Sesión doble: Prisión en llamas (1987) / Long Arm of the Law 2 (1987)

Ringo Lam nos dejó hace unos días así que queremos recordar el género que más veces visitó en su carrera (nuestro personal regalo del día). El ‹Heroic Bloodshed› nos ha dado momentos inolvidables y nos centramos en dos joyas de dos sagas imprescindibles del género. Era el año 1987 cuando vieron la luz Prisión en llamas de Ringo Lam y Long Arm of the Law 2 de Michael Mak. Ahora solo queda disfrutar:

 

Prisión en llamas (Ringo Lam)

El fallecimiento de Ringo Lam ha valido para afianzar su reivindicación como uno de los más importantes realizadores del cine de acción oriental. El analizar una de sus cintas más populares, Prison on Fire, sirve para encontrar algunas de las razones que prueban la valía de Lam en la disruptiva estética del género proveniente de Hong Kong en aquellos finales de los 80. Segunda parte de su tríptico “on Fire”, completado por City on Fire y School on Fire, aquí se cuenta la historia de un hombre que entra en el presidio por un homicidio involuntario y ha de sobrevivir a las estrictas hostilidades penitenciarias. De trasfondo desagradable, enternecido por el carisma que forma la pareja interpretativa formada por Chow Yun-Fat y Tony Kai Fai Lung, Prison on Fire reúne una de las naturalidades implícitas dentro los primerizos trabajos de su director, como es la de recrear un submundo repleto de ferocidad donde sus personajes luchan por una difícil supervivencia. Además, desde el libreto existe la querencia por delimitar algunos de los más brutales aspectos de la hostil vida entre rejas, añadiendo al film unas texturas de índole realista bajo las que el peculiar y desenfadado estilo kamikaze hacia el espectáculo oriental cobra una veracidad implementada de manera férrea.

Lam defiende las atrevidas naturalidades del ‹heroic bloodsheed› fusionando con gran acierto la melancolía del drama con el artificio estético de las escenas de acción; estas se ven en pantalla con pulsión desatada y energía narrativa, bajo el férreo espectro de localizaciones propias a los interiores de la prisión. Aunque en un principio delimitada por esta propia ubicación de escenario, Lam aprovecha el contexto y desata la espectacularidad gracias al completo abanico de personajes anexo los clanes de presidiarios o la autoridad policial, exorcizando todos y cada uno de los tópicos intrínsecos del cine carcelario. Los argumentos morales de cada personaje o los prototipos interpersonales como la lealtad o la fraternidad, se vislumbran en pantalla con el acertado tono que rezuma la pareja protagonista. Especialmente embaucador es la figura del verdadero protagónico del film, interpretado por Chow Yun-Fat, que en su precepto irónico y mordaz aguanta el peso de la cinta regalando además, un interesante contrapunto cómico a sus (anti)heroicas aportaciones al subgénero que gracias a John Woo le otorgaron una simbología inseparable del mismo.

Prison on Fire aguarda en sí misma un cúmulo de estridencias formales que caminan en la convergencia de dos coyunturas claves para el ‹heroic bloodsheed›: el anguloso y desmedido tratado del impacto de un cine de acción exacerbado, bajo el prisma del impacto emocional de las acciones y convicciones de sus protagonistas. El trabajo de Ringo Lam se concibe aquí casi como un discurso de intenciones en esta diatriba, que aunque adolezca en este caso de una mayor carga fatalista como la vista en la previa City on Fire, es fiel en sus intenciones narrativas de enfundar una escalada de extremismo que alcanza su cenit en el endiablado acto final. Un cine de acción vigoroso y sin límites hacia el exceso, que en muchas ocasiones aguarda las más incómodas aristas del realismo gracias a la óptica emocional de sus personajes.

Escrito por Dani Rodríguez

 

Long Arm of the Law 2 (Michael Mak)

Género popularizado gracias a nombres como el del recientemente fallecido Ringo Lam o un cineasta clave en el panorama como John Woo —cuya A Better Tomorrow, saga a la que daría continuidad el mismo director, así como Tsui Hark, y que a día de hoy continúa generando remakes, primero uno coreano y el pasado año uno chino, sería una de las piezas fundamentales en tal cometido—, el ‹Heroic Bloodshed› experimentó una eclosión a finales de los años 80, cuando títulos como Rich and Famous o Long Arm of the Law lograrían obtener el suficiente éxito como para algo más que suscitar secuelas: dar voz a una generación que encontraba en su carácter la forma de expresión perfecta, adecuada a unas constantes que, incluso en algún caso, servirían como eje para reconfigurar terrenos colindantes.

Del segundo título, Long Arm of the Law, dirigida por Johnny Mak en una de sus pocas aportaciones tras las cámaras —su desempeño se tradujo más bien en labores de producción—, cabe destacar una secuela que llegaría tres años más tarde. En ella, Michael Mak puliría ciertos aspectos que en el film germinal se resolvían gracias a una conclusión vertiginosa marcada por su violenta condición, pero ante todo otorgaría mayor talante a la acción, encontrando en el enfático empleo de su sonido, el poderoso dinamismo de su planificación —no hay que dejar de destacar ese último tramo en el que la intensidad de su montaje, el ya habitual exceso de este tipo de producciones y su naturaleza hiperbólica actuaban como fabuloso motor— e incluso un tono en ocasiones de lo más cruento, virtudes sobre las que armar una propuesta diferencial.

La mayor cualidad de Long Arm of the Law 2 no reside, no obstante, en su manera de implementar una acción que demuestra saber manjearse tanto desde sus escenarios como de un carácter repleto de matices gracias a la bifurcación establecida por el relato. Michael Mak encuentra en el acercamiento a sus personajes centrales, que se irá moldeando gracias a las aristas presentadas —sobre todo en lo que concierne al vínculo entre Biggy, policía a cargo de una banda de infiltrados, y el líder de esta, Tung, certificado en una de las mejores secuencias del film—, el verdadero espíritu de una cinta capaz de encontrar el remanso de calma adecuado a través del que desarrollar una de las facetas absolutamente clave para el ‹Heroic Bloodshed›.

La mirada del cineasta se antoja, de este modo, fundamental en la composición del título que nos ocupa, una mirada a esos ambientes criminales tan habituales del cine del Hong Kong de los 80, pero también a las cicatrices de unos individuos —especialmente reseñable es la forma de componer el personaje de Biggy, como de establecer vías en las que comprender su particular periplo— sin los que sería imposible concebir la esencia de un género que serviría como claro referente para el thriller que vendría después, incluso en la consecución de apartados tan aparentemente nimios como una banda sonora que, por si fuera poco, en Long Arm of the Law 2, supura los compases de toda una etapa.

Escrito por Rubén Collazos

 

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