Sesión doble: Kamikaze 1999 (1983) / Spirits of the Air, Gremlins of the Clouds (1989)

El post-apocalipsis llega a nuestra sesión doble con dos nombres que han adquirido dimensiones muy distintas a las que el malditismo confiere con el paso de los años, y es que Luc Besson debutaba a inicios de los 80 con una aventura sci-fi muy distinta a sus posteriores trabajos en Kamikaze 1999, mientras Alex Proyas, todavía en su Australia natal, hacía lo propio con una cinta post-apocalíptica de lo más bizarra y paso previo a rodar El cuervo, Spirits of The Air, Gremlins of the Clouds.

 

Kamikaze 1999 (Luc Besson)

Kamikaze 1999

A menudo (que no siempre), en el cine de Luc Besson, se ha criticado su falta de contenido, pero se ha alabado su atractivo continente. Una cosa es el cubicaje y otra la potencia, que decía aquel. En este sentido, Le dernier combat, su primer largometraje (basado en su anterior cortometraje), no se aleja de esta constante, pero es una interesante y, en algunos momentos, memorable cinta que ofrece un escenario post-apocalíptico bastante familiar, pero que se desarrolla sin diálogos, en un mundo que se podría denominar casi como prehistórico, a pesar de ocurrir en el futuro.

Al hablar de su atractivo continente, uno no trata de menospreciar su contenido, pero es obvio que el encanto se encuentra, sobre todo, en ese apartado. Filmada en su totalidad en blanco y negro y recreando un mundo apenas habitado, la atmósfera se crea a través de una humanidad en silencio, sin duda algo bastante ambicioso para una ópera prima. A pesar de lo cual, en referencia a la trama, también cuenta con una premisa algo innovadora y con un desarrollo lo suficientemente interesante (algo similar a Mad Max), con una dirección, la de Besson, que deja momentos notables como los del doctor pintando en la pared animales que —seguramente— han dejado de existir tras el holocausto nuclear (que hace que lluevan unos días peces y otros piedras).

La película avanza con un ritmo extraño, donde el interés va creciendo a medida que la confusión se vuelve intriga y esta hace que el espectador nunca abandone una película que, recordemos, no tiene ningún diálogo, y cuya mayor virtud es que no necesita (de hecho le sobra) ningún aditivo musical para dar más empaque a su propuesta, ni más sustancia o carácter a una historia que tiene todo eso sin tener un gran mensaje o contenido. Esta circunstancia, la inexistencia de diálogos, el que todos los personajes sean mudos, obliga al espectador a intentar reconstruir los motivos por los que cada personaje es como es, por qué parece haber diferentes bandos, por qué otros están solos y por qué otros son violentos, sin aparente explicación.

Así, Le dernier combat es una película muy interesante y que vale la pena no sólo si eres un seguidor del cine de Besson, también si lo eres del género post-apocalíptico e incluso del cine en general. El espectador siempre se verá recompensado por la primeriza dirección de Besson y por ver a Jean Reno ocultando sus entradas. Odies al director francés o le ames, no se puede negar el atractivo de sus premisas y su capacidad para obtener impresionantes imágenes en películas que, especialmente al principio, carecerían de grandes presupuestos (y puede que incluso estuvieran por los suelos). Eso sí, los fans de la ciencia ficción que esperen un poderoso drama humano deberían rebajar sus expectativas y no quejarse después. En el fin del mundo el silencio es una parte esencial del mismo.

Escrito por Alberto Mulas

 

Spirits of The Air, Gremlins of the Clouds (Alex Proyas)

Proyas

Como un Ícaro que quiere huir de una baldía tierra, el hombre quiere volar lejos y muy alto para así desprenderse de lo conocido en busca de un nuevo horizonte, pero demasiada altura es peligrosa, el sol siempre está próximo para desvanecer sus alas y la firmeza del suelo se convierte en un destino probable donde estampar esas ansias de libertad. Alex Proyas inicia su vida cinematográfica en Australia con Spirits of the Air, Gremlins of the Clouds a finales de los 80 desmarcándose del cine que supuso un boom en su país, aquel ozploitation que indagaba en el cine de género norteamericano en busca de reconocimiento. En esta diferenciación nos encontramos con un trabajo personal, alejado del aspecto comercial, cine de autor que delimita algunas de las pautas favoritas de Proyas, que fue rescatando posteriormente en películas tan dispares como El cuervo o Señales del futuro.

Las encontramos en sus marcadas escenografías, que viven de la reclusión de un hogar plagado de simbología religiosa, misticismo en ocasiones que involucra la presencia del diablo y el vacío que supone un territorio donde sólo hay arena y nubes, nada interfiere el paisaje para enmascarar el mensaje. El director aprovecha los recursos del cine post-apocalíptico hasta sus últimas consecuencias y construye una historia que podría encajar en cualquier género (el bien siempre enemigo del mal) pero que en esta ocasión respira gracias a la simpleza que provoca un aspecto donde lo terrenal no importa.

Este bien/mal se lleva al límite ante la confrontación de dos hermanos que sólo han conocido la fe y la soledad y reciben con reparos la llegada de un forastero. El histrionismo marca la evolución de estos dos personajes frente a la sequedad del recién llegado, resultando caricaturas de lo que podría considerarse la sociedad. Con la necesidad de volar se entabla una relación cuya profundidad supera cualquier intencionalidad de supervivencia, que suele marcar un género como el post-apocalíptico. Con unas mínimas herramientas surge el juego de crear a lo Leonardo DaVinci objetos complejos que sobrevivan al viento.

Así mientras una parte alimenta las ansias de libertad la otra se recrea en lo conocido, marcando un choque entre ciencia y creencias religiosas que invade la pantalla más allá de lo conceptual. Proyas ofrece los detalles y los lleva adelante con muy pocos recursos, consiguiendo que funcione la trama desde su sencillez.

Spirits of the Air, Gremlins of the Clouds moldea así un discurso que reitera sus constantes en una búsqueda donde la evolución confronta el pasado como modo de huida de un desolado páramo en el cual el juego entre el bien y el mal se traslada a un terreno mayor como es la vida y la muerte, hecho que el cineasta proyecta a través de un film de extrañas constantes y tejidos alienados, piedra angular de un cine que ya mostraba poderosas inquietudes a través de las que plasmar un universo tan inestable como creciente.

Escrito por Rubén Collazos

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