Lee Anne Schmitt era un nombre que hace unas horas desconocía. Directora de cine documental/ensayo estadounidense, casualmente entré a ver su última película presentada en la sección Forum de la Berlinale. Evidence es un film ensayo que inicia haciendo un retrato de su familia y de la compañía en la que trabajaba su padre para terminar escenificando sobre cómo la familia Olin fundó los pilares sobre los que se asienta el capitalismo conservador de los Estados Unidos.
Lee Anne Schmitt empieza hablando de sus muñecas, las que le traía su padre de cada uno de sus viajes para compensar sus ausencias. Este trabajaba en la Olin Corporation, una compañía que antiguamente fabricaba munición y ahora hace lo propio con productos químicos. Relata cómo los residuos tóxicos son vertidos en la naturaleza y la destruyen; también la relación entre los sitios donde se vierten estos residuos y cómo la mayoría son vertidos en lugares con población negra. De cómo esta familia amasó una gran fortuna y financió universidades, fundaciones y a intelectuales conservadores para imponer sus ideales, unos ideales retrógrados sobre raza, género o familia.
Mientras la directora traza estos vínculos y nos guía con su voz en ‹off›, vemos una infinidad de imágenes grabadas en celuloide. Desde los objetos de su infancia y de su familia a los desechos tóxicos vertidos en la naturaleza, pasando por los múltiples lugares donde aparece el nombre de la familia Olin o imágenes de intelectuales rescatadas de la televisión. Aunque las estampas que más aparecen durante la película son de libros, portadas, páginas y caras de autores en las solapas. La directora nos señala con su dedo las frases que repiten en ‹off› mientras señala las ideas de esos autores. Busca evidenciar los pecados cometidos por estos que, no de forma casual, guardaban algún vínculo con la familia Olin.
A su vez destaca cómo, más allá de su carácter ensayístico, la directora se permite hablar de sí misma. De sus pensamientos, de cómo cree que estas ideas impuestas le han condicionado y de cómo nos condicionan a todos. También se permite hablar de su familia. De las frases que le decía su abuela, de los recuerdos de sus padres y del hijo que nunca pensó que tendría, pero ahora tiene. De cómo su hijo le confiesa que tiene miedo de que en algún momento ella le pueda hacer daño, algo que ella le explica que jamás haría, para plantearnos lo siguiente: ¿Podemos escapar de un sistema de violencia y opresión que aterroriza hasta a un niño?
Por último, cuestiona cuál es el futuro que nos espera. En un momento, a mitad de metraje, nos proyecta una cita —«The best way to choose the laws, it’s to choose the judges»— para, al final de la película, interpelarnos acerca de cuál será dicho futuro; acerca de si ahora ya no solo elige el presidente a los jueces, sino que también los empresarios quiénes eligen al presidente. Lee Anne Schmitt no tiene miedo a revelar nombres, y especifica que Elon Musk gastó 260 millones en la campaña de Donald Trump con quien, también, traza una conexión con la familia Olin.
