El final del verano como equivalente al final de la inocencia, un poder ancestral que solo los más jóvenes están dispuestos a experimentar. Medium transmite cierta ternura al poner en primer plano a Eleftheria, una chica de dieciséis años que no ha tenido la posibilidad de encontrar su lugar en el mundo y ya está dispuesta, quizá por el calor, quizá por el aburrimiento, a cambiarlo todo. Dejando de lado la crudeza e inexpresividad del nuevo cine griego (que no el drama), con Medium Christina Ioakeimidi extrapola la naturaleza del cambio en una mente joven, dispuesta a experimentar sin arrepentimientos. La directora lo traza desde la desidia del verano, en un cuarto pequeño sin aire acondicionado, dentro de una casa ajena donde la necesitan, en una ciudad extraña para ella, con la gratitud que da la experiencia de estar de paso, de hacer lo que uno quiera y luego marcharse a otro lugar.
Eleftheria llega a la casa prácticamente como una niña inocente que ayuda a su hermana en los últimos días de embarazo antes de comenzar de nuevo el instituto, pero las posibilidades del verano, incluso en un hogar tan diminuto, son inabarcables. Medium es una película bastante silenciosa, contemplativa se podría decir, donde la vitalidad queda marchita por el sofocante calor griego, y el entusiasmo crece a través de la ventana. Quizá esa “medium” que cita el título no queda del todo definida, pues se especula en cierto momento con la creencia de la joven de tener poderes psíquicos, sentir cosas relacionadas con sus familiares, algo que nunca se termina de resolver pues parece una simple excusa para abrir a la protagonista a nuevos ambientes y personajes extravagantes que llamen su atención. Sí serviría en todo caso como ironía, pues sus capacidades de percibir cosas sobre otras personas quedan mermadas en cuanto parece enamorarse a primera vista de su vecino, por no saber diferenciar una amistad de un posible romance.
Es con este repentino interés en algo desconocido hasta entonces para ella cuando la película crece, pues aparece una fina rebeldía de aquella que no tiene un lugar definido (una nueva mujer para su padre, una hermana que hará crecer la familia, todos con atenciones ajenas a lo que Eleftheria pudiese realmente necesitar). No se trata de un retrato donde romper con todos los lazos, ni siquiera de idealizar el amor veraniego ni las vacaciones, lo que realmente busca la directora es darle un toque de amargor al momento más dulce, poner irremediablemente los pies en la tierra para fantasear posteriormente a sabiendas de la falta de un futuro para esa fantasía. Eleftheria se encuentra en medio de todo, del desapego paterno, del amor confuso que vive su hermana y del platónico que siente por un vecino que siente curiosidad por ella, pero que también se encuentra en medio de algo más intrincado que ella, así que la directora alimenta con cuidado esas pequeñas tramas para descubrirnos la luz interior de su protagonista, que en algún momento se convertirá en fuego.
Medium es una oda a la pérdida de la inocencia dentro de la monotonía y parece saber sacarle jugo a este posible sinsentido. Sabe disfrutar de la eclosión después de una reposada estancia en la contemplación de las vidas que circundan a su alrededor y espera el momento perfecto para que su protagonista saque toda su energía y lo quiera todo ahora, como si la energía se le fuese a acabar antes de haber probado todo lo prohibido. En cierto modo es tierna y tiene un punto salvaje que sabe dar el broche final a una ‹coming of age› típica pero atractiva. El amor imposible no existe.
