Molins ’13: Palmarés y conclusiones de la SO de largometrajes

Found

La Sección Oficial crecía este año dejando cuatro títulos más para el debate, y entre su selección había films que ya venían con cierto colchón (la confirmada a última hora Wither en sustitución de The Penny Dreadful Picture Show ganó en Nocturna, I Am a Ghost también salió reforzada del festival madrileño), otros bastante esperados como el debut de Rob Grant con Mon Ami y la canadiense Discopath de Renaud Gauthier. Además, las ya habituales sorpresas dieron juego en un palmarés que dejó títulos muy curiosos a reivindicar. A continuación, los revelamos junto a un pequeño repaso de lo que pudimos ver, que por desgracia no fue lo mismo que la pasada edición.

Mejor Película: Found de Scott Schirmer
Mejor Director: Lorenzo Bianchini por Across the river
Mejor Interpretación Femenina: Anna Ishida por I am a ghost
Mejor Interpretación Masculina: Gavin Brown por Found

Found, pues, daba la sorpresa llevándose hasta dos galardones, y es que esta producción independiente de terror llegaba más con la vitola de curiosidad, y al final terminó sorprendiendo al obtener el máximo premio ante propuestas tan poderosas como algunas de las citadas anteriormente, en especial Mon Ami y I Am a Ghost. Por otro lado, el jurado destacaba la interpretación de Anna Ishida en I Am a Ghost por llevar buena parte del peso del film y resultar imprescindible en la consecución de un resultado final que gozarán los aficionados del cine más sobrenatural, que aquí toma cauces inesperados. Por último, la mejor dirección fue para Lorenzo Bianchini con su Across the River en un trabajo que el público acogió con mucho interés pese a las dificultades técnicas que surgieron durante su proyección.

I Am a Ghost

Iniciando el repaso con los trabajos que ya venían reforzadas por el boca a boca, Wither ofreció exactamente lo prometido: una posesión infernal a la sueca, autoconsciente y juguetona que, sin necesidad de dotar del habitual humor de la saga de Sam Raimi (de hecho, en ese aspecto se parece más al remake ejecutado por Fede Álvarez), sabe jugar sus cartas a un todo, construyendo incluso momentos dramáticos que no desmerecen el trabajo realizado por Laguna y Wirklund. Como es obvio, no faltan escenas sangrientas para otorgar al espectador precisamente lo que reclama en un trabajo de estas características, además de escenas muy bien resueltas, algún que otro personaje con el suficiente carácter y muchas ganas de deleitar al respetable. I Am a Ghost, por otro lado, supone un mayúsculo giro de tuerca al género sobrenatural donde el punto de vista protagónico se centra en un fantasma que vive atrapado en sus recuerdos, y que con la ayuda de una medium intentará escapar de esa condición para liberar una casa que considera su hogar pero, como es habitual, han habitado nuevos inquilinos. El tremendo uso del montaje (mediante corte) y la imagen que realiza H.P. Mendoza es uno de los principales motores de este trabajo que termina deveniendo un puzle que el espectador deberá recomponer para llegar a una de esas conclusiones donde el tremendo clímax se antoja tan clave como la interpretación de Anna Ishida, que se erige como una de las grandes bazas del film.

El cine canadiense llegaba por doble partida con dos trabajos bien distintos: del primero, Discopath, ya hablamos ayer en una reseña que dejaba claras las intenciones de Gauthier: ejecutar un ejercicio de nostalgia envuelto en «trash» que dejaba atrás el espíritu formal de las propuestas actuales para realizar una propuesta en la que no faltan las constantes habituales del «slasher», desde alguna que otra sanguinolienta escena e incluso otras donde, sin necesidad de hemoglobina, la planificación se antojaba primordial para dotar de carácter al film, hasta ese punto de enajenación necesario para introducirnos en la mente del «psycho killer» y, en consecuencia, en las entrañas del horror. Mon Ami, otra de las que disfrutamos durante la maratón, es el sorprendente debut de un Rob Grant que confía muchas de sus posibilidades en el dúo protagonista: Mike Kovac y Scott Wallis son capaces de sostener la relación central de esta suerte de «buddy movie» cuyos momentos humorísticos sostienen una ópera prima donde Grant demuestra saber medir a la perfección tanto los compases como esa mixtura que ejecuta en alguna ocasión bordeando el thriller o dotando de compases más dramáticos al film. Sin duda, Mon Ami es una de esas cintas que nos descubren a un talento que también trabaja a la perfección el montaje y es capaz de urdir un film sin desperdicio alguno.

Mon Ami

Para terminar los dos últimos títulos a los que pudimos asistir, nos queda ese «rape & revenge» llamado Savaged y dirigido por Michael S. Ojeda que, ante un fantástico planteamiento, no sabe sacar el suficiente partido a una de las premisas más locas de la temporada: no es que Ojeda realice un mal film o esté mal acabada, de hecho sus efectos especiales resultan más que decentes y las primeras secuencias de casquería son tan divertidas como motivadoras. Quizá ahí reside el defecto principal del film, y es que Savaged arranca en esa faceta con tanta fuerza, que lo que viene a continuación se antoja básicamente insuficiente; ello, y los constantes escarceos dramáticos, con una banda sonora que deja bastante que desear, hacen del debut de Ojeda un trabajo entretenido y curioso que se queda a las puertas de lo que podría haber sido. En cuanto a V/H/S/2, raro será el aficionado al cine de género que no se haya enfrentado a ella, y es que la unión de talentos como los de Wingard, Evans, Barrett & Cía prometía una segunda entrega apoteósica, y donde la primera parte tenía una cohesión que esta nueva incursión no pierde, aquí nos topamos con algunos de los mejores momentos de un film episódico durante los últimos años: el inquietante fragmento de Wingard posee la suficiente miga como para aterrar lo suficiente, el episodio de Hale y Eduardo Sánchez es tan hilarante como imaginativo poniendo el mondo zombie en un terreno más tangible que la dota de la genialidad suficiente, la parte de Evans y Tjahjanto es, simple y llanamente, una de las obras maestras en corto que haya dado el género en años: enajenada, alocada, ocurrente, intensa, brutal e imponente en un tren de la bruja cuyo segundo posterior es mejor que su predecesor, y el cierre perpetrado por Eisener, una de las incursiones en la temática alienígena más sólida e impresionante que, sin grandes alardes a nivel de guión, resulta de lo más interesante.

Quizá el film perpetrado por esas jóvenes promesas del terror entronca a la perfección con lo visto en Molins, donde el género es diseccionado desde la pariedad de distintas perspectivas y temáticas en una de esas citas que ningún aficionado debería perderse, y es que aun siendo consciente de sus posibilidades, el certamen catalán es capaz de descubrir cada año pequeñas joyas que, de no ser por Molins, quizá quedarían en la sombra.

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