Balearic (Ion de Sosa)

La historia se repite una y otra vez. Las generaciones se suceden y aparentemente se enfrentan constantemente en un círculo que no tiene fin. Pero la contradicción está ahí, clara y diáfana y sin embargo escurridiza en el análisis. No hay tal confrontación más allá de los ímpetus fisiológicos que a cada edad le corresponden. Las repeticiones de errores, actitudes y gestos se suceden fundamentalmente por la sordera que incapacita al ser humano a escuchar (y por tanto aprender) al otro.

Ion de Sosa plantea este conflicto de forma sencilla en dos escenarios complementarios. Por un lado el gozo vacacional propio de una juventud ensimismada en su presunción de eternidad y por otro, en su contrapartida, un grupo de adultos maduros luchando enconadamente con su voluntad de querer ser lo que ya no son.

Dos segmentos, por así decirlo, que se complementan a través de iteración de diálogos y que se reflejan el uno al otro por contraposición aunque se llegue al mismo punto: la debacle. En el primer acto, con los jóvenes vacacionales, asistimos a la inconsciencia, al disfrute, a la duda resuelta por bravuconería y atrevimiento juvenil. Un segmento de luz brillante, casi onírica, con una cámara que tiene en cuenta y se centra mucho en los cuerpos. No como experiencia erótica sino de recreación del mejor momento físico. Hay risas, imprudencia y también un acto terrible que sobrevolará el resto del metraje.

Y es que sin solución de continuidad De Sosa pasa a mostrarnos otra fiesta, burguesa, de una decadencia casi buñueliana. Si los jóvenes deseaban bañarse, aprovechar el verano, estos personajes son incapaces de decidir si se bañan o no. Este es un El ángel exterminador de tonos más apagados, miradas inertes y cuerpos en decadencia. Con conversaciones que remiten a lo ya escuchado anteriormente y que parecen predeterminar el futuro de los personajes vistos antes.

Puede que de Sosa parezca tener una cierta idealización de lo joven en su forma de plasmarlo, al fin y al cabo la juventud es eso, mirada clara y proyección a mejor. Sin embargo, la mirada hacia lo burgués no está exenta de ironía, sarcasmo y un punto de crueldad. No se trata tanto del miedo al envejecimiento o una gerontofobia. Se trata más bien de retratar cómo los años pueden llevar de lo ideal a una suerte de cáscara vacía, a una parodia esperpéntica de una mismo y también, cómo no, de atizar a una burguesía cuya premisa principal parece ser la autocomplacencia y la falta de sentido del ridículo.

Balearic es pues no solo un película de guerrilla en cuanto a medios, sino una película de combate. A pesar de su tono pretendidamente ligero hay mucha política detrás. Es casi, por así decirlo, un film manifiesto que pone sobre el tapete cómo en un mundo perfecto hay toda una generación que quiere llegar y se queda expuesta y desvalida ante horrores no anunciados. Mientras, los responsables, en cuanto a madurez y edad, se dedican a bailar a la par que el mundo arde. La conclusión: un grito de horror desesperado que, en un plano digno de Carrie, nos deja con la incógnita de si tendrá respuesta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *