The Assassin (Hou Hsiao-Hsien)

Assassin

La apuesta de Hou Hsiao-Hsien resulta cuando menos atractiva. Siempre fiel a su estilo, su intención (o al menos la intención que se percibe) es desvelar la esencia de cada situación, evidenciar hasta el último detalle de lo contemplado, sacar a la luz toda la trascendencia que esconden las secuencias que componen su película. De ahí que las escenas estén resueltas en planos generales de larga duración, de modo que el espectador pueda observar detenidamente todo lo que en ellos sucede. Es decir, en lugar de focalizar la cámara en lo importante de cada secuencia (por ejemplo, alternando planos cortos con planos abiertos) Hsiao-Hsien presenta un único plano general y espera que sea el propio espectador quien descifre todo su contenido. Se trata de una forma muy eficaz de introducir la película: este carácter contemplativo da un aire poético a la presentación de situación y de personajes. En eso último ayuda considerablemente la decisión de usar del formato 4:3; pues si bien el panorámico 16:9 resulta más atractivo, el primero nos da mayor proximidad.

Assassin 2

Hasta aquí todo correcto. Paseamos agradablemente por la China del siglo IX, acompañados por un leve balanceo de cámara y sutiles sonidos ambientales que pasan de lo diegético a lo extradiegético de forma casi imperceptible. Pero poco a poco todo empieza a resultar extraño. El drama va en crescendo mientras que las formas no cambian lo más mínimo. La trama se complica y el director no parece demasiado interesado en hacerse entender. Empatizar con los personajes empieza a resultar difícil. Todo lo que vemos son planos contemplativos dentro de los cuales danzan los conflictos y enredos de una serie de personajes que apenas conocemos. Y a partir de entonces la mayoría de los dispositivos narrativos que en un primer momento denotaban originalidad y autoría se convierten en un lastre (me viene a la memoria aquel sonido, semejante al de un taladro, que durante prácticamente veinte minutos suena una y otra vez como si de la gota malaya se tratara, impidiendo que uno entre en la historia por más empeño que ponga en ello).

Assassin 3

Sería injusto afirmar que las imágenes pierden su belleza o que el tempo narrativo de la película no conserva toda su elegancia. De hecho, probablemente haya quien encuentre en todo lo mencionado incontables interpretaciones y sugerentes metáforas dignas de alabanza. El problema está en que Hsiao-Hsien insiste en ser contemplativo aun cuando a las imágenes ya no les queda nada más por decir. Y este carácter pasivo por parte del director, esta homogeneidad con que está planificada toda la película, acaba por restar importancia a las secuencias decisivas y ensanchar excesivamente las transitorias. Además, todo ello entorpece el entendimiento de la trama; que se acaba perdiendo de vista entre una cosa y otra. Queda pensar que tal vez en el fondo solo se tratara de eso: de dejarse hipnotizar por una sucesión de secuencias pictóricas sin prestar demasiada atención a lo narrativo; no al menos en el sentido convencional del término.

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