La alternativa | Veneno (Piers Haggard, Tobe Hooper)

Reptiles en una película de suspense es una de las ideas más locas y aplaudibles del universo cinematográfico. No es de extrañar que desde el cine británico se fijaran en Tobe Hooper, quien ya había dado rienda suelta a su imaginación más psicótica versión ‹redneck› en Trampa mortal (1976) para dar forma a Veneno (1981). Poco duró el idilio, su nombre ni siquiera sale en los créditos del film y fue finalmente Piers Haggard, más fiel al terror clásico, quien se hizo cargo del proyecto. Una buena idea surgida de lo literario —es una adaptación de la novela homónima de Alan Scholefield— y muchas manos con puntos de vista incompatibles hacen de Veneno la perfecta película maldita con la que reivindicar las serpientes como hito del cine.

Veneno está llena de ideas incompatibles y actores de primera línea que hacen que todo fluya como la seda. Partimos de la mirada de un crío que adora los reptiles para adentrarnos en una casa con una especie de jungla personalizada con la que ambientar la posibilidad de un bicho aniquilador en un hogar de clasa alta londinense. En este caso, una Mamba negra, protagonista de una situación insólita por error que solo hace por alimentar el suspense y dosificar con su rabia natural el terror en este thriller.y Susan George se encuentran en el lado oscuro de la sociedad en una historia de aliados y perfectos desconocidos que intentan llevar a cabo el golpe de sus vidas para ser ricos. En esta ocasión entra en juego la precisión germana de un Kinski —aquí con el nombre de Jacmel y unos cuantos alias extras para la Interpol— que tal vez no está tan desaforado como en sus interpretaciones más míticas, pero que sabe dosificar ese genio radical en el momento clave para ofrecer la guinda a la compleja situación que se encierra en la historia. Reed es el nerviosismo personificado que siempre da pie a oscurecer cualquier posible salida pese a su recia presencia y Susan George describe a la perfección la agonía con una espasmódica interpretación frente a tan venenoso enemigo.

Muchos son los personajes que intervienen en lo que debía ser un simple secuestro. El encuentro ocasional de excesivos factores en un momento concreto consigue encerrar la acción en un único escenario con tres puntos de vista. Los de dentro de la casa, el despliegue policial con un contundente y arriesgado jefe de operaciones y la serpiente. No una cualquiera, una Mamba de la que nos especifican tanto detalles que seremos capaces de convertirnos en expertos analistas de sus movimientos. Para elevar su protagonismo su punto de vista es todavía más exclusivo al inventar la “reptilvisión” consiguiendo planos subjetivos de su posición en todo momento y ofreciendo loquísimos enfoques a la hora de contemplar sus ataques a los allí reunidos. Con tantos frentes abiertos lo único que no podemos sentir es soledad ni hastío. El terror se mezcla con el thriller y también con el drama, todo son planes inalcanzables, reproches y enfrentamientos fruto de la presión del momento que añaden más énfasis al conjunto y aunque algunas ideas se queden colgando en el camino sin posible resolución lo cierto es que el empacho de eventos es más que gratificante en conjunto, incluido ese final amenazador que nos lleva a la conclusión de que pase lo que pase, la Mamba negra es el enemigo más irracional que vas a encontrarte en esta vida y en las siguientes. Eso teniendo en cuenta que el centro de todo era un niño asmático.

Veneno es una película sorprendente, pues la excusa del animal exótico frente la avaricia del hombre convive en esta ocasión por casualidad, encajando perfectamente una película de suspense con una de aventuras tropicales sin salir de la oscuridad de los caserones británicos, con el extra de confirmar que el tamaño del enemigo, cuando es venenoso (y viscoso), es lo menos importante. Probablemente mueras antes de planteártelo siquiera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *