Explosions in the Heart (Yenni Lee)

El amor, igual que la provocación, es un estallido fácil. Yenni Lee debuta en el largometraje no sin antes haber paseado sus ideas por diferentes cortometrajes y videos musicales; de hecho, ya existe un Explosions in the Heart en versión corto dirigido por ella misma que poco tiene que ver con el eje del largometraje.

Un aire juvenil e irreverente arrastra el concepto de Explosions in the Heart desde sus primeros compases. Yenni Lee se apropia de su bagaje en el mundo musical y aprovecha todo tipo de formatos visuales y florituras para acompañar una historia sobre el amor y las constantes vitales que provoca. Para ese aspecto descarado elige a dos figuras potentes como son la actriz Vic Carmen Sonne, cuya agitada elección de papeles la transforma en el objetivo perfecto de esta película y la rapera sueca Silvana Imam, muy a favor de la polémica y la protesta.

Sobre el papel son Billy y Nilo, dos mujeres jóvenes y libérrimas que se encuentran en una fiesta y dejan fluir sus sentimientos. Aunque el foco recae en Billy, el torbellino se desata tras unas intensas secuencias de enamoramiento —homenaje a los árboles del mundo incluido y subrayado en el proceso— al descubrir tarde y mal que Nilo tiene una atareada vida poliamorosa a sus espaldas. Se convierte así la película en un pasaje por los estados de Billy en los que intentar comprender y disfrutar de una experiencia que no acaba de cuajar en sus sentimientos. Yenni Lee no está por la labor de dar sentido al amor y sus múltiples vías de acceso, más bien nos presenta un escaparate de gente “bonita” disfrutando de las veleidades de la sociedad nórdica entre amigos, ‹raves› y nuevas formas de amar (que también es capaz de enumerar). Entre la decisión de seguir el amor romántico o el lúdico, el personaje de Vic deviene una adicta a cuerpos ajenos y durante el proceso vemos degradar la imagen idílica en la que nos habíamos acomodado para abrazar una más física y descarada, el problema es que la película se desliza fácilmente en torno al escaparate de sensaciones y provocaciones que poco tienen que ver con su objetivo inicial, donde redactar una especie de carta en la que evocar ese impacto circular en el que se convierte el nacimiento, estallido, normalización y evaporación de una relación.

Vic Carmen Sonne, como animal camaleónico, se adapta a su papel con carisma, aunque a veces se confunde con una especie de catálogo de anuncios de perfumes que quiere reinventar el diálogo con el espectador aprovechando los múltiples dispositivos desde los que nos puede narrar la historia mientras intenta vendernos una transgresora conceptualización de mostrar el sexo y las distintas formas que existen de percibirlo. Aunque sea atrevido eso de hablar del poliamor a través de una única relación, la forma egoísta en la que lo representa en plan perro del hortelano, le quita un tanto de magia a lo que quiere contarnos, al final son dos personas que no conocen el amor propio y no se les da del todo bien el compartido, mientras a su alrededor, Yenni Lee hace lo posible para llamar nuestra atención con sus protocolarios elementos en los que reivindicar de lo femenino o lo abyecto (de una forma muy “cuqui”), criticar a la sociedad del primer mundo o emancipar las etiquetas en el sexo, pero unas veces por exceso y otras por contenida, parecen brochazos lanzados al azar en su propio lienzo, que puedes estudiar y encontrarle un significado personal, o puedes mirar fijamente durante mucho tiempo y no encontrarle la gracia ni el sentimiento por ningún lado. Conocer mejor a Billy y a Nilo solo nos lleva a separarnos de su realidad, y acomodarse en la desidia.

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