Pocos cineastas han sabido radiografiar la historia reciente de su país como Jia Zhangke. No estamos, sin embargo, ante un cine ni mucho menos eminentemente político. De hecho, se podría decir que aún retratando los cambios culturales y sociales que ha padecido el gran gigante asiático durante lustros, ni siquiera nos encontramos ante una vertiente social. Sí lo sería en el sentido en cómo todos estos cambios condicionan en parte el devenir y trayectoria de sus distintos personajes. Un hecho siempre sujeto a esas narrativas fragmentadas y elusivas que por lo general han sobresalido en el cine de su autor, y que en su nuevo largometraje toma un cauce más escarpado si cabe.
Dicha idea, base constituyente de la obra de Jia Zhangke, mezcla a la perfección con esa sensación de desconcierto, de deriva —de ahí, entiendo, la inspirada traducción de su nuevo trabajo, en el original Caught by the Tides, también representativo de aquello que afrontan sus personajes— que expresan en ocasiones tanto sus imágenes como el recorrido emprendido por sus protagonistas.
A la deriva es un film que pende, en efecto, de su narrativa como eje central, pero al mismo tiempo compone cada estampa con certeza y lucidez. El responsable de obras como Platform o Naturaleza muerta emprende así un recorrido musical que nos lleva (de nuevo) a través de los cambios acometidos en China, en esta ocasión desde inicios del s. XXI en adelante. Y lo hace con decisión, hilvanando una obra que se lanza al vacío, que prescinde de elementos como el diálogo en un gesto tan elocuente como valioso. Su camino, a fin de cuentas, está trazado por aquello que expresa la propia imagen, ya sea por los escenarios desde los que el cineasta construye esta suerte de epopeya, o por aquello que se desprende de la constitución de cada secuencia.
El periplo silente, que solo se extenderá durante una parte del film, otorga en este caso motivos mucho más esclarecedores que los que podría haber arrojado cualquier otro elemento. Bien pudiera ser una forma de reflejar ese desconcierto del que hablábamos, sumiendo al espectador en unas emociones que sus personajes no siempre expresan pero estan implícitas en su recorrido; o de indagar en una mirada de voz acallada sujeta a las circunstancias, a la muda de un país en constante evolución.
Una transformación que queda expuesta en su desarrollo, y que toma forma en secuencias como la de Zhao Tao frente a un robot que recita sin ton ni son frases de personajes célebres. Quién sabe si un reflejo de los tiempos que corren, o de hasta qué punto esas transformaciones lo son como tal. Todo en plena era COVID, la era de la (in)comunicación, que llevará a la protagonista a un reencuentro para el que, en efecto, no caben las palabras. ¿Y es que, podría haber algo más expresivo que la mirada de esa mujer que buscará durante años, sin fortuna, a su amado?
En ese sentido, Zhao Tao realiza una interpretación henchida de sentimiento y bordeada por una expresividad que, con poco, dice mucho. De hecho, se podría incluso hablar de su trabajo como una extensión perfecta de lo que supone el nuevo film de Jia Zhangke. A la deriva es, no obstante y siguiendo sendas colindantes para con la obra de su autor, una propuesta audaz y brillante que sin embargo traza a su mismo tiempo líneas transversales de lo que podría ser un cine futuro. Quién sabe si una paradoja ante los tiempos que corren en un cine cada vez mas acomodaticio que desea hablar sobre el presente y el futuro, mientras Zhangke continúa explorando los pormenores de un pasado sobre el que continuar asentando las bases, en efecto, de dicho futuro.

Larga vida a la nueva carne.