Un largo viaje (Jonathan Teplitzky)

Es innecesario decir que los horrores de la guerra no acaban con el armisticio, sino que persisten en la mente de quienes han combatido por toda la vida. Ni siquiera un superhombre sería capaz de dormir una noche del tirón después de estar ojo avizor durante el crepúsculo en territorio enemigo. Algo así es lo que se nos plantea en Un largo viaje (título muy distinto del original, The Railway Man), una película basada en hechos reales a través del personaje de Eric Lomax, un hombre que aparenta estar aturdido al conocer a la joven Patricia en un tren británico.

En breves instantes descubrimos que esta primera escena está narrada en flash-back a mediante una conversación que mantiene el propio Lomax con su amigo Finley. Este recurso de saltar de una línea temporal a otra será muy utilizado a lo largo de la película. De hecho, durante el primer cuarto de hora asistimos a un batiburrillo de secuencias que suceden en diferentes momentos. Por ejemplo, tras la escena inicial, la acción avanza muy rápidamente con el objetivo de explicar el enamoramiento y posterior matrimonio de los protagonistas y, acto seguido, una escena con tintes surrealistas da paso a un flash-back con la verdadera razón de ser de la película: el joven Lomax luchando en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial y siendo posteriormente capturado por los japoneses. Unos nipones que, por cierto, aquí son retratados con una brutalidad tan férrea como alejada de la realidad.

Un largo viaje

Si bien la trama no resulta difícil de seguir durante estos primeros minutos (en parte porque no es algo que resulte demasiado alejado de lo corriente), hay que decir que el planteamiento es bastante mejorable. Meter tanta cantidad de información en pocos minutos con el objetivo de aliviar el metraje es algo que no siempre resulta cómodo de asimilar. En este caso concreto, la acción resulta atropelladísima, al intentar resumir el argumento lo que provoca es un sentimiento de desapego respecto a los personajes que no le vendrá nada bien al devenir de la obra. Es difícil remontar tan mala sensación introductoria, y de hecho no se conseguirá porque esta sensación de anarquía narrativa se mantiene, en mayor o menor medida, durante los 116 minutos de película.

El director de Un largo viaje es el australiano Jonathan Teplitzky, una figura poco conocida que hasta ahora había dirigido sólo tres películas (Better than Sex, Gettin’ Square y Burning Man). Sí resulta bastante más familiar el reparto escogido para dar vida a los personajes. A Lomax le interpreta nada menos que Colin Firth, cuyo retrato de hombre desecho por un negro pasado es más que notable por momentos, aunque la fuerza de su composición acaba cayendo en paralelo con el desarrollo de la película. La versión joven de Lomax está encarnada por Jeremy Irvine (protagonista de War Horse, por ejemplo), que tiene la suerte de disponer del que quizá sea el rol más interesante de la obra, y pese a que tampoco regala un trabajo de diez, su caracterización resulta convincente. Patricia es interpretada por la siempre bella Nicole Kidman, en un papel demasiado intrascendente pese a lo que en principio se podía imaginar. Hubiera estado bien tirar un poco más de su papel como esposa sufridora y que no sabe cómo controlar a un hombre deshecho, pero al final el personaje acaba teniendo muy pocos minutos como para cuajar. El cuarteto se cierra con el omnipresente Stellan Skarsgård, quien como en el caso anterior se ve notablemente perjudicado por la excesiva levedad de su personaje, un Finley que ni en la versión interpretada por el sueco ni en su versión joven de la guerra tiene tiempo suficiente como para que nos pueda llegar a preocupar. Mención especial a su escena final, fiel reflejo de lo que es la obra en su conjunto.

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Tanto hincapié en el trabajo actoral se debe a que son el principal reclamo de una película que podría haber dado muchísimo más. Un largo viaje tiene condimentos suficientes como para haber evitado todos los errores en los que cae, y eso que al estar la historia basada en hechos reales, el trabajo previo podría decirse que estaba hecho. Pero Teplitzky no ha dado con la tecla adecuada para plasmar la historia en imágenes y el resultado final, pese a que goza de ciertos pasajes interesantes, no termina de ser del todo óptimo aun tratando un tema valorado por muchos espectadores como es el de la Segunda Guerra Mundial en el lado del Pacífico.

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