The Human Hibernation (Anna Cornudella)

La sección Forum de la Berlinale presenta The Human Hibernation, la ópera prima de la catalana Anna Cornudella. Junto con La hojarasca de Macu Machín, completan el dúo de producciones españolas de esta 74ª edición del festival.

Es en la introducción de la película cuando se establece el ritmo pausado que tanto la caracteriza. En este sentido, se trata de un film radical y arriesgado, debe sumergir al espectador a través de lo visual y lo sonoro, sin poder contar con los diálogos. Aun así, lo consigue, con los planos fijos del bosque nevado, logra capturar el silencio, la gélida y aislada noche. Conocemos a Erin, un niño que ha salido de la hibernación demasiado pronto, puesto que esta es la premisa de la película: una sociedad en la que los humanos también hibernan.

A lo largo de estos primeros veinte minutos, la directora combina planos del niño desorientado con el sonido de su respiración y otros elementos naturales para recrear un ambiente inhóspito y desolado. La respiración de los animales se mezclan con las humanas haciendo imposible distinguir cuál es cuál. Cabe destacar que todo el sonido, excepto los diálogos, se ha construido en posproducción y la misma directora añade que aún no está terminado, ya que les falta presupuesto para hacerlo.

Al fin, empiezan a salir de sus refugios los humanos, cautelosos como los mismos animales. Conocemos a Clara, la hermana de Erin. ¿Pero cómo se reconocen entre ellos? A través del tacto y las caricias, una imagen curiosa que, según explica la directora, se basa en un caso real de una especie animal. Cuenta que investigó como hibernaríamos los humanos, en el caso de que lo hiciéramos y la respuesta sería algo así como los osos. Sin embargo, tomó la decisión de inspirarse en otra especie, la única que hiberna en grupo y que cuando sale no recuerda las estructuras y jerarquías familiares, por lo que se pelean para tratar de restablecerlas. Cornudella decidió sustituir esta pelea por un acto mucho más íntimo como son las caricias.

El género de la película es difuso, se mueve entre el documental y la ficción, lo pactado y lo improvisado. Se combinan imágenes de todo tipo de animales y sus procesos de apareamiento, migración e hibernación, así como también se juega con la idea de personificarlos, situándolos en el rol de los humanos como en la escena del karaoke, donde la audiencia está constituida por vacas.

En relación al guion, la directora explica que no estaba escrito antes del ‹casting›, sino que se realizó ‹a posteriori›, con las aportaciones de los actores. La película se basa en la siguiente narrativa: la obsesión de los humanos en querer entender la naturaleza y analizarla. Sin darnos cuenta de que como más lo intentamos, más lejos nos encontramos de conseguirlo.

En ese sentido, la película tiene un tono triste y cruel, que vemos ejemplificado en la relación entre el niño y las vacas. Estas son el primer animal que conocemos y en quienes confiamos para que salven al niño perdido. No obstante, no lo hacen, lo abandonan a su suerte. La crueldad también tiene su origen en un caso real animal, explica la directora. Algunas especies que no se alimentan lo suficiente antes de hibernar, se ven obligadas a abandonar su agujero para buscar comida y es entonces cuando se pierden y no logran sobrevivir.

Por último, también es relevante añadir que para la realización de este proyecto se ha seguido un modelo de trabajo colectivo y horizontal, sin jerarquías entre el equipo, los actores y los animales.

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