Broken Vein (Yannis Economides)

Una tragedia griega contemporánea

No se le puede achacar al cineasta griego Yannis Economides que no haya desarrollado un trabajo intenso, casi explosivo, en la construcción narrativa y dramática de su nueva propuesta que se presenta en la competición de la Mostra de València 2025. Para empezar, sienta un punto de partida directamente conectado con los conceptos clásicos de ‹ethos›, destino, arrogancia, y crimen. Sobre la pantalla en negro, nos anuncia en palabras atribuidas a Heráclito: «El carácter de un hombre es su destino». Y sin solución de continuidad, a modo de prólogo metafórico y angustiante, el prolongado plano fijo y exasperante de una tortuga de agua aprisionada en su acuario, tratando de ascender hasta la superficie, convulsamente, buscando la salvación sin conseguirlo. Cuando unos cuantos minutos después el cineasta nos sitúe al anfibio desesperado en el despacho de la tienda en proceso de desmantelamiento del protagonista de su relato, la conexión será inequívoca.

El autor de piezas de recorrido internacional como Stratos o la más reciente Ballad for a Pierced Heart, regresa a la dirección tras un periodo de 10 años centrado casi exclusivamente en su faceta actoral en cintas como Suntan, para entregar un potente drama de tintes criminales. Broken Vein, traducción literal del título original Spasmeni fleva (transliteración de Σπασμένη Φλέβα), nos coloca tras los erráticos pasos de un hombre de negocios, que para evitar que su casa caiga en las garras de un prestamista usurero va a poner en juego todas las herramientas a su alcance hasta idear un plan aparentemente impecable, cuya secuencia de eventos conducirán a una tragedia familiar impensable.

Durante estas jornadas desesperadas, inexorablemente yermas respecto a su objetivo, veremos a Thomas Alexopoulos, interpretado con solvencia por el actor griego Vassilis Bisbikis (ya presente en Ballad for a Pierced Heart), ahogarse en un mar de errores concatenados. Mientras deambula angustiado por las calles de Atenas con su automóvil de lujo, Economides nos va mostrando la calaña del personaje. Para empezar, mientras las dos familias políticas acompañan en el hospital a la mujer embarazada de su hijo con un grave problema de salud arterial, Thomas está ausente, borracho por los tugurios que frecuenta con asiduidad. A la mañana siguiente tendrá que disculparse, sin argumentos, frente a su hijo que lo desprecia y al que además también debe dinero. Por si esto fuera poco, está su patética relación rayana en los servicios sexuales con una mujer mayor adinerada a la que reclama sin reparos los 327.000 euros que debe al prestamista, o su ingenua esperanza de que la camarera de su bar de cabecera, a la que ya defraudó con creces en el pasado, se escape con él y con parte de la pasta que ha ido consiguiendo. Por no hablar de la fraudulenta convivencia con su esposa y madre de sus hijos, a la que engaña continuamente y de la que se ha aprovechado económicamente desde siempre, o del distanciamiento absoluto de su padre, que le proporcionó el negocio y también los malos hábitos que le han llevado a la ruina.

Durante toda esta consecución de desencuentros, la intensidad dramática alcanzará niveles enfermizos. Las discusiones a voz en grito, las agresiones físicas, las palabras demoledoras, el disgusto exacerbado de todas las personas implicadas de una u otra manera en la vida de Thomas, generarán una desazón ‹in crescendo› en la audiencia, que en un momento de desesperación máxima, provocará la mutación del film en una suerte de thriller sui géneris. Thomas decidirá poner en práctica un plan de último minuto, un movimiento arriesgado que podría ser su única oportunidad de redimirlo. O no.

Desde luego, hay que destacar el magnífico rendimiento del conjunto del elenco actoral, que en su coralidad secundaria respecto al actor principal, son capaces de mantener la intensidad dramática hasta el mismo apoteósico final, para ofrecernos un retrato personal, a la par que sociológico, sobre la devastación moral de amplios sectores de las sociedades contemporáneas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *