La cura de Yalom (Sabine Gisiger)

A muchos ni siquiera les sonará el nombre de Irvin D. Yalom, pero lo cierto es que su figura está lejos de ser baladí en el país que le vio nacer, Estados Unidos, donde ha aglutinado varios premios por su labor en el terreno de la psicoterapia y alguno de los libros que ha escrito se han colado entre las listas de los más vendidos. De ideas existencialistas, destacando su análisis de cuatro pilares de la condición humana como son el aislamiento, la falta de significado, la muerte y la libertad, es uno de los pensadores de esta corriente más importantes en el panorama actual.

Ahora, la cineasta suiza Sabine Gisiger dirige un documental sobre su persona. La cura de Yalom (Yalom’s Cure) es el fruto de tres años de trabajo por parte de la directora, que reconoció haber tenido complicaciones a la hora de encontrar una adecuada viabilidad financiera. Realmente no debe ser fácil producir una obra de estas características, pero por lo interesante del personaje y su reputación tanto al otro lado del charco como en Israel (donde sus libros también han tenido buenas ventas, fruto de sus interesantes tesis sobre la religión judía) son motivo suficiente como para entender que Gisiger decidiera dar semejante paso.

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Una de las cosas más bonitas del cine documental es que en muchas ocasiones no tiene por qué interesarte el tema o estar de acuerdo con lo que plantea el director para que, al final, la obra te impacte de alguna manera. ¿O alguien despreciaría la fuerza visual de la filmografía de Leni Riefenstahl sólo por su ideario nazi? Sin embargo, en La cura de Yalom hay poco margen de maniobra. Si uno acude a ver el documental conociendo buena parte de la obra del protagonista, estará ante una magnífica ocasión para conocer varios de los aspectos de su vida sin que le cuenten lo que ya sabe. En el caso contrario, es decir, acudir a la película conociendo poco o nada sobre Yalom, el visionado se convertirá en una sucesión de imágenes de alta valía (sobre todo en los exteriores) pero cuyo texto actúa con un punto de somnífero al no profundizar en la vida profesional del personaje.

Ésta es la principal característica de La cura de Yalom. Se centra mucho, demasiado, en la vida personal del psicoterapeuta y deja muy de lado su legado profesional. Intenta humanizar al protagonista, pero al final lo que sucede es que termina por despersonalizarle, lo que se nos muestra podría ser la vida de prácticamente cualquier persona, hay pocos sucesos en la carrera de Yalom que se pudieran valorar como extraordinarios teniendo en cuenta la elevada reputación de su figura.

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Gisiger opta por dotar a su obra de un ritmo muy tranquilo, algo que resulta bastante agradable de cara al espectador, pero que desprende un punto de paradoja al tener en cuenta los escasos 77 minutos de duración. Con tan poco tiempo de cinta, lo lógico habría sido ir más al grano, condensar los hitos más importantes de la vida de Yalom para a partir de ahí ir derivando a anécdotas personales, en vez de tratar de abarcar su vida desde su nacimiento a la actualidad. El estilo narrativo tampoco está demasiado claro, ya que la directora va alternando etapas sin seguir un claro patrón temporal, por lo que a veces es fácil tener la sensación de no saber exactamente cuándo sucedieron los hechos que se comentan. En cualquier caso, La cura de Yalom seguramente agrade a los que estén interesados en la cuestión existencialista, ya que a lo largo de esa hora y cuarto de metraje se van dando diversas claves sobre esta línea de pensamiento. Junto al buen aspecto formal, son los dos puntos fuertes del documental.

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