La limace et l’escargot (Anne Benhaïem)

Anne Benhaïem se despide de l’Alternativa con una Mención especial del jurado por su película La limace et l’escargot: «por su ternura, la emoción genuina y la gran libertad con la que nos invita a imaginar las formas posibles de hacer una película; una propuesta que cree en la ficción y en el juego y que recupera el espíritu popular del cine».

La “limace” y el “escargot” son los protagonistas de mi película —les cuenta Benhaïem a sus amigas, también cineastas. Las tres entablan conversación en un bar y reflexionan sobre el inicio de este film. El metacine está de moda. A continuación, describe como empezará: dos personas desconocidas, ambas cojas, tropiezan en la calle a causa de sus respectivos bastones. Sin titubeos, él se ofrece a invitarla a una copa.

El grupo de Jóvenes programadores ha elegido este film para acompañarlo en una sesión junto a su directora «por ser un retrato humilde de la cotidianidad». A lo largo de los 57 minutos que dura la película el público no ha dejado de sonreír. Y es que hoy en día, cada vez es más difícil encontrar piezas de menos de una hora que te remuevan a través de sus personajes sinceros y bondadosos, conversaciones banales y un vínculo que parece haberse creado en segundos. La limace et l’escargot es tan simple que parece utópica. Simple en todos los sentidos, pues sus pocos recursos nos remiten a las películas del maestro Hong Sang-soo, así como sus escenas improvisadas, aquí con la directora como protagonista. En esta línea, deducimos que Serge Blazévic no es actor profesional —ella nos lo confirma, y añade que lo escogió porque es una persona a quién le gusta repetir las mismas cosas una y otra vez—. De esta forma, Benhaïem logra anticiparse a lo que dirá y consiguen construir una conversación de lo más orgánica y graciosa. Además, confiesa que tenía pendiente hacer una película con Serge desde hace mucho tiempo; son amigos y la hace reír. Así que las carcajadas de la película también son genuinas.

La historia se desarrolla en el centro de París y mezcla realidad y ficción, encontrando referencias hacia la propia película. La “limace” y el “escargot”, porque así es como deciden llamarse, como niños que se inventan sus nombres, juegan y hablan sin prejuicios ni intereses. Bueno, solo uno, pegarse una ducha con agua caliente. Benhaïem huye del drama y recurre al humor, nos presenta un futuro en el que aún hay esperanza de conocer a alguien, tener una aventura y hasta enamorarse.

Por lo que respecta al rodaje, la directora confiesa que no sabe lo que hace, nada está escrito, sino que lo descubre a medida que avanza la grabación. «La historia nace poco a poco, detalle a detalle». ¿Será fruto de esta lentitud la sensibilidad de este film? Benhaïem cuenta que es el deseo de filmar un espacio o una persona lo que la lleva a hacer sus películas. Un deseo que cada vez es mayor y la invita a filmar lo desconocido.

Por último, nos habla de sus referentes. Cineastas de la palabra como Jen Eustache y Eric Rohmer con El rayo verde; Jim Jarmusch o Naomi Kawase con Una pastelería en Tokio. Y, sin duda alguna, el mencionado anteriormente Hong Sang-soo, la han influido a la hora de hacer sus películas.

«Y es que, aunque no sé lo que estoy haciendo cuando ruedo una película, llevo 30 años sin saberlo, así que en realidad algo sí que deberé saber», afirma Anne, con una media sonrisa.

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