Sesión doble: Hércules y la reina Lidia (1959) / Maciste contra el vampiro (1961)

Ese género italiano que sacó a relucir músculo y mito llega a la sesión doble, el peplum, con Hércules y la reina de Lidia, dirigida por Pietro Francisci en el año 1959 y Puños de hierro, también conocida como Maciste contra el vampiro, que dirigieron Sergio Corbucci y Giacomo Gentilomo en 1961.

 

Hércules y la reina de Lidia (Pietro Francisci)

Hercules y la reina de Lidia

Hércules fue el principal personaje del Péplum, un subgénero muy popular del cine italiano de finales de la década de 1950 y primer lustro de la de 1960. De hecho, se puede afirmar que esta corriente nació en 1958 precisamente con el estreno del filme que lleva el mismo nombre que la figura mitológica, y que puso en el estrellato al culturista Steve Revees.

Un año después, es decir en 1959, se estrenó Hércules y la Reina de Lidia, una especie de continuación de la película antes citada, rodada con el mismo equipo técnico, creativo y artístico. Esta cinta resultó mejor elaborada que su predecesora, por una hábil mezcla de conocidas tragedias griegas que dieron mayores elementos de aventura para que el famoso titán sobresalga con su tradicional fortaleza física.

No es una producción dotada de virtudes artísticas, pero posee elementos atrayentes que lo destacan dentro del mundo del Péplum como una de las aceptables propuestas de una corriente de por sí auto-limitada a satisfacer como sea las necesidades comerciales del momento, con productos hechos bajo moldes preestablecidos y en donde muy raro ver originalidad.

Si bien, este filme conserva los prototipos de personajes del subgénero, dota a uno de ellos de un magnetismo especial. Es el caso de la Reina de Lidia, interpretado por Sylvia López, una mujer fatal con un gusto lujurioso y extraño de coleccionar los cadáveres embalsamados de sus esposos, a quienes en vida les conquistó sólo para satisfacerse momentáneamente y luego asesinarlos para enviarlos a su museo. Una especie de erotismo macabro que sutilmente se disimula, aunque la impactante mirada de la emperatriz delata su morbo e intensiones enfermizas de conservar para siempre una postura que identifique a sus amantes.

Hércules y la Reina de Lidia fue la segunda y última ocasión en que Revees interpretó al popular héroe mitológico, y la que prácticamente lo ratificó como ícono cinematográfico, muy aceptado por el público de entonces. El imponente físico del culturista estadounidense, con su particular vestimenta y una poblada barba oscura al igual que su cabello, siempre bien peinado, fueron los elementos que ayudaron a personificar la figura del titán en las fantasías de una determinada generación de espectadores, especialmente niños y adolescentes.

El Péplum, luego de su etapa dorada, pasó a engrosar la cartelera de los cines de barrio y de vermouths dominicales, por algún tiempo. Fue en ese espacio que Hércules conquistó más a un público que veía en su fortaleza y en su manera de luchar contra los malvados un elemento de admiración. Y es que el permanente maniqueísmo que contenían los filmes de esta corriente sembró el interés de la gente para encontrar ídolos ficticios que llenen sus ilusiones de la personificación del bien.

Para destacar, la película contó con el aporte creativo del famoso Mario Bava, como director de fotografía, y con la presencia luminosa de la hermosa Sylvia Koscina, quien sin hacer mucho logra, por su físico, llamar mucho la atención.

La película fue un gran éxito en taquilla en su momento, pero luego cayó en la indiferencia al igual que el resto de lo que produjo el subgénero. Hoy, este tipo de cintas ya no son observables porque se han creado otras alternativas fílmicas muy superiores en su realización, con gran presupuesto y con elaborados efectos especiales. No obstante, el Péplum conserva su interés por sus características pintorescas y por la manera como manipuló complejas obras literarias de la antigüedad para estructurar historias llamativas, que den el contexto necesario para ubicar en acción a una serie de figuras mitológicas que, como Hércules, han quedado en el imaginario colectivo como los principales personajes del mundo que jamás existieron o, tal vez, sí.

Escrito por Víctor Carvajal Celi

 

Puños de hierroMaciste contra el vampiro (Sergio Corbucci, Giacomo Gentilomo)

Maciste contra el vampiro

Dentro del cine de género que alumbró en la italia de los cincuenta y sesenta, el Peplum fue un claro antecedente que sirvió de lanzadera para la evolución de la cinematografía trasalpina hacia parajes conquistados por el spaguetti western o el cine de terror más bizarro. Y es que los grandes autores del cine de género forjaron su talento en estos primarios Peplum que se alzaban como obras muy desenfadadas y libres donde desplegar sin ningún tipo de ataduras formales ni conceptuales el talento de unos autores que dieron lo mejor de sí en otros géneros que ostentan mayor aceptación en nuestros días.

Como alternativa a las películas protagonizadas por Hércules, los genios del cine italiano crearon una figura que adoptaba la efigie de un primitivo superhéroe (vestido únicamente por unos humildes calzoncillos de los que brotaban más fuerza que de mil capas y trajes biónicos) llamado Maciste. Muy influido por esos cómics que empezaban a seducir a los adolescentes de los sesenta (protagonizados principalmente por personajes deformados de patriotas del medievo o titanes de la Antigua Roma), Maciste se alzaba como un superhéroe preocupado por salvaguardar los intereses de las clases oprimidas en lucha por tanto contra esas fuerzas de la oscuridad y la maldad que esclavizaban a un pueblo carente de libertad. Sin duda una metáfora de esos liberadores de izquierdas (los guiones de estas películas fueron escritos mayoritariamente por intelectuales comunistas) que peleaban por un mundo más justo para esos trabajadores y campesinos pertenecientes al proletariado.

De entre todas las películas de Maciste, destaca sin duda esta Maciste contra el vampiro, cuyo guión fue escrito nada menos que por un dúo de genios: Sergio Corbucci y Duccio Tessari, siendo el responsable de dirigirla otra de las luminarias de la serie B italiana: Giacomo Gentilomo. Sin embargo, parece que el joven Corbucci ejerció labores de co-director sin acreditar, siendo ello un punto muy a favor para elevar el interés de la obra.

Como Maciste tenemos al legendario heredero de Johnny Weissmüller, el norteamericano Gordon Scott. Maciste contra el vampiro es una delicia esencial para entender el cine de género italiano de los sesenta. Su principal virtud se halla en su indefinicion y falta de contención. Puesto que la cinta combina con gracia y descaro el Peplum con el cine de aventuras medieval y el cine de terror. Todo un batiburrillo que lejos de caer en el más profundo de los ridículos seduce al más sibarita gracias a una puesta en escena muy atmosférica —donde se nota el talento del director de fotografía Alvaro Mancori para crear con escasos medios un ambiente malsano y enfermizo mediante una paleta de colores muy vivos— que solventará la locura de combinar el cine de la Antigua Roma con las intrigas palaciegas de las mil y una noches y con el cine de ciencia ficción más radical.

Porque Maciste contra el vampiro contiene todos los ingredientes y clichés que hicieron grande a este género. Un héroe hercúleo y solvente que es todo un espectáculo en las escenas de acción. Ciertos puntos gore como esas flechas que se clavan en los ojos de los pobres lugareños que sufren las embestidas de crueles piratas. También toques de ese cine de aventuras marinas y orientales. Asimismo una subtrama política descrita a través de la lucha del pueblo por zafarse de ese sátrapa que sangra con sus políticas totalitarias la libertad de la patria. Y por último una fantástica trama de cine de terror merced a situar como villano a un espíritu maligno —que aparecerá siempre entre brumas y sombras— que chupa la sangre de sus víctimas con el objetivo de crear un ejército de autómatas con los que conquistar el mundo. Todo ello aderezado por la presencia de dos bellezas antagónicas que hipnotizarán al género masculino con su presencia, unas fantásticas escenas de acción donde Maciste dará lo mejor de sí haciendo uso de su fuerza descomunal cargándose a todo enemigo que se atreva a encararle y finalmente una atmósfera marcada por un talante tenebroso y gótico —y en cierto sentido político— que convierte a Maciste contra el vampiro en una pieza bizarra del cine de género italiano totalmente disfrutable desde una óptica libre de prejuicios doctrinales.

Escrito por Rubén Redondo

 

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