Revision (Philip Scheffner)

El título hace una doble mención.

En primer lugar se vuelve la mirada atrás sobre un caso nunca aclarado de un posible asesinato de rumanos de etnia gitana a manos de rubios y blancos alemanes cuando los primeros cruzaban la por entonces frontera de la Unión Europea desde Polonia a Alemania a principios de los años 90. Un caso donde la justicia se mostró tan lenta como estéril, la policía despistada y en donde en fin, queda claro la motivación xenófoba del caso gracias a la información aportada por el documental.

El documental se basa en entrevistas a todos los afectados, que tienen la cámara enfocándolos de frente en todo momento. Vemos sus caras mientras escuchamos las respuestas a unas preguntas que ya han respondido y se les ofrece la posibilidad de añadir algo más sino quedan satisfechos con sus respuestas. Esto consigue a su vez dos cosas. En primer lugar la sensación de objetividad total, pues los entrevistados tienen siempre una segunda oportunidad para añadir o incluso desmarcarse de lo que se acaban de decir. No es lo mismo responder a una pregunta sin la cabeza fría que escuchar lo que acabas de decir y tener la opción de replicarte a ti mismo. El problema es que a cambio se pierde frescura, la estructura se repite hasta el infinito e incluso se consigue perder interés por parte del espectador. Todo acaba por ser muy frío; tan aburrido como objetivo. Una pretendida objetividad no extensa de un punto de vista crítico que poco a poco va haciendo acto de presencia en la obra con unas conclusiones que se veían venir desde el inicio.

Tampoco se adquiere un orden cronológico claro. Pero aquí juega otra vez la mención al título de la obra. Porque Revision también es una desconstrucción del documental donde se nos plantea la cuestión de donde empezar o acabar y que se supone que lleva a qué. De hecho la mayoría de las entrevistas se inician con la voz del director preguntando a los entrevistados por donde comenzarían ellos a contar la historia. Son ellos los que van tejiendo el hilo del relato o los que al menos indican al realizador donde comenzar y donde acabar. Como si de una película de cine negro se tratara, volvemos a lugares y escenas anteriormente visitadas pero cada vez con más información. El recorrido es algo caótico, pero gracias a ello se dosifica cierta información. Aunque uno tiene la sensación de que es el cineasta Philip Scheffner quien guía todo esto siempre y que su pretendida objetividad no es tal. O al menos no necesaria.

No obstante y a pesar de los puntos menos positivos de la obra, su director sabe construir un relato lleno de ideas sugerentes (aunque comete el error de subrayarlo en ocasiones con su voz en off) a través de imágenes llenas de significado, como esas hélices de los molinos de viento eólicas deteniéndose lentamente mientras escuchamos el resultado de los juicios llevados a cabo a lo largo del tiempo para determinar las responsabilidades del caso, donde no por evidentes resultan menos acertadas las imágenes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *