Todo saldrá bien (Jesús Ponce)

Dos hermanas vuelven a convivir juntas ante el agravamiento de la enfermedad de su madre. Isabel abandonó hace unos años el hogar familiar para dirigirse a Madrid en busca de un porvenir que no ha terminado de encontrar, teniendo en cuenta su frágil vida personal y el hecho de que su jefe está tanteando despedirla del trabajo. Por eso, cuando regresa al pueblo para acompañar a Mercedes en la asistencia a la progenitora, un torrente de reproches del pasado y problemas del presente resurgirán y pondrán en un compromiso la amistad fraternal.

Todo saldrá bien es una película íntima que pretende dotarse a sí misma de un punto realista, captando los influjos propios y típicos de un pueblo español sin dejarse marcar por los ritmos de otro cine. Jesús Ponce (autor de 15 días contigo o Déjate caer, entre otros trabajos) es el responsable tras las cámaras de una cinta que se toma su tiempo para narrar esa relación fraternal de la manera más amplia posible, explicando subrepticiamente los detalles que les llevaron a separar sus caminos, cómo era su vida cuando eran jóvenes, qué problemas padecen en la actualidad y con qué perspectivas afrontan un futuro en el que su madre parece difícil que participe.

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En esta clase de películas que giran en torno a una complicada relación entre dos personas, es frecuente tomar partido por una de ellas. Sin embargo, en Todo saldrá bien resulta fácil empatizar con las dos protagonistas, ya que las virtudes y los defectos de cada una están tan marcados como bien distribuidos. Isabel ostenta la modernidad y el buenrollismo propios de una urbanita, pero también tiene accesos de ira fruto del estrés y antepone las preocupaciones profesionales a las familiares. Esto no le sienta nada bien a Mercedes, una mujer marcada por haberse quedado en el pueblo a cuidar de su madre en vez de emigrar a la ciudad, lo que le ha convertido en una persona austera y tradicional pero con el detalle de resguardar el espíritu noble que muchas veces termina por pervertirse en las grandes urbes. El cuidado de nuestros mayores, tantas veces a debate en las sociedades occidentales, adquiere también una importancia clave en la película.

De contenido sencillo, casi como si de un relato corto o una fábula se tratase, Ponce va desgranando progresivamente una trama que guarda varias sorpresas en su guión, algunos momentos de risa y otros de un fuerte dramatismo, que en un par de escenas incluso llega a generar intriga. Procurando no caer en spoilers, es necesario comentar en este apartado que el desenlace puede poseer una interpretación clarividente si uno está atento a lo que ha sucedido en minutos anteriores del film. Este final se antoja aceptable si bien no termina de casar con la línea seguida por el resto del film, una sensación que en definitiva constituye uno de los varios pasajes de esta obra ecléctica y repleta de cambios argumentales siempre en base a las discusiones que mantienen las hermanas.

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Aunque a la película de Ponce se le podría pedir algo más de firmeza a la hora de representar ciertas situaciones (el mencionado desenlace o algunas broncas fraternales), en realidad Todo saldrá bien termina cumpliendo con lo que parecía prometer: una representación de la vida de dos hermanas que con su vena natural se convierte en extrapolable para muchos ciudadanos españoles, pero con detalles propios (de nuevo, el final) que no nos apartan de saber en todo momento que estamos ante una obra dramática, lo cual no es necesariamente erróneo. El trabajo de las dos actrices, Isabel Ampudia y Mercedes Hoyos, se encarga de suplir posibles asperezas en el guión y lleva al film a aquel terreno en el que, lejos de cualquier perfección (que ni se consigue ni se intenta conseguir), todos sus aspectos salen bien parados.

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