Nona. Si me mojan, yo los quemo (Camila José Donoso)

La directora Camila José Donoso nos trae este curioso hibrido entre ficción y documental en el que conoceremos al personaje de Josefina (la abuela de la realizadora), una entrañable señora que parece tener el vicio de la piromanía. Y dije “parece” pues en este trabajo es difícil identificar si lo que vemos es verdad o fantasía, ya que las escenas ficcionadas en las que el personaje recorre parajes, interactúa con extraños y realiza lo que parece ser un ritual de fuego se entremezclan con tomas de entrevistas, acciones cotidianas y demás material de archivo documental sin que haya claridad de si lo ficcional surge de lo real o es al revés. Quedará de tarea para el espectador deducir cuál es la intención de esta mezcla donde la piromanía parece esconder algún significado profundo en relación con la vida de Josefina.

Son diversos los temas que se discuten a lo largo de la película, entre ellos la posición de Josefina como lo que se puede considerar una mujer de rol clásico, que está acostumbrada a dedicarse a las labores del hogar, a sus hijos, a su esposo y que ha aprendido a entender y llevar la vida de esta manera; también está el problema de las cataratas que hacen que la señora pierda la vista de uno de sus ojos, malestar que le causa ardor y constante fastidio; así como encontramos una pequeña reflexión sobre los tiempos de la dictadura de Pinochet y las formas en las que tuvo que sobrevivir bajo aquel régimen. Por momentos, estos temas parecieran conectarse con el deseo de fuego, ya sea como una reacción reprimida o como una metáfora de la misma ebullición al interior del personaje, porque esta pasión es algo que se esconde, que en general es difícil de notar ya que Josefina parece ser en casi todo momento (y en especial en los segmentos documentales) una señora tranquila, afable e inofensiva que no se corresponde con su versión pirómana; otra posible relación entre el fuego y el personaje se sucede a razón del exterior, pues son constantes los incendios que se suceden alrededor y que puede que traigan un halo contagioso, corrompiendo hasta el mismo recipiente fílmico ya que buena parte de los videos del material de archivo se notan dañados, como si hubiesen sido maltratados por el paso del tiempo, que de repente los va a convertir en cenizas. Es difícil a ciencia cierta hacer una interpretación definitiva de las imágenes y el trasfondo, más aún con el extraño manejo del componente ficcional que, de hecho, es el que abre y desencadena los acontecimientos, y por lo mismo a veces da la impresión de que es el que los origina, como si la realidad se sumara a la fantasía y se entrelazaran forjando una cadena donde ambas se pierden al hacerse indisolubles, como un cadáver exquisito en el que al final de cada retazo partiera otro plano que tratara de continuar al anterior sin un destino premeditado, creando una fantasía sin horizonte.

La cinta es un experimento cuanto mas interesante que vale la pena resaltar al menos por sus exploraciones narrativas, aunque la dificultad para poder relacionar los hechos sí termina siendo un problema a la larga que hace que uno como espectador quede sin saber si lo que vio tiene algún trasfondo, orden o la intención de transmitir alguna idea o emoción en concreto, o si solo es un amasijo de secuencias inconexas que están puestas juntas de manera circunstancial; de nuevo, la técnica empleada a veces parece crear conexiones y merece la pena ver si el desarrollo de la misma puede dar en un futuro obras de un valor mas evidente.

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