Tiempo de caníbales (Johannes Naber)

El ansia por devorar cada migaja de beneficio posiblemente haya sido la principal causa de la crisis económica en la que todavía hoy estamos inmersos. También, según mucha gente que sabe de lo que habla, es uno de los rasgos definitorios de ese sistema económico, o más bien de forma de vida, que se llama capitalismo. Aunque podamos pensar en ocasiones que es una postura un tanto extremista, si echamos un ojo a lo que nos ofrece Tiempo de caníbales, película dirigida por el alemán Johannes Naber y escrita por Stefan Weigl, quizá concluyamos que ese planteamiento no está para nada alejado de la realidad.

La premisa es bastante simple. Dos hombres de negocios se encuentran en un país asiático cerrando tratos para la firma en la que trabajan. El objetivo es evidente: conseguir lo máximo posible para satisfacer así a sus clientes. En éstas, aparece la joven Bianca, cuya idea de negocio gira en torno al mismo concepto, pero que tiene un concepto del comportamiento humano mucho más elevado, más digno.

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Ni Frank Öllers ni Kai Niederländer, los dos protagonistas, se atreven a pisar fuera del hotel. No quieren conocer la realidad que hay fuera de sus puertas, no les importa demasiado porque se trata de un país subdesarrollado, casi tercermundista, muy lejos de los valores que representa su sociedad occidental. Para ellos, los personajes del lugar son bárbaros, y simplemente son pura mercancía. Aquí la postura de Öllers es incluso más férrea que la de su compañero, ya que trata a los empleados del hotel como simples esclavos. Bianca es más comedida y le recrimina su deficiente sentido de la humanidad.

En general, con eso queda bastante bien definido el carácter de los protagonistas de Tiempo de caníbales. Sin embargo, el texto no representa ni por asomo lo genial que están representados en pantalla. Brutal descripción la que se hace de ellos en un entorno voraz, venenoso, con un sarcasmo que te tira para atrás de la butaca. La risa que producen las situaciones tan extremas que vemos representadas sólo es comparable al asco que en realidad nos genera, ya que habría que ser muy ingenuo para pensar que no sucede algo similar en la vida real. Acierto total el de la dupla Naber-Weigl que consiguen filmar una película poderosísima tanto en los aspectos cinematográficos como en la denuncia que hace de un sistema casi darwinista que continúa absorbiendo la sangre de los más necesitados.

Es necesario aclarar que Tiempo de caníbales concentra sus 93 minutos de metraje en simples habitaciones de hotel. No hay por tanto más cambio de escenario que el que se hace figuradamente (se pasa de Asia a África, pero para el espectador apenas existe diferencia), no existen tomas rodadas en el exterior, por ejemplo, ni siquiera se nos ofrece un plano de lo que sucede en la calle cuando los personajes miran por la ventana. Toda su fuerza radica en la evolución de los personajes y los diálogos que entre ellos generan, por lo que se puede concluir que el trabajo a nivel de guión es simplemente magnífico.

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Un único pero se le puede poner a la obra de Naber y es que en los 10-15 minutos finales está ligeramente pasada de revoluciones y se saca una historia paralela que quizá no resulta todo lo idónea que debiera. En cierta manera, aleja un poco a la película de su espíritu original, ya que la situación se vuelve más extrema y, en consecuencia, los personajes actúan con mucha más resonancia dramática. En otras palabras, pierde algo de la credibilidad que venía destilando desde el comienzo de la película.

Este contratiempo, que no deja de ser una opinión, no emborrona sin embargo todo el gran trabajo que se ha hecho con Tiempo de caníbales. Desde sus propios autores al trío actoral (Devid Striesow, Sebastian Blomberg y Katharina Schüttler), han conseguido crear una muy buena película, que funciona en su sentido propiamente cinematográfico y también sirve como pieza documental para sintetizar los tiempos que vivimos hoy en día, donde los depredadores del dinero hacen y deshacen a su gusto. Corrosiva comedia dramática (o drama cómico, según se mire) que nos llega de tierras germanas, aunque no sería de extrañar que en algún lugar del otro lado del charco ya le hayan echado un ojo y se esté mascando el remake. Difícil lo tienen para superar a ésta, en cualquier caso.

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