West (Christian Schwochow)

En muchas ocasiones, los que crecimos en el mundo post-Guerra Fría no nos damos cuenta de lo que debió suponer la caída del Muro de Berlín para los ciudadanos de Berlín y, por extensión, para los de ambas Alemanias. Motivos ideológicos aparte, la idea de que un colectivo homogéneo de personas se vea disgregado por el deseo de cuatro grandes potencias ajenas a su propio país, parece más de ficción que de realidad. Aquellos que, por fortuna, no vivimos tal episodio histórico, tenemos al cine para contarnos lo que sucedió. Y una de las últimas películas que tratan este tema es West, dirigida por Christian Schwochow y cuyo guión ha adaptado su propia madre Heide a partir de la novela original de Julia Franck.

West comienza con un flash-back donde vemos a una pareja feliz con su hijo en la Alemania del Oeste. Un par de minutos después, la acción ya salta al tiempo real donde el hombre ha desaparecido y ha sido sustituido por otro al volante de un coche. Nelly y Alexej, madre e hijo, se meten en el coche con la intención de cruzar la frontera hacia la República Federal de Alemania, un territorio que les puede ayudar a cicatrizar heridas del pasado y que además, al menos en el plano teórico, les puede ofrecer las condiciones de vida propias de un sistema moderno (alias capitalista). No sin dificultades consiguen cruzar la frontera, pero… Lo que les espera al otro lado dista de ser un mundo feliz. Nelly y su hijo son acogidos en un centro de refugiados cuya calidad de vida no es demasiado alta, por lo que su sueño tendrá que esperar al menos hasta que ella consiga un trabajo.

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El planteamiento de la película la verdad es que supera el notable, por ambientación y porque utilizando no demasiados diálogos nos meten en la trama de una manera bastante efectiva. Sin embargo, conforme pasan los minutos el interés va decayendo y decayendo hasta que llegamos a un final que prácticamente ya casi nos produce un poco de indiferencia. En efecto, la cinta alcanza tantos altibajos que el ritmo de la misma impide enganchar al espectador. No es un problema tanto de guión, ya que más o menos la historia avanza por dónde debe (bastante previsible, eso sí), sino de montaje, alargando algunas escenas más de lo debido y cortando de sopetón otras que gozaban de más interés.

En medio de esta ligera borrasca, destaca la figura de la actriz Jördis Triebel interpretando a Nelly. Inmenso trabajo el suyo, que dota de fuerza y vigor a un personaje que, si bien sobre el papel ya era bastante bueno, logra mejorarlo a través de tibias miradas y una voz que rompe de manera decisiva en ciertas escenas dramáticas. Es complicado imaginar que ese mismo papel hubiera sido interpretado mejor por otra actriz. El que aquí les escribe desconocía por completo su carrera hasta que después de ver la película echó un vistazo por Internet y descubrió que la mujer había ganado unos cuantos premios interpretativos, incluido el que este mismo año le otorgó la Academia de Cine Alemán por su papel aquí en West.

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Volviendo a la película, hay que reconocer que minutos después de su visionado el sabor de boca es bastante más bueno que malo, pese al claro bajón que experimenta. La sensación de haber asistido a un impactante drama que llegó a ser un hecho real, ver las antiguas cicatrices de un país que hoy está considerado como el mandamás de Europa, todo experimentado sobre la piel de la magnífica Triebel, convierten a West en una película bastante más que recomendable tanto como documento histórico y como drama. Lástima que la acción no esté tan bien llevada durante toda la película como en la primera media hora, porque de lo contrario estaríamos hablando de algo mucho más grande.

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