Kanimambo (Abdelatif Hwidar, Carla Subirana, Adán Aliaga)

Auspiciado por el prestigioso  productor  Lluís Miñarro (En la ciudad de SylviaEl brau blau, El cant dels ocells o  Singularidades de una chica rubia entre otras propuestas alejadas del cine de masas más conocido) nos llega el documental Kanimambo, que significa literalmente «gracias» en español.

En dicho documental nos adentramos en una mirada profunda sobre Mozambique, un país sacudido por la guerra de independencia y una posterior contienda civil que, unido a la enfermedad y el hambre, creó una sociedad que aún lucha por abrirse a la prosperidad con desigual resultado. El documental está dividido a su vez en tres historias, dirigidas por tres cineastas distintos, que intentan dar forma a los anhelos, esperanzas y derrotas diarias del país africano.

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Las tres historias nos hablan en primer persona de la lucha de los hombres y mujeres que pueblan el relato por una vida más digna con la particular mirada que tiene cada uno de los directores, tras su experiencia en la antigua colonia portuguesa.

Así, la primera parte de la cinta está desarrollada por el ceutí Abdelatif Hwidar (tal vez más conocido por su faceta como actor) y se centra en la historia de un padre y del hijo de aquel  que debe recorrer grandes distancias para salvar a su progenitor. Es, sin duda, la mejor historia de las tres. Luego, Carla Subirana (Nedar, 2008) detiene su mirada en las mujeres africanas representándolas en la historia de Madalena, una persona que por su condición de mujer tiene vetada algunas de las pocas oportunidades que se le ofrecen. Y para terminar, tenemos la historia de Adán Aliaga (La mujer del Eternauta, 2008, película que recuerdo que estuvo en Sitges y causó buenas sensaciones y yo me lo perdí, y hablaba sobre un tema al que le tenía ganas), el más reconocido de los cineastas al frente de la propuesta, que nos muestra la dura infancia en la historia de una pequeña huérfana. 

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Hasta aquí la parte informativa. El documental es un duro relato, pero sin rayar lo insoportable y con cierto cariño por la cámara ante los personajes que muestra. Cada historia desarrolla personalidad distinta y se diferencia lo suficiente entre ellas como para no repetirse ni temáticamente ni técnicamente, si bien la idea principal que subyace en la cinta se encuentra presente en todo momento, dando paso a una cinta de denuncia como de observación del día a día sobre una tierra tan olvidada como vista de manera condescendiente por muchos europeos. Si tuviéramos que hermanar esta cinta con alguna otra, la elegida sería All the invisible Children (Todos los niños invisibles, 2005, varios directores), auténtico mosaico de la infancia más dura que transcurre en diferentes países.

De todas formas el resultado es algo desigual en cuanto a las historias y puede que el ritmo no sea el más indicado para cierto tipo de público. Este pequeño desliz en cuanto al ritmo se debe a que, aunque cada fragmento es de su padre y su madre, la idea principal es machacada y al final pisoteada por cada uno de ellos, y si bien es cierto que ahí mismo reside cierta intención de la obra como conjunto y su apelación por hacer reflexionar, termina agotando al espectador en contadas ocasiones.

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Queda claro que la obra es loable y necesaria, pero como digo siempre, eso no impide hacer truños del tamaño de Groenlandia por muy bonita que sea la intención, sin embargo, Kanimambo es una buena cinta, con sus altibajos y un poco irregular, pero aún así, una buena cinta, aunque a veces caiga en cierta sensación de mirada condescendiente europea, todo sea dicho de paso.

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