Si yo pudiera hibernar (Zoljargal Purevdash)

El habitual choque entre tradición y modernidad queda difuminado en Si yo pudiera hibernar. Ulzii, el protagonista, tan pronto está en su yurta, en la que vive con su madre y sus tres hermanos, como rodeado de modernos edificios, listo para entrar a las clases. Distintos escenarios conviven en una crónica que se aleja en cierto modo de algunos de los dilemas o tensiones habituales en cinematografías que continúan buscando su lugar, un pulso al que aferrarse. Ello no implica ni mucho menos que cineastas como la aquí primeriza, Zoljargal Purevdash, no tengan clara una vía desde la que dialogar, ante todo, con su presente. Porque la realidad social toma el peso adecuado sin ahogar a sus personajes en dramas que, a buen seguro coexisten en sus vivencias, pero no siempre delimitan la propia existencia.

Es en este caso la frágil situación vivida por Ulzii y su familia, con la ausencia del patriarca familiar todavía presente, aquella que dota de una complejidad distinta al relato. Como es obvio, frente a las dificultades maternas por salir adelante, surge la disyuntiva entre regresar a un hábito como forma de subsistencia o continuar conviviendo ante una coyuntura compleja, que incluso amenaza con dinamitar el núcleo familiar debido a las actitudes de la madre y la variedad de perspectivas que convergen en un mismo lugar. Pero la cineasta debutante no expone dicha disyuntiva como una confrontación, como un choque, sino como un modo de afrontar los compromisos vitales y decidir qué es lo mejor para cada uno.

Ulzii, ante la oportunidad arrojada por su profesor de física en forma de beca cuya posibilidad radica en la participación de un concurso, decidirá seguir su particular senda, continuar una búsqueda desde la que abrirse a una nueva perspectiva.

Purevdash crea a partir de esta pequeña crónica, repleta de contradicciones, alicientes y obstáculos a superar, un film que si bien en ocasiones dialoga sin tapujos a través de las palabras de su protagonista, que no duda en enfrentarse a su madre, destila una extraña ternura que se adhiere al mismo en el momento menos pensado.

La constitución del relato, que arroja las veces cierta crudeza —sin recrearse, midiendo el tono y siendo consecuente con aquello que propone— surgida de la incapacidad por confrontar esa nueva tesitura por parte de Ulzii, se modula siempre dotando de los matices necesarios a cada situación, por pequeña que sea.

De este modo, nos encontramos con una propuesta que, pudiendo incurrir en algún que otro tropo de este cine que bordea lo social pero se asienta en lo humano, se perfila en especial desde su mesura. Desde un saber estar que arroja aquello que podrían ser decisiones formales poco arriesgadas, derivando en algo mucho más sugerente: su capacidad por no desmoronarse ante la inclemencia del contexto concreto que transitan sus personajes.

Si yo pudiera hibernar toma forma ya desde su lírico título, configurándose como una pieza que desprende sensibilidad, y que aunque en ocasiones se pueda resentir por su propia modestia, por una falta de ambición mas que patente, sabe cómo otorgar un pequeño reducto al protagonista y sus tres hermanos para que todo fluya con naturalidad.

No estamos, en definitiva, ante una gran obra, pero su mayor cualidad es que ni siquiera lo pretende. Purevdash parece sentirse cómodo componiendo este diminuto pero nada desdeñable reflejo que nos acerca a esas realidades del continente asiático cada vez mas reconocibles (en cierto modo) para el público oriental. Y lo hace con el afecto propio de quien comprende dicha realidad sin juzgarla ni someterla a su mirada. Todo un acierto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *