Midnight Traveler (Hassan Fazili)

El director de cine afgano Hassan Fazili recibió en 2015 una noticia terrorífica: los talibanes habían puesto precio a su cabeza después de la emisión en televisión de su documental Peace in Afghanistan. El documental se centraba en el mulá Tur Jan, un relevante oficial de los talibanes que había decidido abandonar las armas y que poco tardó en ser asesinado. El aviso le llega mediante la llamada telefónica de un antiguo amigo que se había radicalizado en los últimos tiempos y formaba parte de quienes le matarían al momento si se encontraran cara a cara. De ser dramaturgo, realizador de documentales y series de televisión y regentar una cafetería, de repente se encontraba ante la necesidad de huir para salvar no sólo su vida, sino también la de su esposa —la cineasta Fatima Hussaini— y sus dos hijas Nargis y Zahra, de 11 y 6 años respectivamente. El documental Midnight Traveler es el resultado del registro de su viaje hacia Europa a través de la ruta de los Balcanes con la esperanza de ser acogidos como refugiados. Construido con imágenes capturadas a través de teléfonos móviles, su fundamento es el punto de vista subjetivo del director como elemento central del relato.

Este estatus de cineasta descubre un par de conflictos internos en la propia narrativa del film que son tratados en ella abiertamente por su director. Por un lado una cierta distancia se genera entre su familia con la situación en la que se encuentra y la de quienes le rodean en el proceso de captura de su realidad, a pesar de que igualmente tienen que cubrir trayectos enormes campo a través, hacinados en transportes o dormir a la intemperie. Una distancia que se revela artificiosa en todo momento pese a sus esfuerzos por manejar el estado emocional de sus hijas y los obstáculos que se encuentran por el camino. El estado de alerta constante, los miserables que se aprovechan de la situación de estas personas para obtener beneficio económico, las trabas burocráticas para aceptarles en instalaciones de acogida de refugiados y sus condiciones infrahumanas, el desinterés de las autoridades, el rechazo y la xenofobia de la población de los países de acogida supuestamente temporal. Lo vemos todo desde una definitoria primera persona sin edulcorar, pero también insuflando en su metraje cierto sentido optimista que a veces resulta forzado, como algo aspiracional de su crónica. La vida sigue en todo momento en ese tránsito a ninguna parte. Las terribles circunstancias en las que se encuentran siempre dejan espacio a instantes que podrían formar parte de la cotidianidad de cualquier familia.

Dentro de esto se encuentra también la mediatización de alguien dedicado al cine que por instinto busca la creación como forma de expresar su visión del mundo. La búsqueda de una de sus hijas destapa una confesión por su parte. El arte forma una parte tan crucial en su vida que por unos segundos se olvida de su hija para pensar en cómo rodaría el momento de encontrarla para transmitir su angustia y sus peores temores al respecto. ¿Debe dejar de grabar? Su perspectiva ya incluye esta manipulación, haciéndola visible para el espectador y manufacturándola con el montaje. Esta autoconsciencia en Midnight Traveler permite cuestionarse la misma naturaleza de la imagen documental y los inexistentes límites respecto a la ficción. Fazili al final impone su discurso sobre la descripción de su experiencia, que explica sin filtros las terribles condiciones y la eterna y agonizante espera a la que se resignan.

El hecho de que busquen asilo y no tengan un hogar ni un país al que volver no implica tampoco que eso defina su identidad. Él y su esposa son cineastas, son artistas, eso es lo que les provee de humanidad incluso en su tragedia porque lo han elegido así. Y es lo que intentan transmitir a sus hijas mientras los meses pasan y somos testigos de cómo crecen y maduran, de cómo se convierten en protagonistas activas delante de la cámara en un hogar tan improvisado y virtual como la película en la que se encuentran. Una película que permite que existan para nosotros y para el mundo, al darles visibilidad para los que estamos muy lejos de conocer su auténtica historia incluso después de verla hasta su final. Según un relato que debemos aceptar que sólo les pertenece a ellos tal como lo quieran compartir.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *