Taklub (Brillante Mendoza)

Taklub

El tifón Yolanda ocasionó miles de muertes a su paso por Filipinas hace ya dos años. Familias desunidas para siempre, hogares destrozados, pérdidas incalculables de inmobiliario y, sobre todo, la sensación de impotencia de sus habitantes frente a la diosa naturaleza fueron las secuelas de uno de los mayores desastres no humanos en lo que llevamos de siglo. No debe extrañar, por tanto, que un cineasta comprometido con la gente de su país como Brillante Mendoza haya decidido rodar una cinta sobre las consecuencias que semejante tragedia tuvo a lo largo de toda la región central de la nación.

En Taklub seguimos a diversas personas que, de alguna manera u otra, son desafortunados protagonistas en tales hechos. La historia se centra especialmente en Bebeth, una madre que intenta dar asistencia a los supervivientes del tifón comenzando por la familia que ha perdido a casi todos sus integrantes al incendiarse la tienda donde vivían, al tiempo que ella misma busca a sus hijos desaparecidos. Es aquí cuando Mendoza ofrece las primeras claves de lo que será su obra, centrada en la población filipina como grupo y no como diversos caracteres individuales con personalidad, quedando la mencionada Bebeth como única persona con la que el espectador puede tener cierto apego.

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Esta ausencia de protagonistas tiene su inmediato impacto en el estilo narrativo de Taklub, que en la mayor parte de su metraje se acerca más a una especie de docudrama que al típico relato sobre tragedias que acostumbran las producciones occidentales. Por consiguiente, en ocasiones es complicado llegar a aclararse sobre quién es quién o qué está sucediendo exactamente, repercutiendo todo ello en una narrativa algo farragosa y que hace difícil despertar mayor interés.

Por fortuna, lo que sí logra Brillante Mendoza es transmitir esa sensación de desgracia por parte de los filipinos. Muchos se protegen en la religión para sobrellevar la pérdida, otros tienen demasiado dolor como para pensar en algo que no sea llorar y llorar pero, en general, lo que Taklub demuestra es el compromiso que los habitantes de este pueblo tienen unos con otros; dentro de la pobreza en sus niveles socioeconómicos, no escatiman el ayudar al prójimo con casi cualquier herramienta de la que disponen. A este respecto, hay una escena de Bebeth en el hospital que pone el vello de punta al alcanzarse, quizá, la mayor cota de dramatismo de toda la cinta.

Taklub

Taklub se convierte, pues, en un film nada sencillo para el espectador, que debe asistir a un carrusel de acontecimientos trágicos que impactan por sí mismos, pero no en su conjunto. La cinta goza de cierta cohesión en su aspecto documental, ya que la implicación de Mendoza con lo que está contando se denota tanto en el realismo con el que describe la situación como en el respeto que mantiene respecto a sus conciudadanos. Es en el cómo lo cuenta donde hay más problemas, porque el director filipino no deja mucho espacio para que toda la fuerza de su relato alcance a aquellos que están al otro lado de la pantalla.

Este es el mayor “pero” que se le puede poner a Brillante Mendoza; Taklub no conmovería lo suficiente si supiéramos que está basada en algo ficticio, debido al escaso gancho que desprenden la mayoría de sus escenas. Es en la intención de documentar la tragedia donde el filipino se encuentra más cómodo, merced a una puesta en escena bastante acorde para lo que la situación merecía. En cualquier caso, Taklub también puede ser una buena piedra de toque para quien quiera introducirse en la obra cinematográfica de este cineasta, por lo que en ningún caso, pese a sus aspectos mejorables, desaconsejaremos su visionado.

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