Sesión doble: Dulce persuasión (2005) / Cold Weather (2010)

Nuestra doble sesión llega a sus pantallas con dos títulos de refrescante cine independiente que no está de más apuntar en las agendas: en primer lugar, la ácida comedia dirigida en 2005 por Marcos Siega y protagonizada por Evan Rachel Wood, Dulce persuasión, y el último trabajo en clave de una humorística intriga de Aaron Katz, una Cold Weather realmente refrescante.

 

Dulce persuasión (Marcos Siega)

Dulce persuasión no es una cinta que vaya a escandalizar a nadie, si bien habla sobre ello. Aunque asistimos a todo un circo desencadenados por los supuestos abusos sexuales de un profesor a tres de sus alumnas, no se detiene especialmente en ello ni tampoco van por ahí los tiros. Para eso ya esta David Mamet y su Oleanna (y todo lo que se reflexiona en dicha obra, que no es poco).

La película nos presenta una visión ácida y llena de mala leche sobre parte de la sociedad americana, fácilmente extrapolables  a otros lugares. Los dardos van en todas direcciones y no queda títere con cabeza. Además tiene algunas reflexiones muy interesantes y alejadas del simplismo que solemos encontrar en este tipo de películas. Estamos ante comedia mordaz que poco a poco y con el paso del metraje va perdiendo en frescura o parte de su humor negro para entrar en terrenos del drama.

Comenzamos con la presentación del colegio y sus habitantes aprovechando la llegada de una chica nueva al lugar. Rápidamente Evan Rachel Wood le ofrece su amistad y le pone al corriente sobre todo lo que debe saber. Es sin duda su personaje lo más interesante del relato y quien hace que las acciones avancen, haciendo que todo el mundo baile al son de su música. Disfrazada de amistad, comprensión y tolerancia, su personaje se mueve como una víbora que sólo ve en las otras personas nuevas formas de conseguir sus objetivos. bajo esa mirada de adolescente que no ha roto un plato, pronto descubrimos a una manipuladora que haría sonrojar al personaje de Milady de Winter de la obra literaria Los tres mosqueteros. Una arpía. Una auténtica zorra sin moral que sabe que lo que no se consigue con una dulce sonrisa o palabras bonitas lo arregla una mamada.

Tras una presentación maravillosa, afilada y donde nadie está a salvo de la visión crítica del director Marcos Siega (aunque buena parte del mérito se lo lleve el firmante del guión, Skander Halim), se pasa a destrozar lo políticamente correcto. Que tres chicas acusen a un profesor de abusos sexuales de manera falsa hará tambalear todo el universo que rige en esa escuela y en las vidas de los implicados. El tema es complicado (complicado para no acabar siendo simplista, se entiende), pero la resolución sencillamente maravillosa. Puede que el profesor no haya tocado en su vida a una menor, pero a lo largo de a cinta descubrimos que sueña en más de una ocasión con ello. Esto lo convierte en…¿en qué exactamente?  Cada uno saca sus propias conclusiones. Desde luego La «sociedad», la opinión pública o los medios de información, no salen bien parados. 

De todas formas, a parte de mostrarnos la fragilidad de lo políticamente correcto y donde los lados quedan desdibujados (todos acaban escaldados, nadie se salva), las conclusiones nos muestran a una Rachel Wood maravillosa (nunca ha estado mejor) y ya no como una bruja malvada sin sentimientos, sino como un monstruo a lo Frankenstein, que sufre por sus viles acciones pero que jamás se detendrá y como él, y aunque consiga todos sus objetivos, acaba siendo la persona más solitaria del planeta.

A pesar de sus baches argumentales, de lo poco apropiado de su estructura con saltos temporales poco lúcidos y de una segunda parte narrativamente más floja, sigue siendo una película harto interesante, divertida y sin hacer concesiones a nadie. Probablemente esto último tal vez fue lo que siempre nos gustó del llamado cine independiente americano.

Maravillosa.

Escrito por Pablo García Márquez

 

Cold Weather (Aaron Katz)

Tercer largometraje de Aaron Katz, se podría decir que Cold Weather aúna algunos de los complementos menos estridentes de la nueva ola de cine independiente promulgada por las filiales de las grandes productoras, y lo adereza con una mixtura de géneros realmente fresca y original, donde la intriga que compone el grueso del film no se siente como tal y ese tono tan despreocupado ayuda a, más que deconstruir (esos tiempos muertos en el coche, la resolución viniendo a la cabeza en el momento menos esperado, etc), redirigir un género al que le sienta realmente bien ese cambio de tercio donde la mayor tensión se puede palpar en una escena que realmente ni siquiera lo es, la de la huida, donde Katz opta por dirigir a su desgarbado protagonista como si en realidad todo fuera una pequeña gran broma y la resolución un despreocupado colofón donde cualquier atisbo de incertidumbre muere ante el modo de actuar de su principal eje, un Cris Lankenau que ya había participado en su anterior Quiet City, y cuyo aspecto y parsimonia ayudan acompañando un tono que es, quizá, la principal baza de Cold Weather.

De todos modos, lo que desemboca en un ejercicio de intriga poco o nada sostenida en la que los distintos enigmas planteados sólo parecen un modo de continuar con esa trama detectivesca que el propio cineasta norteamericano ya insinuaba en sus primeros compases, confiere las pistas adecuadas en un arranque que en realidad no es más que la extensión de lo que veremos luego, donde unos personajes con los que se puede empatizar más o menos (aunque es imposible no hacerlo en cierto grado, gracias en especial a ese soterrado humor que no requiere más que de sonrisas para estar presente) sientan las bases en diálogos, interacciones y gestos que no dejan de ser las del día a día de cualquiera, y que acompañarán a esa particular pareja formada por Carlos, un DJ ocasional, y Doug, un estudiante de ciencias forenses que aspira a ser detective, durante todo su periplo intentando llegar al fondo de un asunto que, a priori, ni siquiera va con ellos.

Es, no obstante y precisamente, ese pequeño detalle el que marca el carácter de una cinta que va a remolque de sus personajes sin mayor dificultad, concediendo el suficiente espacio para que el espectador se involucre mínimamente en el relato, pero a su mismo tiempo para que haga lo propio con cada intervención y retal de la historia de cualquiera de ellos, aunque ni siquiera tenga incidencia alguna en la trama. Cold Weather compone así un particular mosaico en el que pocos engranajes fallan, y los acordes indie son pronto sustituidos por una banda sonora muy acorde, así como las referencias culturales (sean del tipo que sean) no nos llevan más que a anticipar lo que puede devenir el trabajo de Katz, un trabajo del que algunos de esos llamados cineastas independientes que circulan por ahí hoy en día bien podrían tomar nota tanto en sus intenciones, como en su tono.

Escrito por Rubén Collazos

 

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