Seguridad no garantizada (Colin Trevorrow)

Situada en esa corriente de cine independiente más amable, Safety Not Guaranteed es una comedia romántica en un marco ‹sci-fi› definido con vaguedad que, prácticamente, sirve de contexto a la ópera prima de Colin Trevorrow. En ella, encontramos todas las constantes de un cine que se ha definido en la última década y que, pese a desechar la semilla característica con que John Cassavetes definió el cine independiente a finales de los 60, funciona gracias a las precisas dosis de comedia que combinan a la perfección con mecanismos emocionales cuyos trucos se pueden intuir a nivel de guión, pero que uno termina dando por válidos debido a que en gran parte alcanzan los objetivos de una cinematografía que no busca más que la sonrisa y empatía del espectador.

Esa empatía se desarrolla en este debut gracias a la candidez de unos personajes que, a grandes rasgos, se podrían definir como ‹geeks› (de hecho, el propio Trevorrow se autodenominaba así antes de empezar la proyección), y también a la temática de un film que rebasa ese lado ‹freak› para hablarnos sobre relaciones pasadas y futuras; el olvido (en forma de máquina del tiempo que pretende volver a ella), la redención (en cierto modo, del personaje de Jeff, volviendo a ese citado pasado) y la superación (encarnada en Arnau) se dan cita en una cinta donde todo parece dirigirse al pasado con tal de rescatar una relación que la mayoría del tiempo parece perdida.

Por suerte, el cineasta californiano hace que su obra rebose optimismo, siempre sin dotar de flagrantes niveles de azúcar, así como consiguiendo que todos esos momentos predefinidos para llegar a ciertas cotas de empatía no desentonen en el global de una obra que mantiene el pulso con esas pequeñas dosis de ‹sci-fi›, y logra salir airosa incluso cuestionándose los límites establecidos por un guión que, de tanto en tanto, da un vuelco y añade nuevos elementos que, lejos de llevar la película hacia un terreno fallido, la dotan de dinamismo y aguzan esas dotes de comedia que tan bien sostienen Safety Not Guaranteed, siempre evitando que el humor engulla el resto de virtudes de un trabajo que se siente equilibrado y sólido en todo momento.

Tampoco desecha Trevorrow ciertas dosis donde una acción más bien excéntrica se apodera de la pantalla de la mano del personaje de Kenneth que, a través de ese anhelo de construir una máquina del tiempo y lograr rescatar una antigua relación, le llevará a entrenar a su nueva compañera, Darius, así como a introducirse ilegalmente en edificios en los que se encuentran complementos necesarios para culminar su proyecto. Un proyecto que a la postre iniciará un vínculo donde la confianza es el elemento clave para sobrevivir en ese mundo ideado por el propio Kenneth, en el que sólo vale la seguridad en uno mismo y de poco sirve alardear si no se está preparado para cualquier cosa, incluso viajar al pasado. Sobre esa confianza también nos habla otro de los relatos del film, el de Jeff, en el que se empeñará en retomar un idilio pasado que terminará derivando en una de esas actuaciones cuasi paternales para que Arnau logre salir de ese universo ‹geek› en el que se encuentra inmerso y abrirse camino en el mundo de las relaciones.

Se salda, pues, la primera aventura (y nunca mejor dicho) en largo de Trevorrow con un resultado más que satisfactorio: divierte, entretiene, emociona y cierra con un final imperdible, de esos que no sólo dotan de sentido a la obra y le confieren matices, sino también brillan en la retina del espectador durante unos días, los que perdurará en la memoria una de esas películas que parecen hechas con duende.

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