Bagger Drama (Piet Baumgartner)

Hay, en la cotidianidad que suscita Bagger Drama a través de sus estampas —la familia paseando cerca de un lago, comiendo tranquilamente en casa mientras el perro asoma la cabeza por el costado de la mesa…—, un vacío que rodea la pérdida. Baumgartner, en su debut tras las cámaras, compone este drama que huye sin embargo de lo obvio: no es agrio, aunque se vislumbre la tristeza y la contrariedad. De hecho, el modo en cómo el cineasta retrata una distancia indudable, que se fragua a raíz del desgaste, de la añoranza por quien ya no está, resulta de lo más reveladora. Todo son verdades a medias —el hijo ocultando su condición sexual al padre; este último buscando un nuevo comienzo lejos de su mujer…— o sentimientos velados que, al parecer, no pueden salir a la luz —el padre llorando en el coche tras dejar a su hijo para más tarde alegar no haberle dado importancia—.

Corazas y formas de protección ante una situación inesperada, límite, que va quebrando el núcleo familiar, que lo consume. No obstante, los temores y frustraciones de los distintos personajes siempre están presentes, y es que si algo destaca en la escritura del debutante, es sin lugar a dudas la forma en que define el contexto, las relaciones, sin resultar grosero. Ello marida a la perfección en un film que se mueve con quietud pero con concreción, que sabe acompañar con su narrativa otorgando mesura y dimensión al drama narrado. Como si fuera una de esas excavadoras que, en mitad de una demostración, se desplazan con sigilo, superponiendo sus siluetas al claro cielo, generando un contraste que dota de un sentido muy distinto a aquello que en realidad percibimos.

Es un acierto, en ese sentido, cómo Baumgartner conjunta el drama con humor —esa maravillosa escena de las excavadoras en el McDonald’s y en lo que derivará—, equilibrando siempre para no caer en la evidencia. Y aunque haya fricciones y desengaños, Bagger Drama apela a una conjugación donde el pesar no es más que un estado, una transición hacia un nuevo escenario. Porque por más que estemos ante una obra que, a través de su acertada estructura, dejando que el tiempo pase, madurando cada situación, muestra esos caminos que unen o separan, quizá nunca es tarde para un nuevo comienzo.

En el fondo, aquello que se divisa en la ópera prima del suizo, no son otra cosa que sentimientos y contrariedad ante lo que arroja la vida. Como en ese instante en que el padre articula una frase («Últimamente siempre tengo yo la culpa»), probablemente fruto de las discrepancias. Para Baumgartner no hay culpables, y es desde el punto de vista del cineasta donde la cinta encauza uno de sus mayores aciertos. Las decepciones y traspiés van moldeando la senda que toman sus protagonistas, pero la mirada del realizador no hace sino exponer los distintos puntos de vista, sin enjuiciar, enriqueciendo siempre con cada pespunte un trayecto cuya progresión, cuyo reflejo, es matizado por el espacio que les otorga.

Es así como Bagger Drama se convierte en un film sincero y sentido: puede que no en su totalidad, pero sabiendo conjugar en algunas secuencias una pulsión dramática que eleva el conjunto. Una faceta que se ve espoleada, por otro lugar, mediante ese extraño sosiego que respira por momentos la obra, como si no fuese a llegar a ningún lado pero precisando sus intenciones a cada paso. A ello ayuda el escenario idóneo, familiar, enmarcado en un pequeño pueblo y bajo la batuta de esas excavadoras pertenecientes a la empresa familiar; un contexto que enriquece el tono y concreta desde su narrativa, paso a paso, cada aliciente. Sin olvidar una estupenda banda sonora que concede importancia a cada pequeño espacio, a cada diálogo por intrascendente que pueda parecer, haciendo de Bagger Drama una de esas joyas diminutas en las que perderse implica asumir los errores pero, ante todo, saber que siempre aparecerán caminos por los que continuar. Y no podría haber nada más reconfortante que ello.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *