En casa los experimentos se hacen con gaseosa (de marca blanca, no vaya a ser que fracasen) pero a un experimentado director como André Téchiné no le faltan jamás rostros imprescindibles del panorama de su país para defender cualquier historia intimista que se le ocurra, algo que, con el tiempo, puede permitir que el hombre se deje llevar por la comodidad de querer contar algo preciso y que esos deslumbrantes intérpretes sean capaces de llevar todo el peso.
En el caso de Los vecinos (o el calado más humanista de su título original Les gens d’à côté), Téchiné espera que el carisma arrollador de Isabelle Huppert se apodere un relato muy sencillo con una pretensiones desbocadas. Lo que no sabemos es si realmente la intención del film es que recordemos con media sonrisa el poder vitalista de su protagonista, Lucie, cuando sale a menudo a hacer footing por el barrio (la Huppert corriendo es para comérsela). Los vecinos intenta ser una nueva historia dentro del apartado de cine social que conecta formas de vida totalmente ajenas a través del contacto más casual, pero utiliza herramientas un tanto forzadas para presentarnos a sus personajes protagonistas. Lucie es una policía enfadada con el sistema que desea volver a la normalidad, algo que nace desde una protesta teatral en la calle y una constante voz en off (narrada por la propia Isabelle Huppert) que nos intenta poner al día de los avances de su día a día. Desde esta postura, donde parece exponer a una mujer dura en apariencia y vulnerable tras toda una vida de varapalos, una ventana nos invita a observar la vida del resto. No se corta Téchiné a la hora de elegir nombres, pues son Hafsia Herzi junto a Nahuel Pérez Biscayart los elegidos como pareja joven que va a darle una nueva esperanza a la protagonista. Ella es un mero engranaje que facilita el entendimiento y él, pese a encontrarse como el personaje antagonista para la policía por su condición de habitual en las protestas ilegales, solo estimula explicaciones un tanto innecesarias.
Una vez puestas las cartas sobre la mesa, el director va dando apuntes de todo lo que quiere abarcar, pero no dejan de ser anécdotas que no insuflan suficiente energía al conjunto. Desde las injusticias que viven los policías como funcionarios, pasando por el activismo armado, las relaciones familiares, los fantasmas o las raíces africanas como un estímulo territorial que sirva de nexo, Téchiné nos quiere hablar de todo sin profundizar en nada, dejando que el tiempo pase y los objetivos se cumplan sin grandes alardes. Suerte tiene Los vecinos de contar con unos actores creíbles y capaces de enfatizar cualquier petición de guion, ya sea correr, bailar o ir en moto, porque en lo más minimalista, el tú a tú que genera esta dispar unión entre todos ellos, la película gana enteros, pero a rasgos generales, es difícil dejarse invadir por sus alegrías y sus penas.
El diario de Lucie tiene contenido suficiente para convertirse en un thriller pero queda más bien representado como una especie de novela rosa donde indagar en un juego de lealtades entre desconocidos que por proximidad se convierten en aliados indispensables. Quizá gritar con más fuerza todo aquello que le parece una injusticia o una verdadera representación de una sociedad que llega a unas mismas conclusiones desde bandos totalmente opuestos podría haber superado esta falta de interés por representar sus personajes más allá de los puntos álgidos de cada uno, lo que no quita que la película sea entretenida y cercana, una especie de cita con esa izquierda que está a la derecha y esas cosas del activismo de sobremesa que tan de moda se han puesto de nuevo. Mucho ACAB y pocas nueces.
