Si de cine maldito se trata pocas producciones pueden tener un estatus tan claro como la que nos ocupa. Y es que la historia de esta cinta de Los 4 Fantásticos es tan o más interesante que la propia película. Estamos ante un film producido por el maestro de la serie B Roger Corman, hecho con un presupuesto exiguo, solo con la intención de preservar los derechos antes de su vencimiento. Algo que de entrada ya apunta a un desinterés brutal por los personajes y destinado, dada la naturaleza de estos, de ser poco menos que un desastre risible y vergonzante. Es evidente que algo de esto hay, al fin y al cabo se lanzó directamente a video para ser en retirado de la venta en pocos días dado lo espantoso del asunto.
Pero ¿es realmente una infamia de tal calibre? Pues la respuesta a la pregunta tiene naturaleza dual. Sí es cierto que las costuras de serie B (a veces casi Z) se ven por todos lados. Especialmente sangrante es todo lo que se refiere a unas interpretaciones lamentables y a un apartado técnico a la altura de joyas como la trilogía Carnosaurios. No obstante, incluso dentro de la modestia (por ser generosos con la palabra) del producto, los efectos especiales son mediamente pasables. Especialmente en lo que se refiere a La Cosa, que resulta especialmente entrañable y “creíble”. Del resto mejor ni hablamos.
Sin embargo el film resulta inexplicablemente entretenido y por momentos hasta disfrutable. Y eso es, ni mas ni menos, que por una sorprendente buena escritura del guión. La película sabe desarrollar bien a sus personajes, yendo al conflicto y siendo un film de orígenes, todo queda muy bien explicado sin necesidad de grandes alardes y sobre explicaciones innecesarias. Es decir, si eres fan de Los 4 Fantásticos no se siente como una invención deshonrosa de su historia y puedes entrar en su universo perfectamente.
La clave está en que por si fuera poco, no solo está bien escrita, sino que está perfectamente adaptada a la necesidad de tener un metraje conciso, que sabe ir al grano y que respeta en términos de fidelidad el espíritu comiquero que se le supone. Con ello la película fluye, tiene sus momentos dramáticos, su villano carismático y, sobre todo, divierte en muchos momentos a base de darle un tono casi de comedia. Si es voluntaria o no es indemostrable, pero el hecho de que la diversión no venga en base a reírse de la película sino con ella nos indica el buen trabajo, o como mínimo, el amor que hay detrás.
En definitiva estamos ante un producto que, por sus propias condiciones, resulta espantoso a nivel estético y que viene marcado por la desgana ejecutiva de hacer una película con todas las de la ley. Suerte que, como si de una rebelión se tratara, esta desgana no afectó a los que se encontraron con el encargo entre manos e hicieron algo artesanal, repleto de cariño, preocupación por salvar los muebles de la mejor manera y, lo más importante, demostrar un amor por los fans que pocas superproducciones actuales muestran a pesar de la cantidad de recursos y dinero invertidos.
