Cryptozoo (Dash Shaw)

Cryptozoo arranca con una pareja feliz teniendo sexo bajo las estrellas. Antes de que lleguen los créditos de apertura, el hombre ha sido empalado por un unicornio y ambos se desangran hasta morir. Y esto no es más que el principio de una vorágine salvaje de feísmo y obscenidad. El segundo largometraje de Dash Shaw, animador y artista del cómic estadounidense, es una de esas animaciones decididamente provocadoras, que no tiene reparo a la hora de, no ya romper tabúes, sino potenciar mediante su trazo y estética lo grotesco de su contenido.

Pero hablar de esta película como si de un mero ejercicio estilístico de provocación visual fuese no hace demasiada justicia a sus esfuerzos. Porque pudiendo regodearse en, simplemente, perturbar al espectador, lo cierto es que Shaw cuenta una historia, y es una historia con ambiciones de empatía y moralización. En concreto, la trama de Cryptozoo nos habla sobre un mundo en el que existen los denominados críptidos, seres considerados desconocidos por la ciencia pero que forman parte de los mitos. La protagonista es Lauren Grey, conservacionista de críptidos, que busca capturarlos para llevarlos a un criptozoo donde estarán a salvo. Una de sus misiones le lleva a seguir el rastro de un baku, monstruo capaz de devorar los sueños de las personas. En su búsqueda, Lauren se enfrentará a su némesis, un tipo del ejército que quiere utilizarlo con fines armamentísticos.

Esta aventura, por supuesto, deviene en una escalada de violencia que, siendo ésta la película que es, sólo puede desembocar en secuencias muy turbias. Pero en el camino también hay un espacio para el replanteamiento de los dogmas morales y de la bondad de la protagonista. Al fin y al cabo, la actitud de respeto y tolerancia hacia los críptidos choca con la misma idea del criptozoo, como lugar de encierro y exhibición, y la forma en que comulga con esa barbaridad crea un halo de ingenuidad en ella que comienza a romperse cuando su acompañante, una gorgona, le hace notar lo absurdo de sus estándares.

De este modo, el filme plantea una discusión interesante sobre las estrategias de conservacionismo y sobre el efecto negativo de poner a los humanos como eje central de las cosas, evidente y peligroso en el caso del militar, pero más insidioso en el caso de la protagonista que cree en su candidez estar haciendo un favor a las criaturas, cuando en realidad está coartando su libertad de movimiento bajo un filtro de protección, convirtiéndolas en curiosidades de circo y engañándose a sí misma al afirmar que los críptidos se encuentran en un santuario. Este desarrollo de ideas fácilmente se convierte en el elemento temático con más jugo de la película, no porque el resto sea malo, que no lo es en absoluto, sino porque es más plano, más visto y en consecuencia más predecible.

A nivel de puesta en escena, destaca en Cryptozoo la ya comentada estética feísta. Diseños grotescos y en ocasiones chocantes para la multitud de seres mitológicos que lo habitan, una suerte de valle inquietante constante; también en las escenas violentas o explícitas, donde el espíritu provocador de la cinta entra de la forma más burda y eficaz. Un efecto potenciado por la animación de movimientos escasos y poco fluidos, una suerte de collage de recortes breves en dos dimensiones y transiciones de escena muy evidentes y subrayadas, que crea un estilo propio y muy interesante. Tal vez tiene su mayor carencia en esos intentos de evocar la psicodelia, que me resultan torpemente insertados en una obra que ya es muy poco convencional a nivel visual y que desconcierta más con su contraste de conceptos que con cualquier ornamento lisérgico.

Las costuras de la cinta me parecen evidentes. Ya sea en la historia, con ese villano militar que no logra captar el interés de otros elementos debido a lo arquetípico de todas sus acciones, o en lenguaje visual con esos intentos de confundir e hipnotizar los sentidos que no creo que tengan demasiada razón de ser. Pero lo que se sobrepone a todo esto es una animación única, chocante tanto por los límites a los que lleva su estética como por la perspectiva eminentemente moralista por la que opta, alejándose de la provocación vacía y alcanzando algunas secuencias de un intimismo muy logrado dentro de este envoltorio tan consciente de su capacidad de repeler y romper los esquemas. Al final, con sus evidentes fallos y pretensiones no del todo logradas, queda una película que sí interesa y sí llega a atrapar, y que como animación underground resalta con un estilo propio.

Puedes ver Cryptozoo en Filmin:

https://www.filmin.es/pelicula/cryptozoo

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