La divina Sarah Bernhardt (Guillaume Nicloux)

A menudo, cuando hablamos de abordar la vida de una persona real —célebre o no— uno diría que tiende a pensar en qué es lo más relevante que ha vivido para así plasmarlo. En el cine hemos visto un montón de ‹biopics› a lo largo de los años, dejando en la mayoría de los casos la sensación de estar ante una serie de ‹sketches› o momentos que conectan entre sí a través de los y las amantes que el o la protagonista ha tenido en su vida (la infancia traumática, el ascenso al éxito, la pasión amorosa y, si queda tiempo, el ocaso). Hasta qué punto dichos ‹affaires› fueron sus experiencias más importantes y hasta qué punto, lo fueran o no, son lo más importante para el espectador, es algo que queda entre el contador de la historia y el espectador que la ve.

Como alguien que ha crecido viendo Corazón de verano cada ídem durante buena parte de su infancia porque en la casa del pueblo solo se veía TVE y buena parte de su juventud viendo Tómbola en Canal9, es posible que mi mente asocie la temática “rosa” con esa alegría que te dan las vacaciones. La saga Flores, las guerras entre Pantoja y Ordóñez o el tratamiento de los de Ubrique a la entonces en ciernes princesa del pueblo han quedado en mi memoria y sin saber muy bien cómo sigo al día de todo ello… Me gusta lo que se consideraría trivial, la cultura pop que para muchos no es cultura, y acepto hasta el nepotismo en el mundo del arte si hay carisma y ganas de hacer algo con sustancia (hola, Margaret Qualley).

No me gustan tanto los franceses, pero menos todavía generalizar. La divina Sarah Bernhardt tiene todo lo que uno puede esperar del buen cine francés. Para bien y para mal. En cierto modo, es como si se sacaran películas de la manga solo para poder enseñar y nombrar a toda la gente guapa y lista de un periodo de tiempo histórico en que al parecer fueron lo más. Así, aunque sea con buena fe, también pueden hacerse un poco cargantes, con tanto burgués bohemio preocupado en la frivolidad. Pero esa es su magia, si lo piensas.

Nada de lo que el director Guillaume Nicloux nos muestra en La divina Sarah Bernhardt es criticable negativamente, salvo todo lo que lo rodea. Sobre todo porque es una película biográfica completamente al uso. Y mira que intenta no parecerlo contando la historia a saltos temporales. Pero claro, hablar de alguien famoso te lleva a querer mostrar a otros famosos, y en ese objetivo es difícil encontrar un hilo conductor que te los una todos.

Es como uno mismo, que se cuenta desde el presente hacia atrás, pero sin tanto ego. No se trata de contar cómo uno ha llegado aquí; se trata de contar qué ha sido lo relevante de una vida así, dónde quedó la verdadera impronta. ¿Su personalidad? ¿Su pasado antes del amor? ¿Su carrera antes de llegar al éxito de masas? Todo está y no está, porque lo verdaderamente importante es el amor por un hombre a lo largo de los años.

Es una pena porque, tanto si Sarah Bernhardt lo consideró lo más importante de su vida o no, su relación con Lucien Guitry opaca el resto de su figura histórica y vital. Si fue una de las más famosas y aclamadas actrices francesas de teatro y cine a finales del siglo XIX y principios del XX, queda en un segundo plano. Al menos nos llega un retrato más o menos tridimensional que hay que agradecer a la actriz que aquí la personifica, Sandrine Kiberlain, que hace de ella un ser tan irritante como exuberante y vivo. Lo más cercano a un homenaje que quizás se puede ver en una película demasiado centrada en hablar del amor en una relación demasiado aburrida para que la pasión traspase la pantalla.

La divina Sarah Bernhardt acaba siendo, en definitiva, una contradicción: una película que quiere homenajear y termina reduciendo, que quiere romper el molde y lo reafirma, que quiere mostrar la pasión de una vida, pero convierte esa pasión en una relación anodina. Y he aquí lo peor que se puede decir de una película que trata en esencial sobre el amor y la pasión, aunque lo esconda con momentos mágicos sobre el resto de las facetas de una vida: que alguien que tiende a abrazar la parte más clásicamente romántica y considerada frívola de la ficción y de la realidad se sienta tan ajeno a ella.

Si quieres conocer o saber más sobre quién fue Sarah Bernhardt y no tienes contexto, tanto la película como esta crítica te van a dar la misma información: fue alguien famoso en un momento dado.

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