Europa vive de espaldas a sus propios problemas, algo que alimenta el fuego de Behind the Haystacks, debut de Asimina Proedrou, película que nos traslada al año 2015 y nos limita a una zona de guerra con aquella que mira de reojo lo que ocurre desde la otra orilla del lago Doira, que divide Macedonia del Norte y Grecia. Esa vertiente política se caracteriza en esta ocasión por el drama familiar que nos lleva a ver una misma problemática desde tres puntos de vista, asemejándose a esa antigua historia de Ryūnosuke Akutagawa que se edifica a partir de testigos de un mismo hecho con opiniones muy dispares.
Stergios, Maria y Anastasia son los tres pilares de una fatídica forma de vida. Acuciado por las deudas, el patriarca se enfrenta a su día a día con la necesidad de encontrar soluciones rápidas, las que nunca son adecuadas. La madre sirve de vehículo entre padre e hija y se siente apegada a sus creencias religiosas, unas que cambian de la palabra al acto. Todo ello choca con la hija, que frente al salto generacional evidente intenta disfrutar de su juventud como futura artista y con sus primeros amores. Para que todo funcione a un tiempo, solo se necesita basar estos hechos en mentiras, que unen y separan a la familia.
Proedrou divide la película mediante1 tres registros diferentes ensamblando el drama con el thriller, y permitiéndonos construir una historia compleja a partir de las pinceladas que deja entrever en cada episodio. Se aleja así de la sequedad e ironía con que se ha afrontado el cine griego en los últimos años, buscando una voz propia para hablar de las miserias más mundanas, obteniendo una película oscura y densa, donde las desgracias no le son ajenas a ninguno de los implicados, que sabe contrastar sus escenarios, siempre creando el conflicto nocturno y afirmando las mentiras a plena luz del día.
Mientras las interacciones familiares se sostienen a base de silencios, son las personas que les rodean quienes hacen que el conflicto nazca y muera. Un cuñado con extraños negocios se pavonea con sus privilegios para tentar al padre ante sus necesidades; un cura que niega la piedad a los necesitados por ser foráneos; un joven amigo de la familia que eclipsa a la hija y lucha por una igualdad inexistente. Todos ellos definen las situaciones límite en las que se ve envuelta la familia, para reformular preguntas sobre la identidad que afecta de un modo diferente a cada uno de los protagonistas. Entre lo delictivo y lo moralista, se van afianzando los rasgos de una película con suficiente material para mantener la intriga hasta conseguir una imagen completa al contemplar todos los episodios, donde esa realidad deformada por los intereses de cada personaje solo admite la culpa como principal resultado.
Behind the Haystacks consigue una imagen cruda de una Europa aparentemente acomodada que convive con sus propios lastres, mostrando el lado oscuro de una sociedad todavía contrariada a la hora de ayudar al prójimo, mientras desmitifica los ideales familiares y echa por tierra, de paso, algunos de los principales pilares institucionales y eclesiásticos en lo que podría tratarse de un simple drama, pero que con inteligencia sabe imponer otros géneros para contextualizar sus decisiones. Es imperfecta pero atractiva, y una verdadera bofetada con la mano abierta al enfocar el declive de sus personajes durante esa incesante búsqueda de la felicidad colectiva, que les lleva a todos ellos a sentirse muertos por dentro, cuando aparentemente nada ha sucedido a su alrededor.