Nuestra querida profesora (Ruth Beckermann)

La nueva película de la documentalista austriaca Ruth Beckermann sigue durante tres años, de 2020 a 2023, una clase de Primaria en el distrito de Favoriten, uno de los más diversos de Viena. Los alumnos, de orígenes migrantes distintos y en su mayoría con familias que no hablan alemán en sus casas, aprenden y moldean su personalidad a lo largo de los distintos cursos, mostrando sus actividades y sus relaciones interpersonales, y se preparan para la siguiente etapa educativa, en la que deberán optar por la Escuela Media o la Escuela Secundaria de acuerdo con su rendimiento y capacidades. El elemento cohesionador es la profesora, de ascendencia turca, quien les acompaña durante todo este recorrido hasta que, a pocos meses de terminar el último curso de Primaria, debe tomar la baja por maternidad.

Nuestra querida profesora muestra el desarrollo de los niños y de sus vínculos con la profesora a través de multitud de momentos cotidianos, como una actividad en clase, una excursión a la mezquita o a la catedral en las que se exponen a visiones de la fe distintas, una pelea que ambos bandos exageran para victimizarse y que la profesora debe mediar, o la tensión ante un examen y sus resultados. Beckermann plantea un tono siempre respetuoso y paciente, adaptando los tiempos y sosteniendo el plano como requiere cada situación, con el propósito de dar espacio a su expresión personal sin llegar a extremos de regodeo ni indiferencia, y permitiendo con ello que observemos con naturalidad sus distintas vivencias mientras se va trazando sutilmente su desarrollo académico y emocional.

Sin embargo, el tono calmado de la obra y su énfasis en la cotidianeidad no soslayan las cuestiones y problemáticas de fondo que acompañan a estos niños. Los choques culturales e idiomáticos son frecuentes, la forma de entender el mundo y su sensibilidad ante los conflictos varía muchísimo; por ejemplo, nada tiene que ver, por sus distintas experiencias vitales, la perspectiva de la guerra que tiene un niño de origen sirio que otro de origen macedonio. El establecimiento de lazos entre niños con realidades y trasfondos tan diferentes entre sí no es fácil, e incluso la encomiable labor de la profesora para cohesionar el grupo hace gala en ocasiones de debilidades que exponen a los niños a situaciones incómodas. Particularmente, resuena una escena en la que, respondiendo a una niña sobre las advertencias que le dan sus padres sobre ir sola por la calle, le señala que «en Viena no se dan casi secuestros, tal vez en tu país de origen sea más frecuente y por eso te lo dicen». Es decir, incluso una figura de autoridad como ella no encuentra a veces las palabras más adecuadas, no es infalible, y puede reforzar los mismos prejuicios y estigmas que busca y logra confrontar en su desempeño docente.

Asimismo, una de las secuencias más significativas del documental sucede cuando los niños exponen a qué se dedican sus padres: los trabajos precarios, en ocasiones muy distintos a los que tenían en su país de origen, abundan y subrayan el nivel económico de sus núcleos familiares; lo cual, unido a una muy baja inserción laboral de las madres, forma un cuadro desafiante para el futuro de los niños. Beckermann, con todos estos elementos, no juzga ni se atreve a predecir, pero sí es consciente de que parten en su mayoría de un suelo modesto, y de que las oportunidades que tendrán en su futuro no serán las mismas que las que disfrutarán otros alumnos en una situación familiar más privilegiada.

Pese a ser consciente de las dificultades que han pasado, pasan y probablemente pasarán estos niños, el enfoque en los aspectos más negativos de sus trasfondos nunca se da desde el derrotismo ni la lástima, sino desde la complejidad a la hora de abordar y reconducir sus relaciones interpersonales, de motivar sus estudios y de crear un ambiente de respeto mutuo y hermandad en el entorno de clase. Nuestra querida profesora no puede permitirse trazar los caminos futuros de las personas a las que retrata, pero sí ofrece una perspectiva esperanzadora, en la que un ambiente adecuado y el refuerzo constante de su profesora por inculcar valores y motivar a sus alumnos resultan fundamentales en esta etapa vital. Es, en definitiva, un homenaje a la capacidad y vocación pedagógica para construir conocimientos y habilidades, que no garantiza resolver los problemas que puedan afrontar estos niños en el futuro, pero que sí les abre puertas y enfrenta, sin exaltación y con un humanismo construido a base del respeto a los espacios y tiempos de sus retratados, la crueldad xenofóbica que les convierte en carne de cañón en su propia sociedad.

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