La alternativa | Ulises (Mario Camerini)

El director italiano Mario Camerini, principal exponente de las comedias de “teléfono blanco” populares durante el régimen fascista, y con una longeva carrera que le llevó desde el cine mudo a los años 70, asumió el reto de adaptar el poema épico La Odisea de Homero, que narra las aventuras de regreso del héroe Ulises a su Ítaca natal, de la que es rey, tras la victoria en la guerra de Troya, mientras que en su hogar le esperan todavía su esposa Penélope, acosada por unos pretendientes sin escrúpulos que han ocupado su palacio, y su hijo Telémaco.

La adaptación, que reduce significativamente el contenido de las aventuras de Ulises y modifica ciertos detalles de las mismas, toma sin embargo una estructura narrativa similar, presentando en primer lugar la situación de Penélope y Telémaco, y el protagonista de la historia aparece algo más avanzada la trama, ya en el reino de los feacios, donde tendrá una aventura romántica con la princesa Nausicaa mientras trata de recordar quién es y como llegó hasta allí; hasta que un día, mirando el mar, comienza a recuperar la memoria, lo cual le permitirá regresar a su hogar.

Teniendo en cuenta el que es sin duda el atractivo principal, el componente fantástico-mitológico y el de la aventura de Ulises de regreso a su casa, llama la atención lo extendida que está la parte de Nausicaa, generando una incertidumbre notable en el espectador respecto de qué le sucedió, y al mismo tiempo resultando tal vez demasiado alargada, lo cual sin duda repercute en el ritmo del film y obliga a prescindir de diversos episodios del poema. Esta decisión, que probablemente se tomó por decisiones presupuestarias al no contar con los medios para realizar una épica de la medida de las grandes producciones de Hollywood, reduce a tres los eventos sucedidos en el viaje de Ulises: el encuentro con el cíclope Polifemo, el recorrido a través del mar de las sirenas y la estancia en la isla de la hechicera Circe. Pese a la excelente recreación de estos tres eventos, en particular la inquietante secuencia de Polifemo, que está dirigida por Mario Bava, habitual por entonces como ayudante de dirección en producciones épicas del estilo y posterior referente del ‹giallo›, la sensación que genera es de que no se conoce lo suficiente a los compañeros de viaje de Ulises, y en mi opinión el peso, tanto de los años de su accidentado recorrido por el mar como de la pérdida de toda su tripulación, se siente menos de lo que se debería en el protagonista. En este sentido, la medida del tiempo transcurrido se transmite mucho mejor en la manera en que Penélope vive la ausencia de su esposo, se resigna y poco a poco se va desesperando.

Esto no quita que Ulises sea un personaje muy bien construido, interpretado con gran eficacia por un Kirk Douglas que se volvería habitual como actor principal de películas épicas y de aventuras, y con una personalidad atractiva que destaca por su carisma, su astucia, y por una arrogancia que la película subraya en gran medida como fuente de sus desgracias, incidiendo en su desafío al dios Neptuno. Curiosamente, en una historia en la que los dioses tienen un rol fundamental, al influir el destino del protagonista de maneras trágicas, la ambigüedad al respecto es constante, ya que no aparecen en ningún momento directamente ligados a nada de lo que sucede en la historia; lo cual lleva al protagonista a cometer todavía más imprudencias que le condenan a él y a sus tripulantes. En ese sentido, su regreso finalmente triunfal, aceptando y abrazando su mortalidad y encomendándose junto a la fiel Penélope a la diosa Atenea, benefactora de Ítaca, puede leerse como una lección moral para el protagonista, en la que reconoce su lugar como humano y frente a los dioses tras haberles desafiado repetidamente.

Ulises, pese a resultar descompensada en ciertos aspectos importantes de su narrativa, es con frecuencia emocionante, está rodada con pericia, y hace un uso espectacular de sus recursos limitados, con unos efectos especiales admirables incluso hoy en día y un énfasis en elementos aparte del puramente aventurero que, si bien no borra la sensación de que queda a deber en este aspecto y deja con ganas de más, sí logra construir personajes y relaciones muy convincentes. Por momentos, las desventuras de Penélope —una excelente Silvana Mangano en un rol doble muy complicado, ya que también interpreta a la implacable Circe— y Telémaco en palacio me resultan más emocionantes incluso que la odisea de Ulises, y pese a que esto no sea, en mi opinión, lo óptimo en una película que define su propósito principal en recrear la épica de las aventuras del héroe, el resultado de estas secuencias es igualmente satisfactorio. De una u otra manera, la toma de decisiones termina funcionando y resultando en una historia muy entretenida, de narración sólida y siempre coherente con sus mensajes, y con un peso emocional notable.

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