Mi amiga Eva (Cesc Gay)

Esta amiga ya la he tenido. La que lleva tiempo con una persona, en una especie de relación ideal a simple vista, pero que se obsesiona con eso de sentir mariposas en el estómago. Llevo más de veinte años pensando en sus exigentes mariposas, que estaban dispuestas a manifestarse así como así. El spoiler (en nuestras vidas) es que esa amiga intentó forzar su generación espontánea, lloró por ser incapaz de creer que se podía vivir sin ellas, las sintió unos segundos pero luego volaron lejos y, en algún momento indeterminado, se anclaron en la zona de la felicidad y las disfrutó. ¿Siguen ahí? ¿Cuando tenga los cincuenta necesitará resetearlas? El caso es que la Eva de Cesc Gay me ha hecho pensar en las mariposas de mi amiga (la amiga no soy yo), en las mujeres que compraron masivamente la novela de 50 sombras de Grey fantaseando con encontrar su propio acosador multimillonario, en lo estresante que son los nuevos comienzos y la pereza que da pasar por un proceso de reinvención como el de Eva.

Es, definitivamente, la forma en que Cesc Gay exorciza (a medio gas) sus personajes y focaliza un nuevo camino, algo que siga representando su cine pero que no se ahogue en sus propias neuras. Vamos, que por fin Cesc Gay ha apagado el piloto automático en Mi amiga Eva, y aunque se haya atrevido a confeccionar un personaje femenino en plena crisis de mariposas, algo demasiado ostentoso para cualquier hombre, ha sabido reconducir el universo de burgueses catalanes enfrentándose a un día a día que poco tiene que ver con nuestra realidad para regalarle a Nora Navas un personaje que solo ella podía defender con titubeos, sonrisas nerviosas y decisiones volátiles y contradictorias. Se hace saber que ha humanizado a su protagonista de comedia romántica con aires intelectuales.

Mi amiga Eva es divertida y anecdótica dentro de un ambiente resabiado y conocido por quienes lo han escrito. Parte de un personaje que ha alcanzado la estabilidad, pero que no considera que sea un estado donde conformarse. La historia que vive Eva parte de la casualidad pero también de la forzosa idealización del amor, un revulsivo que crece en ella tras un viaje donde no tiene que interpretar el papel de madre o esposa, donde puede ser simplemente Eva. Cesc Gay parece preguntarse qué haría una mujer que duda de su lugar en el mundo, que huye de la conformidad y lo afronta esquivando las frases hechas, los impulsos de heroína o los dramas acentuados, intentado aportar un poco de cotidianidad a lo inalcanzable. Cierto es que no quiere renunciar a la comicidad, lo que nos lleva a un estado buenista, a veces acomodado, para que todo el proceso se enfoque a lo positivo de experimentar y equivocarse vez tras otra, pero no por ello deja de ser una historia entretenida y juguetona que disfraza los nuevos comienzos de desastres que merecen la pena vivir. En parte escribir un personaje femenino le queda un poco grande, pero sabe dotarle de unos tics muy concretos que la ceban de humanidad. También es un exceso el constante flujo de opiniones pero forma parte del universo de Cesc Gay amontonar personas con algo que decir para mostrarnos una pluralidad sin límites, así que se agradece ese punto de honestidad dentro de la revisión de las comedias románticas, sin necesidad de romper mitos, porque siempre me han parecido los defensores de las mariposas unos soñadores más que necesarios en nuestras vidas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *