Lou Ye… a examen (III)

Encuadrado en la denominada Sexta generación del cine chino, junto a otros nombres notables como el de Jia Zhangke, Lou Ye se ha caracterizado desde los años 90 por realizar un cine en muchas ocasiones controvertido para su país, resultando en diversos episodios de censura e incluso varias prohibiciones para dirigir películas que duraron años. En respuesta a su prohibición de dirigir por cinco años tras Summer Palace, el director realizó tan solo tres años después esta Spring Fever, una historia que narra una compleja telaraña de relaciones afectivas entre cinco personajes, y que contiene, desafiando la censura, diversas secuencias de relaciones homosexuales explícitas.

A nivel narrativo puede resultar algo difícil seguir la maraña de interacciones que propone Ye, en la que cada uno de los personajes tiene sus motivaciones pero se entrecruzan de diversas maneras, manteniendo relaciones afectivas que tienen un sentido fugaz dentro de sus vidas. El personaje principal, el que podría caracterizarse como tal al menos, es Jiang Cheng, quien a lo largo de la película mantiene relaciones con dos hombres: Wang Ping, un tipo casado con el que sostiene una relación secreta, y Luo Haitao, el fotógrafo contratado por Lin Xue, la esposa de Wang para descubrir su infidelidad y con quien empieza a salir cuando decide cortar lazos con el primero; sin embargo, Luo también tiene una novia, Li Jing, por lo que es cuestión de tiempo que se vuelva a dar un choque, y a pesar de las intenciones más abiertas de Li, el resultado es inevitable.

Las escenas sexuales de Spring Fever reflejan muy bien el estado de ánimo que quiere evocar la película. Por un lado, están rodadas con energía y convicción, resultando en momentos sorprendentemente intensos; por otro, el espacio que tienen en la narración se antoja inconexo en relación al sentimiento profundo de vacío afectivo que arrastra Jiang a través de sus dos relaciones principales. El sexo tiene un espacio notable, pero parece existir en una dimensión aparte de las emociones de un personaje que no logra encontrar su lugar y a quien no ayudan las complicaciones que surgen de sus relaciones. El resultado es una mezcla curiosa entre lo intenso y lo divagante, de emociones que aparentemente entran en conflicto pero que, como un todo, reflejan una sensación de efimeridad y de estar flotando y moviéndose sin un rumbo fijo, que es particularmente evocador gracias al trabajo de cámara de Ye, tanto con los espacios íntimos como con el ambiente melancólico de una ciudad que se siente a su vez hostil y acogedora.

La homosexualidad y los tabúes asociados, así como los trasfondos de infidelidades que comparten ambas relaciones, provocan que los personajes deban siempre mantener sus aventuras fuera del ojo público, y se convierten en un elemento clave dentro de ese torrente de sensaciones que les impiden centrarse a nivel afectivo, ya sea por la fragilidad y fugacidad de dichas relaciones o porque no pueden expresarlas abiertamente, con lo que confían en esos encuentros en los que dan rienda suelta a sus pasiones. Sin embargo, dichos encuentros no configuran un continuo que Jiang termine echando de menos. En este sentido, tengo una cierta reticencia sobre la propuesta narrativa de Ye, y es la sensación de que estos dos elementos narrativos cruciales se solapan en exceso para lograr un mismo efecto, el de la incapacidad de Jiang para establecer lazos significativos con sus amantes y el vacío que es consecuencia de sus relaciones en las que solamente el sexo casual da una leve ilusión de conexión emocional, redundando en lo mismo y resultando, en mi opinión, en un drama en exceso enmarañado y sobrecargado de puntos de vista para la relativa sencillez de los procesos emocionales que está narrando.

Con todo y pese a sentirse en diversos momentos excesivamente complicada para lo que quiere contar, Spring Fever funciona en muchas de sus secuencias y lo hace, sobre todo, a nivel global, mostrando una elocuencia notable al generar sus sensaciones y envolviéndolo todo en una tristeza pesada que resulta muy evocadora, en la que la individualidad se convierte en un factor esencial de la realidad asfixiante de unos personajes, en especial Jiang, que no encuentran un lugar de pertenencia en su entorno social y en sus afectos.

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