Family Portrait (Lucy Kerr)

Hablaba Lucrecia Martel en uno de los seminarios dentro del contexto del Primer Festival de Cine de la Universidad de Buenos Aires de 2023 de lo que supone el fracaso de las omnipresentes convenciones narrativas de la ficción para explicar o reflexionar sobre la experiencia humana. ¿Podemos describir nuestras vivencias encorsetándolas dentro del típico formato de arco dramático, en el que un conflicto provoca la acción de un personaje por alcanzar lo que quiere superando un obstáculo? La vida en muchas ocasiones trata de esperar a que suceda algo, de observar a tu alrededor lo que hacen las personas con las que te relacionas sin la posibilidad de influir en sus decisiones, de tener un compromiso que te obliga a dejarte llevar por el devenir de los acontecimientos, de silencio. Estas últimas afirmaciones podrían dar una idea general de lo que trata Family Portrait (Lucy Kerr, 2023), una película que lleva su propuesta naturalista al límite mientras sigue durante unas horas al grupo que conforma la extensa familia reunida en una casa en el campo que prepara su retrato familiar. Cuando la madre desaparece, la urgencia por realizar la fotografía parece desvanecerse y únicamente una de sus hijas (Katy, interpretada por Deragh Campbell) muestra interés por cumplir los planes y se obsesiona progresivamente con encontrarla.

En los primeros instantes del filme un trávelin sigue a varios pequeños y mayores, padres, madres, niños… cruzándose con sus propios intereses atomizados, que surgen como de la nada, como si de seres fantásticos que habitaran en el bosque se tratara. Este plano supone ya una síntesis de la narrativa de un relato impresionista que se construye principalmente a partir de planos estáticos sobre conversaciones colectivas en espacios en los que se cruzan los temas de conversación. Algunos intrascendentes, otros graves, combinan referencias a la cultura popular y el cine o los libros, con detalles y anécdotas muy personales de las vidas de todos ellos. La atmósfera —que va ganando en extrañeza según avanza el metraje— cuenta con la ayuda de una mezcla de sonido en la que el ambiente está siempre muy presente, dejando que el bullicio del interior y el exterior de la casa se mezclen con la banda sonora del entorno natural, los pájaros y un lago cercano. La fotografía aprovecha especialmente los elementos de decoración y arquitectónicos, creando asimetrías y utilizando la profundidad de campo tanto para potenciar su realismo, en conjunción con sus largos planos-secuencia, como para subrayar la presencia de varios actores y diálogos que concurren en un mismo espacio, sin interferir unos en otros.

La foto final, cuya realización se anticipa en el inicio de la película, no puede reflejar la diversidad de personalidades y formas de vida, los verdaderos conflictos a los que se pueden enfrentar los miembros de la familia, ya sean externos o internos. De hecho, la elección de Katy como protagonista podría decirse que es meramente arbitraria, aunque se escoja por su desproporcionado empeño en encontrar a su madre mientras que para el resto no implique ninguna preocupación. A partir de su rostro ausente cuando escucha las conversaciones en grupo encontramos una constante autorreflexión, imposible de expresar verbalmente. Porque a Lucy Kerr no le interesa tanto lo que pueda estar atravesando este personaje sino esta especie de soledad colectiva que se puede sentir cuando no se está realmente presente en lo que sucede a nuestro alrededor. Igual que la realización de la foto es un mero ‹macguffin›. Ya en una de las conversaciones previas se habla de la naturaleza engañosa de la imagen, de la posibilidad de falsearla. La propia idea del retrato familiar que represente la unión inequívoca de todos sus integrantes sin fisuras es una entelequia que no puede alcanzar a explicar la verdadera dimensión de las experiencias de quienes posan delante de la cámara y sus situaciones en el momento de capturar esa instantánea, que conlleva abandonar tu propia identidad para encajar en una idea falsa previamente acordada entre todos como la imagen que nos representa en sociedad, hecha no para nosotros sino para los demás, para los otros.

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