Volver a casa tan tarde (Celia Viada Caso)

Es el documental español más comentado del momento. Tras su presentación en febrero de este año en Punto de Vista —al formar parte de Proyecto X Films— y su presencia en el Festival de Cannes optando al premio Doc Alliance que descubre talentos emergentes, llega el reconocimiento en el FICX y L’Alternativa. El premio a Mejor largometraje asturiano en Gijón y el de Mejor película nacional en el festival de cine independiente barcelonés reafirman la calidad de este trabajo que explora la figura de la escritora y actriz navarra María Luisa Elío (1926-2009), exiliada en Francia y México tras el estallido de la Guerra Civil en España. Aquella intelectual a la que Gabriel García Márquez dedicó Cien años de soledad y que entabló amistad con Eleanora Carrington, Octavio Paz, Álvaro Mutis, Eliseo Diego, Lezama Lima o Alejo Carpentier.

La joven directora Celia Viada Caso ya pasó con éxito en 2020 por el FICX con su primer largometraje, La calle del agua, por el que obtuvo varios premios y en el que recuperó del olvido a Benjamina Miyar, pionera de la fotografía asturiana y luchadora en la resistencia antifranquista. A Viada le interesan las mujeres menos conocidas, cuyo peso de un pasado truncado por razones políticas complicó existencias y el devenir de trayectorias profesionales, forjando personalidades femeninas muy interesantes a las que alumbrar públicamente.

El destierro de los perdedores ha sido un tema muy tratado en la historia del cine. Muchas personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares tras el terror entre las que se encontraban muchos intelectuales y artistas que escribieron con amargura desde la distancia. En ese sentido recuerdo los documentales A las mujeres de España. María Lejárraga (2022) de Laura Hojman, donde se hablaba, entre muchos avatares, del exilio a Francia y Argentina de la dramaturga Lejárraga o el de María Casares. La mujer que vivió mil vidas (2022) de Xavier Villaverde, donde se refleja la huida de la actriz a París tras la detención de su padre, político de la II República.

En Volver a casa tan tarde la directora madrileña se centra en esta familia pamplonesa que vio desmoronarse su vida en el período convulso tras el alzamiento de 1936 y que obligó a la salida ‹in extremis› de la madre con sus tres hijas ayudadas a cruzar los Pirineos hacia Francia. El padre, abogado y juez, tardaría tres años en unirse a ellas después de permanecer oculto en un escondrijo de una casa para evitar su fusilamiento. Este es el violento contexto que cambió drásticamente su vida familiar para siempre y del que parte la investigación de Celia Viada centrándose en María Luisa. La más pequeña de las hijas, cuya trayectoria vital y profesional estuvo siempre ligada al sentimiento de desarraigo, tristeza y melancolía por un hogar desaparecido en su niñez que la desestabilizó permanentemente a ella y, sobre todo a sus padres, que nunca volvieron a ser los mismos en su exilio en México, país que acogió afortunadamente a muchos intelectuales españoles.

El documental está estructurado en diez pequeñas historias alrededor María Luisa Elío, las cuales adoptan una fragmentación deliberada recreando la memoria dividida de la escritora en sus recuerdos casi espectrales, desordenados y algo caóticos. La directora se aproxima adoptando formas visuales que avanzan hacia el presente o regresan al punto de fractura vital en Pamplona.

Los episodios denominados La casa, La caja azul, Las ventanas, El exilio, El teatro, La escritura, La película, El tiempo, El regreso o La posibilidad reflejan las reminiscencias de Elío, muchas de ellas difusas, otras muy concretas grabadas profundamente. Trazos muy bien dibujados en su mente como el día en que fue consciente del alzamiento con aquel hombre que huía de la Guardia Civil por los tejados al que ella intentó proteger, para acabar siendo delatado por una vecina. La constatación de que se quebraba su niñez ante esa ventana, el miedo y un hogar que se conserva etéreo y al que necesita regresar es uno de los recuerdos más recurrentes en este trabajo. «Sigo estando ahí dentro», escuchamos de su voz.

Celia Viada se propone alejarse del documental al uso exponiendo su incertidumbre y acudiendo a lo experimental traduciendo los vaivenes espaciotemporales de la escritora a imágenes que retroceden o se aceleran rápidamente sobre escenas de En el balcón vacío (1961), la película de 1961 dirigida por su marido, Jomi García Ascot, con guion suyo. Utiliza archivos fotográficos cedidos por la familia, sus investigaciones en la red, artículos en periódicos españoles y mexicanos sobre María Luisa Elío, así como estudia su obra literaria e imágenes de su etapa en el teatro. Pero el corpus más importante del documental es la película en blanco y negro del matrimonio que fue premiada en el Festival de Locarno a la que fragmenta para evocar los amargos recuerdos desde el ostracismo. La propuesta visual del documental se focaliza en la idea de exposición del proceso de búsqueda de información, pasando por pantallas múltiples de los documentos que tiene en su haber, de las fotos de época, de la librería personal de María Luisa, de numerosas fotos personales, imágenes de su libro Voz de nadie, complementadas con voz en ‹off› de la escritora o de la misma directora que tratan de moldear el acúmulo de información obtenida.

Datos que pueden resumirse y que confluyen en lo traumático de su salida de Pamplona a los diez años, en ese episodio repetitivo del ventanal plácido de su casa antes del 18 de julio de 1936. En sus ratos a solas desmontando un reloj de pulsera como si desde su inocencia quisiera manipular el tiempo. Nunca pudo ver esa casa por dentro a su vuelta en 1970, ni tan siquiera para Celia Viada fue posible en el rodaje. Pero, como dice la escritora: «Yo me quedé allí».

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