oportuna, donde de repente el ambiente se torna distendido, y sus personajes vuelven de nuevo a tomar aire, da un merecido desahogo a una obra demasiado obcecada en retratar los asideros de un capitalismo salvaje. Un aspecto que, no obstante, ni mucho menos entierra las más que sobradas virtudes del conjunto. La debutante dialoga con convicción mediante un aparato formal constituido con talento, que incluso sabe cómo otorgar espacio a sus personajes —en esa visita de Aurora a una tienda de cosméticos— sin necesidad de apartar la mirada de aquello que cree conveniente. Su mejor baza, no obstante, es sin duda saber levantar con destreza ese manto, estrechado por la precariedad, llamado mundo laboral, y reconocer en él algo más que herramientas: personajes con inquietudes y pesares, pero también una complicidad y humanidad que logra hacer brotar en los mejores minutos de On Falling.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *