Angelo en el bosque misterioso (Alexis Ducord, Vincent Paronnaud)

Vincent Paronnaud, viñetista y animador francés conocido por su labor en Persépolis, adapta en su nuevo trabajo, codirigido junto a Alexis Ducord, su propio cómic en el que Angelo, un niño con una imaginación muy activa y que sueña con ser un gran aventurero, viaja con su familia para visitar a su abuela, quien se encuentra muy grave y a punto de morir. Angelo se queda atrás accidentalmente y termina adentrándose en un bosque mágico y extraño, del que no puede salir. Preocupado por su abuela y por encontrar el camino de regreso, el niño conoce a una serie de personajes variopintos, algunos amistosos y otros peligrosos, e interfiere en los planes de un villano que busca destruir el bosque entero para encontrar un legendario manantial con propiedades curativas.

Reciclando elementos narrativos muy comunes en las aventuras infantiles, la historia de Angelo en el bosque misterioso se presenta con una sencillez encantadora, tanto en la divertida disfuncionalidad familiar y en lo ridículo de la premisa que da pie a su aventura —¡nadie se da cuenta de que falta Angelo!— como en la estructura de los eventos que suceden una vez el pequeño entra al bosque. En ese sentido, y más allá de algunos guiños inofensivos que los adultos entenderán mejor, la película está pensada plenamente para niños, sin complicar en ningún momento su narrativa. Esto, pese a no suponer ningún problema en cuanto al propósito de la cinta, sí genera situaciones en las que yo no conecto de manera tan profunda con ella.

En particular, encuentro que, para una obra en la que hay tantos personajes y tan diferentes entre sí, que Angelo se encuentra a lo largo de su recorrido por el bosque, esta creatividad está demasiado contenida por el ritmo acelerado de los acontecimientos, reduciendo su peso y las conexiones que son importantes para el protagonista a meras anécdotas esquematizadas. Como corresponde a una aventura iniciática, Angelo aprende cosas sobre sí mismo y sobre sus sentimientos, sobre enfrentarse a sus temores y hacer lo correcto, y también sobre la necesidad de confrontar la situación en la que se encuentra su abuela. Todo esto, estupendo sobre el papel, no termina de cuajar en una intensidad emocional adecuada, en parte por este ritmo que lo esquematiza todo en exceso, pero en parte también por la complacencia de una conclusión que lo resuelve todo con magia en una historia cuyo trasfondo y enseñanza implican, precisamente, que no todo tiene un final feliz.

La película, con todo, es siempre simpática, pero ella misma no parece interesada en ser mucho más. A pesar de que plantea situaciones complejas para el aprendizaje emocional de los niños que la vean, en realidad no se siente cómoda en esa complejidad y quiere regresar a su lugar seguro cuanto antes. Esto no me molesta, porque la sencillez y la candidez son decisiones válidas y coherentes con sus objetivos y porque no hay nada malo en tomar esa vía, pero sí me mosquea que deje caer ambiciones narrativas y emocionales si no se adhiere a ellas. Más allá de eso, de esta crítica en la que interfiere inevitablemente una mirada adulta para una cinta plenamente pensada para el entretenimiento infantil, y que siento que tiene más que ver con lo que me gustaría que hubiese sido que con lo que es, la experiencia funciona gracias a la energía y naturalidad con la que van desfilando sus personajes, y las caracterizaciones simples y eficaces de todos ellos, comenzando por el propio Angelo y sus fantasías infantiles de diversión aventurera que le permiten evadirse de una realidad aburrida, pero que deberá canalizar para superar sus miedos una vez se encuentra en una aventura de verdad.

Por otro lado, a nivel visual, Angelo en el bosque misterioso tiene una animación principal algo convencional, un 3D tan cumplidor como poco atractivo, pero la película sabe añadir la suficiente variedad tanto en los distintos y muy imaginativos diseños de sus personajes como en los insertos de secuencias en otros estilos de animación, con lo que una presentación que de otra forma se vería bastante plana añade los suficientes elementos como para que resulte sumamente llamativa, y refleja la libertad creativa de sus animadores, así como las numerosas referencias de las que beben. La experiencia en el medio de Paronnaud y Ducord, y su desparpajo a la hora de manejar esos estilos y diseños variados, hacen del apartado artístico algo significativamente más estimulante que los elementos de su historia. Y esto, pese a no haber conectado del todo con su alcance narrativo, me da algo a lo que asirme y que recordar en lo que sería, de otro modo, una anécdota sin duda agradable, pero que no logra ni se propone interpelarme emocionalmente.

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